La guerra económica mundial: ‘el mercado por encima de todo’
Por Oleg Yasinsky
Quizás, la única sorpresa para estos tiempos turbulentos sea tener un par de meses de calma. Pero no hay milagros ni asombro, ni piedad. Hoy el mundo entero trata de adivinar si esta guerra económica de Trumpserá sólo contra China o si incluirá también al resto del mundo.
En realidad, muy pocos entienden algo sobre economía mundial, por lo que resulta muy sencillo amedrentarnos con las cadenas de presupuestos, los diagnósticos de las bolsas y las amenazas de disparos de la inflación. Lo que sucede realmente parece una guerra de todos contra todos y, como en cualquier enredo violento, para entender algo es bueno tomar la máxima distancia posible de su epicentro y de las emociones, que siempre nublan el pensamiento.
Es casi divertido observar esta tensión global después de varias décadas, cuando se habló tanto del fin de la historia, de sus contradicciones y luchas y donde todos los grandes y respetables organismos internacionales convencían de que la humanidad, por fin, se unía basándose en nuevos valores progresistas, y así, todos juntos, iríamos a ayudarnos a resolver los problemas acumulados. Todo eso fue una quimera.
Estuve viendo en un viejo noticiario la declaración de Fidel Castro de 1963, días después del asesinato de John F. Kennedy. Aquel Fidel de 37 años, mientras condenaba el magnicidio, dijo dos cosas importantes: «no odiamos a los hombres, odiamos los sistemas» y debemos saber poner los intereses de la humanidad por encima de los intereses de nuestro país. Fue otro momento histórico de peligro mortal, cuando Estados Unidos tenía la excusa perfecta para acusar a Cuba e invadirla, que es su modus operandi bien conocido. En aquellos días, la histeria y la ignorancia de unos fue contrarrestada por la serenidad total de un hombre que siempre se basó en la brújula impecable de su propia ética.
Proyecto aquellos tiempos tormentosos sobre la actualidad y no puedo dejar de asombrarme por lo inmutable de la lógica de Occidente, que no ha cambiado nada desde entonces, y de cómo se ha erosionado y debilitado entretanto la claridad ética de las diversas fuerzas que se le oponen.
La lógica de las corporaciones, representada por dos facetas de lo mismo: el ultraconservador Donald Trump y sus adversarios pseudo liberales imponen al mundo la única lógica que les conviene, el ‘sálvese quien pueda’, que es el otro lado de su mito preferido del éxito personal, producto de la competencia entre todos. El mundo debería respirar con alivio si ahora resulta que la guerra es solo contra China y China debería sentirse más aliviada si es también contra la Unión Europea, Canadá y los demás.
Esto revela una idea básica: que la lucha contra el principal enemigo de la humanidad, por mucho que cambie de máscara (sigue siendo el mismo), es imposible sin la participación de toda la Humanidad, incluyendo al propio pueblo de EE.UU. La frase de Fidel acerca de que los intereses de la humanidad siempre importan más que los intereses de los países individuales, no es sólo la antítesis obvia del famoso lema nazi ‘Alemania por encima de todo’, repetido luego por sus secuaces como ‘Ucrania por encima de todo’ o ‘América por encima de todo’ sino también, el reconocimiento de algo bastante obvio: que no hay ni puede haber contradicciones entre los intereses reales de las diferentes naciones, ya que cualquier otro razonamiento siempre ha sido utilizado por las coronas, las élites y las corporaciones para enfrentarnos a unos contra otros.
Los medios de comunicación se vuelven cada vez más expertos a la hora de desviarnos hacia lo menos significativo, pocas veces tocan el centro del problema. Se nos expone una especie de cómics de la situación internacional donde el viejo imperio norteamericano, que está perdiendo la competencia económica con el espectacular ascenso chino, trata de impedirlo a toda costa. Además, nos hablan de la enorme deuda externa de EE.UU. y de sus reservas en dólares que son una ficción no respaldada en ningún valor real, aparte de su poderío militar, control mediático y digital sobre el mundo y la fe ciega en el ‘líder del mundo civilizado’. Seguramente, todo esto es cierto, pero hay algo mucho más en el fondo que eso.
