La herencia heroica

Trozos históricos (35)

Antonio de la Maza Vásquez, mocano, bravo, y con sangre de héroe, obsesionado con vengar la muerte de su hermano, el piloto Octavio de la Maza (Tavito), fue el principal promotor y catalizador del plan de matar al dictador Rafael Leónidas Trujillo. Para muchos, sin Antonio de la Maza no hubiese habido 30 de mayo. Era el segundo hijo de Ernestina Vásquez, sobrina del gran caudillo y tres veces presidente de la República, Horacio Vásquez, y de Vicente de la Maza Rosario. Pero ¿Quién era don Vicente?

Don Vicente, valiente y de una larga carrera política, tiene el exclusivo mérito de haber participado, al menos haber tenido conocimiento, y apoyado, el ajusticiamiento de dos tiranos: Ulises Heureaux y Rafael Leónidas Trujillo.

Con apenas 19 años, en 1899, don Vicente participó, junto a Ramón Cáceres y otros mocanos, en la trama contra Lilís, el moreno puertoplareño que llevaba 13 años tiranizando el país. Y 62 años después, a la edad de 81 años, siendo un anciano, participó en la trama que, entre otros, organizaba su hijo Antonio para matar a Trujillo. Se trata, sin duda, de un hombre de valor y honor.

De manera que la condición de hombre de valor y de armas de Antonio de la Maza tiene su influencia y raíz en el temperamento y conducta del padre. Hay cosas, como el temperamento, que se heredan. El temperamento es la parte que se hereda de los abuelos y padres y acompaña al ser humano hasta la muerte. Antonio, definitivamente, llevaba en sus orígenes y genes el heroísmo del padre.

Cuando supo que su hijo Antonio estaba metido, con carácter de obsesión, en conspiraciones contra el jefe, don Vicente no se amilanó. No se acobardó ni le recriminó nada. Al contrario, lo apoyó. Le mandó a decir: «Dile a Antonio que ya están todos mis hijos, que se cuide de no fracasar, que se mueran todos, pero que no fracase». Incluso doña Doña Hilda Tactuck, viuda de su hijo Ernesto de la Maza, aporta el siguiente y contundente testimonio que habla claro de su aprobación y solidaridad plena con los planes de Antonio: «Estando Don Vicente en el campo, Antonio y Ernesto le dijeron de los detalles de la conspiración, Don Vicente se emocionó mucho, tanto que alegre y emocionado dijo: ‘Yo también voy, pero sus hijos descartaron la idea, pues sufría del corazón y tenía una edad avanzada».

Por su parte el historiador José Miguel Soto Jiménez, en su excelente libro MALFINÍ, página 378, da cuenta de una versión, que él considera valiosa y digna de crédito, «referida a que don Vicente, ante la «demora aparente de su hijo» de matar a Trujillo, «en más de una ocasión le dijo: «Yo parece que no tengo hijos, porque si yo no estuviera tan enfermo, Trujillo hace rato que estuviera muerto».

A la muerte de Trujilo la noche del 30 de mayo, como todos los De la Maza, don Vicente no se salvó de la furia del régimen. Fue apresdo y llevado a la capital. Cuenta Antonio García Vásquez que «Ramfis Trujillo se presentó a la celda donde se encontraba preso Vicente De La Maza, y luego de que le llamaran le dijo: ‘»¿Es usted Vicente de la Maza?», y sin esperar contestación, agregó: «Su hijo Antonio acaba de morir de cuatro balazos en el pecho». Dicho eso se marchó sin esperar la reacción del viejo Vicente.

La muerte de Antonio ocurrió el 4 de junio en las inmediaciones del Parque Independencia junto a Juan Tomás Díaz. Los dos héroes iban en un carro público sin rumbo cuando fueron delatados, y los hombres del SIM que los buscaban como las fieras buscan a sus presas, les cayeron atrás, los interceptaron y luego de una breve batalla ambos fueron acribillados. La noticia no sorprendió a don Vicente que no ignoraba que si su hijo era capturado sería ejecutado sin contemplación. Ya antes, en 1957, el régimen, por ordenes de Trujillo, había matado a otro hijo suyo, el piloto Octavio de la Maza, hecho que puso a toda la familia decididamente a conspirar contra la vida de Trujillo.

La noticia, ni porque es dada por el propio Ramfis, de fama criminal, lo amedrenta. Con coraje, se aferró a los hierros de la celda, y aquel hombre de 81 años gritó de manera desafiante: «Llamen al general Trujillo, que yo también tengo que decirle algo». En su mirada llevaba el peso del honor, que hace que los hombres no echen para atrás ni siquiera ante la inminencia de la muerte. Para ese tipo de hombres morir es preferible al deshonor y a la humillación.

Don Vicente logró sobrevivir al vendaval de crímenes post Trujillo llevados a cabo por Ramfis. Seis de sus hijos figuran entre los torturados y asesinados por la máquinaria del terror trujillista. Murió en el año 1967, a los 86 años de edad. Su nombre habrá de mencionarse por siempre como el único dominicano que participó en los planes conspirativos contra dos tiranos: Lilís y Trujillo. Y también como el padre que más hijos aportó a la eliminación física de Trujillo.

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