La doble estrategia Kurda de Erdogan: conversaciones de paz frente a reconfigurar Siria militarmente
Mohamad Hasan Sweidan.
Ilustración: The Cradle
El renovado impulso turco para resolver la cuestión kurda -mediante una mezcla de delicadas negociaciones con un icono separatista encarcelado y acciones militares en Siria- podría allanar el camino hacia la paz o ahondar las divisiones en una región abocada al colapso.
«Las condiciones en Siria han cambiado. Creemos que es sólo cuestión de tiempo que el PKK/YPG sea eliminado».
–Hakan Fidan, ministro turco de Asuntos Exteriores, en una rueda de prensa a principios de esta semana.
En octubre de 2024, Devlet Bahceli, líder del Partido del Movimiento Nacionalista Turco (MHP) de extrema derecha y aliado político del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, sorprendió a muchos con una propuesta inesperada.
Sugirió que se podría conceder la libertad condicional a Abdullah Ocalan, miembro fundador del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), si renunciaba a la violencia y disolvía la organización.
Ocalan, encarcelado en Turquía desde 1999, ha sido durante mucho tiempo un símbolo de la resistencia kurda. A pesar de las insistentes peticiones de grupos kurdos para que sea liberado o se reduzca su condena, las autoridades turcas nunca han respondido positivamente.
Al mes siguiente, Bahceli amplió su propuesta, presentándola como una posible solución al conflicto de décadas con los militantes kurdos y pidiendo que el prokurdo Partido Igualdad y Democracia (DEM) entablara conversaciones directas con Ocalan.
Erdogan respaldó la idea, calificándola de «oportunidad histórica». Esta propuesta coincidió con la agitación política en Siria, en la que Hayat Tahrir al-Sham (HTS), liderado por Abu Mohammad al-Julani, derrocó al ex presidente Bashar al-Assad el 8 de diciembre tras una ofensiva de choque de dos semanas que tomó por sorpresa a la región.
Julani, que ahora se hace llamar por su nombre real Ahmad al-Sharaa, dirigió anteriormente el Frente al Nusra, afiliado a Al Qaeda, que fundó en Siria bajo la dirección del líder del ISIS, Abu Bakr al-Baghdadi, en 2011. El Frente al Nusra se convirtió posteriormente en HTS. Los acontecimientos en Siria y el colapso del régimen baasista de Assad reforzaron la posición regional de Ankara.
Representantes del DEM se reunieron con Ocalan, a lo que siguió un encuentro entre el partido y Bahceli a principios de este mes. Ahora Turquía está dispuesta a aprovechar su posición negociadora reforzada para hacer frente a lo que considera la amenaza kurda en Siria.
El conflicto entre Turquía y el PKK: hitos históricos
Para entender la postura de Turquía sobre la cuestión kurda, en particular su posición sobre las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) respaldadas por Estados Unidos y sus vínculos con el PKK, es esencial examinar los hitos históricos del conflicto. Estos momentos han dado forma a la relación entre el Estado turco y el PKK a lo largo de décadas de violencia y esporádicos esfuerzos de paz.
El PKK se fundó oficialmente el 27 de noviembre de 1978 en el distrito de Lice de la provincia de Diyarbakir. Sus fundadores, entre ellos Ocalan, eran un grupo de estudiantes marxistas que pretendían establecer un Estado kurdo independiente que abarcara las regiones de mayoría kurda de Turquía, Siria, Irak e Irán.
Sin embargo, esta visión chocaba con la política turca, que negaba la existencia de una identidad kurda propia y restringía la expresión cultural kurda.
El golpe militar del 12 de septiembre de 1980 asestó un duro golpe al PKK, en el que fueron detenidos muchos de sus miembros y dirigentes. A pesar de este revés, el PKK lanzó su primera operación militar en 1984, que marcó el inicio de un prolongado y sangriento conflicto con el Estado turco.