Esta historia comenzó mucho antes de la pandemia. Podemos darnos cuenta únicamente observando su parte más visible, el aspecto mediático. Vemos cómo después de la avalancha neoliberal de los 90, en el mundo ‘liberado’ del ‘imperio del mal’ (el ‘comunista’), del lenguaje político desaparecieron los conceptos de solidaridad y ‘valores humanos universales’, que fueron cotidianos en los tiempos de la desestabilización del campo socialista. Puede que alguien se acuerda todavía de que en aquel entonces se hablaba mucho de las grandes ventajas del desarme, ya que se liberarían enormes recursos para salvar a millones de seres humanos del hambre y de las enfermedades curables. Se insistía mucho en una ‘gran civilización global’ basada en la convergencia de ‘lo mejor del socialismo y del capitalismo’. Todo fue mentira y una estrategia para preparar las nuevas guerras de conquista. Claramente, todos esperábamos otro tipo de globalización. Pero lo que se globalizó fue el fundamentalismo del mercado, que, de forma inevitable, genera y reproduce todo tipo de nacionalismos, porque impone el modelo de una sola cultura. Y estos nacionalismos se convierten en una seudo oposición, porque, en el fondo, complementan el cuadro antihumanista del nuevo mundo en marcha.
Ahora, a tres décadas del ‘fin de la historia’, estamos frente a un paisaje medieval donde el líder del imperio decadente trata al resto del mundo como si estuviera poblado por sus vasallos. Vemos un mundo por donde, al parecer, no pasó el siglo XX, en donde los países que hace sólo 80 años fueron liberados del nazismo, demuelen las tumbas de sus liberadores, donde la plataforma transnacional Meta*, que controla la mayor parte del mundo virtual (que para muchos es más importante y cercano que el real) a través de sus aplicaciones promueve abiertamente todo tipo de abusos y de violaciones, pero bloquea a sus usuarios con publicaciones antinazis o prorrusos. Estamos frente a un mundo, donde la conciencia humana es Gaza bajo permanentes bombardeos informativos para formatear las ruinas de nuestra memoria según los intereses del poder.
¿Por qué para hablar de esta guerra económica mundial no la llaman como antes, ‘guerra híbrida’, ya que detrás de los impuestos y de las sanciones siempre se vislumbran también las filas de misiles, portaaviones, periódicos, redes sociales, laboratorios biológicos, producciones artísticas y otras armas? ¿En qué negocio no está metida la innombrable BlackRock? y ¿cuál es su competencia real? ¿Cuál es el rol real de Trump y de Musk en todo este caos y cuántas ganancias están esperando mientras asumen las pérdidas obvias de hoy? ¿Alguien se habrá fijado que el verdadero conflicto no es entre las empresas productivas, sino entre los fondos parásitos que administran especulación y las crisis económicas?
‘Deutschland über Alles’ (‘Alemania por encima de todo’): bajo este lema hace poco más de ocho décadas Adolf Hitler soñó con conquistar el mundo. Si las élites neoliberales de nuestros tiempos, tuvieran que resumir su lógica con una sola consigna, seguramente pondrían algo como ‘Economía über Alles’, pero, obviamente, la economía para unos pocos y pequeños grupos privilegiados de algunos poquísimos países imperiales que pretenden ser ‘grandes de nuevo’.
En esta guerra económica puede ser sacrificada gran parte de la humanidad, porque los valores de las bolsas comerciales poco y nada tienen que ver con los valores humanos. Y la humanidad seguirá siendo la víctima, mientras no aprenda a poner sus intereses por encima de los intereses nacionales de cualquier país.
*Calificada en Rusia como organización extremista, cuyas redes sociales están prohibidas en su territorio.