A principios de la década de 1990, el PKK hizo su primer intento notable de paz. El 20 de marzo de 1993, el grupo declaró un alto el fuego tras unas conversaciones indirectas, pero esta iniciativa se desbarató tras la repentina muerte del presidente turco Turgut Ozal en abril de ese año. En mayo, el presidente Suleyman Demirel puso fin oficialmente al proceso de paz, reavivando de nuevo las hostilidades entre ambas partes.
La detención de Ocalan en 1999 marcó un punto de inflexión en el conflicto. El 15 de febrero, los servicios de inteligencia turcos capturaron a Ocalan en Nairobi(Kenia) y lo extraditaron a Turquía.
Inicialmente condenado a muerte, su pena fue conmutada posteriormente por cadena perpetua después de que Ankara aboliera la pena de muerte.
Tras su detención, el PKK declaró un alto el fuego unilateral, pero esta tregua terminó en 2004, cuando el grupo reanudó sus operaciones, dirigidas contra centros urbanos de Turquía.
En los años siguientes se produjo una importante escalada militar junto con intentos de negociaciones secretas. En 2008, el ejército turco lanzó la Operación Sol en el norte de Irak, en la que participaron 10.000 soldados. Al mismo tiempo, se iniciaron conversaciones secretas en Oslo en 2010, pero estas negociaciones no produjeron resultados significativos.
A finales de 2012, el entonces primer ministro Recep Tayyip Erdogan anunció conversaciones con Ocalan en prisión con el objetivo de alcanzar la paz.
En marzo de 2013, Ocalan llamó desde su prisión para pedir a sus cuadros que dejaran de luchar y se retiraran de Turquía, subrayando la necesidad de que la política prevaleciera sobre las armas. El partido respondió a este llamamiento y declaró un alto el fuego.
A finales de 2012 comenzó un renovado proceso de paz, iniciado por Erdogan, en el que anunció conversaciones directas con Ocalan destinadas a resolver el conflicto de forma pacífica.
En marzo de 2013, Ocalan pidió el fin de las hostilidades e instó a los combatientes del PKK a retirarse de Turquía. El PKK declaró un alto el fuego en respuesta, pero este periodo de calma duró poco.
El proceso de paz fracasó en julio de 2015 tras el asesinato de dos policías turcos a manos de miembros del PKK. La violencia que siguió hizo que Turquía lanzara extensas operaciones militares y recuperara el control de las zonas controladas por los kurdos en el sureste del país.
Los enfrentamientos se saldaron con la muerte de miles de combatientes del PKK y cientos de soldados turcos.
Entre 2016 y 2020, Turquía se centró en las operaciones transfronterizas en Siria y lanzó una serie de campañas militares, como la Operación Escudo del Éufrates, la Operación Rama de Olivo, la Operación Primavera de Paz y la Operación Escudo de Primavera, para debilitar a las fuerzas kurdas en Siria.
El objetivo de estas operaciones eran las Unidades de Protección Popular (YPG), a las que Turquía considera una extensión del PKK.
Para mantener el control sobre las zonas reconquistadas, Turquía reorganizó los grupos de la oposición siria bajo el Ejército Nacional Sirio (ENS), respaldado por Turquía, y les encomendó la tarea de hacer cumplir las medidas de seguridad, especialmente en las zonas de mayoría kurda.

La situación siria y las negociaciones actuales
La caída del gobierno de Assad en Siria ha creado ahora una oportunidad para que Turquía aborde la cuestión kurda en múltiples frentes. La administración de Erdogan está siguiendo estrategias paralelas: entablar negociaciones con Ocalan y las fuerzas kurdas, al tiempo que se prepara para una posible acción militar si fracasan las conversaciones.
Ocalan ha expresado su disposición a contribuir a la pacificación, considerando que fortalecer la hermandad kurdo-turca es una “responsabilidad histórica”. Se le citó diciendo que estaba “dispuesto a dar los pasos positivos necesarios” , señalando que la delegación que le visitó transmitiría su postura al Estado turco y a otras fuerzas políticas.
Sin embargo, las Fuerzas de Autodefensa apoyadas por Estados Unidos siguen obstinadas en conservar sus armas a menos que Turquía ponga fin a sus ataques, y Ankara ha rechazado la propuesta del comandante de las Fuerzas de Autodefensa Mazloum Abdi de integrarlas en el ejército sirio.
Mientras tanto, Ankara sigue ejerciendo presión militar en Siria, con el SNA atacando infraestructuras críticas controladas por las fuerzas kurdas, como la presa de Tishreen y el puente de Qaraqoq.
Estas acciones, aunque destinadas a debilitar la influencia kurda, revelan las tensiones profundamente arraigadas entre Turquía, las Fuerzas de Autodefensa y el gobierno provisional sirio. A pesar de las negociaciones periódicas, persisten los desacuerdos, lo que hace cada vez más probable un nuevo conflicto.
A las inquietudes kurdas se suman las declaraciones que sugieren otra posible reducción del apoyo estadounidense bajo la administración del presidente electo Donald Trump. En una publicación en su plataforma de redes sociales Truth Social, Trump exclamó:
Siria es un desastre, pero no es nuestro amigo, Y ESTADOS UNIDOS NO DEBERÍA TENER NADA QUE VER CON ELLA. ESTA NO ES NUESTRA LUCHA.DEJEMOS QUE SE DESARROLLE. NO SE INVOLUCREN. (Sus mayúsculas)
Otros comentarios del aliado de Trump Robert Kennedy Jr. revelaron que el presidente electo de Estados Unidos ha abogado en privado por retirar las tropas estadounidenses de Siria, con el objetivo de evitar convertirlas en “carne de cañón” en los conflictos regionales.
Esta retórica ha hecho que las Fuerzas de Autodefensa se sientan vulnerables, dada su larga dependencia de la protección estadounidense como contrapeso a las agresiones de Ankara.
Visiones divergentes e incertidumbre regional
Ante estas incertidumbres, las FDS han buscado un acuerdo con el nuevo gobierno sirio.
Durante una reunión con el líder interino sirio Ahmad al-Sharaa, respaldado por Turquía, las FDS propusieron adoptar un sistema de gobierno descentralizado, integrar las FDS en el ejército sirio como cuerpo unificado y limitar sus operaciones a las zonas de la Administración Autónoma Kurda.
Mientras que las SDF solicitan además una distribución equitativa de los recursos de las regiones ricas en recursos al este del Éufrates, la respuesta de Sharaa pone de relieve las marcadas diferencias que siguen existiendo entre ambas partes.
Damasco propone redirigir el 80% de los ingresos del petróleo y el gas al gobierno central, disolver las FDS, dispersar a sus miembros por toda Siria, disolver las fuerzas de seguridad kurdas de la Asayish y reasignar la seguridad urbana a la Policía Central Siria.
Estas visiones opuestas dejan poco margen para el compromiso y sugieren una mayor probabilidad de que Turquía emprenda nuevas acciones militares en el noreste de Siria.
La voluntad de Erdogan de entablar negociaciones con Ocalan y las Fuerzas de Autodefensa no depende únicamente de la dinámica regional, sino también de apremiantes consideraciones internas.
Constitucionalmente, Erdogan no puede optar a otro mandato a menos que se convoquen elecciones anticipadas, lo que pone su futuro político en una encrucijada.
Conseguir el apoyo del partido pro-kurdo Igualdad y Democracia, el tercero en importancia en el Parlamento, podría ser crucial para que Erdogan apruebe las enmiendas constitucionales que prolongarían su presidencia.
Ya sea a través de la diplomacia o de la acción militar, el enfoque de Erdogan sobre la cuestión kurda marcará no sólo el futuro de la política interna de Turquía, sino que también determinará si Siria puede lograr una frágil unidad o sucumbir a la fragmentación a través de líneas étnicas y sectarias.