La miseria de Pakistán continúa

Michael Roberts.

Ilustración: Pakistán, elecciones bajo la sombra de Imran Khan, OTL

…unos 700.000 trabajadores han perdido su empleo tras el cierre de unas 1.600 fábricas textiles del país, aproximadamente un tercio de ellas, que aportan el 60% de los ingresos totales del país por exportaciones. 


Pakistán celebra elecciones generales el 8 de febrero. En ellas se decidirá el próximo gobierno de la quinta nación más poblada del mundo y los gobiernos de sus cuatro provincias: Punjab, Singh, Baluchistán y Jyber Pajtunjwa. Alrededor de 128 millones de personas podrán votar para elegir a los 266 representantes que formarán el 16º Parlamento mediante el sistema de mayoría relativa. También votarán para elegir las asambleas legislativas de las cuatro provincias del país.

En un país de 241 millones de habitantes, dos tercios tienen menos de 30 años.  Un ciudadano puede votar a los 18 años. Pero sólo algo más de la mitad del electorado de Pakistán votó la última vez en las elecciones de 2018.  El anterior ganador de las elecciones de 2018 fue el ex jugador estrella de críquet convertido en político Imran Khan.  Fue destituido en una moción de censura en el Parlamento en abril de 2022.  Desde entonces, ha sido tiroteado y herido, y después encerrado hasta 20 años por diversos cargos de corrupción y sedición.  Miles de miembros de su partido han sido detenidos y se le ha prohibido presentarse a las elecciones.  Pero las encuestas sugieren que ganaría estas elecciones, si éstas fueran «justas».

Ningún primer ministro de Pakistán ha completado nunca un mandato.  Eso se debe a que, desde la formación del país, los militares han tenido el control. Es la institución más poderosa del país, y un enorme 12,5% del presupuesto gubernamental se destina a gastos militares.  Los militares deciden las necesidades de la élite de Pakistán.

Khan se enemistó con los militares cuando éstos decidieron cambiar de bando y dejar de apoyarse en China contra su principal enemigo percibido, India, y de depender del crédito chino para sobrevivir.  Los militares volvieron a pasarse al bando de los estadounidenses con sobornos de dinero de Arabia Saudí y los EAU y debido a la necesidad desesperada de obtener fondos del FMI, que Khan era reacio a aceptar debido a las austeras condiciones impuestas. «Desde la perspectiva de Washington, cualquiera sería mejor que Khan», afirmó Michael Kugelman, director del Instituto de Asia Meridional del Wilson Center de Washington.  En cambio, el probable ganador de las elecciones y candidato respaldado por los militares es percibido como «favorable a los negocios y proamericano».

Los militares no quieren dirigir directamente el país, pero se aseguran de conseguir un gobierno que siga sus intereses.  Y éste es el partido de Nawaz Sharif, tres veces ex primer ministro, que fue destituido por corrupción en 2017 y condenado a 10 años de prisión.  En 2022 regresó a Pakistán con su condena por corrupción rápidamente anulada y su prohibición de por vida de la política revocada.  Su partido y el ejército se aseguraron entonces de la destitución de Khan. El gobierno de Sharif intenta ahora satisfacer las exigencias del FMI y de los militares para dirigir la economía.

Y la economía de Pakistán está en graves problemas y en recesión. Las grandes inundaciones causaron graves daños a las cosechas y al ganado, y como el 44% de los trabajadores dependen de la agricultura, esto ha sumido a millones de personas en una profunda pobreza.  La inversión se ha desplomado. Se calcula que Pakistán necesita más de 16.000 millones de dólares para recuperarse del desastre.

La renta per cápita y el crecimiento del PIB de Pakistán son los más bajos de la región, salvo Afganistán, devastado por la guerra.  Sus tasas de desempleo e inflación son de las más altas de la región. El Índice de Desarrollo Humano, que mide los logros de un país a través de tres dimensiones básicas -salud, conocimientos y nivel de vida-, situó a Pakistán en el puesto 161 de 185 países en 2022. En otras palabras, Pakistán se encuentra entre los 25 países con menor desarrollo humano del mundo.

Pakistán sigue en manos de un pequeño grupo de terratenientes y familias empresarias.  Es uno de los países más desiguales del mundo.  Sólo 22 familias controlan el 66% de los activos industriales de Pakistán y el 20% más rico consume siete veces más que el 20% más pobre.  El 1% de los que más ingresos obtienen tiene la misma proporción de la renta personal total que el 50% de los que menos tienen (15,7%) y el 1% de los que más riqueza poseen posee el 26% de toda la riqueza personal, mientras que el 50% de los paquistaníes que menos tienen sólo tiene el 4% (World Inequality Lab). Ambos nombres, Khan y Sharif, significan «gobernante» o «noble». Alrededor del 45% de todos los titulares de cargos públicos de Pakistán proceden de «dinastías» familiares, cuya dirección política la decide quien selecciona el estamento militar.  La mayor parte de los ingresos de los ricos se destina a bienes inmuebles y activos financieros (gran parte de ellos en el extranjero).

La inversión del sector capitalista sólo representa el 11% del PIB.  Esto contrasta con el 45% de China o incluso con más del 20% de la mayoría de los países menos desarrollados.   Las exportaciones representan sólo el 7,6% del PIB del país. Esto supone casi 17 puntos porcentuales menos que la media de los países de renta media en general. Lo que el país exporta suelen ser productos de bajo valor añadido, como textiles, algodón y arroz.  En consecuencia, Pakistán depende del flujo de remesas de los paquistaníes que trabajan en el extranjero (y éstas han ido disminuyendo) y de la financiación exterior.

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Pakistán depende en gran medida del petróleo importado. El constante descenso del valor de la moneda del país ha provocado unos costes energéticos mucho más elevados. El tipo de cambio efectivo real de Pakistán, una medida amplia de la fortaleza de una moneda, descendió de 88,0 en 2022 a 72,0 en 2023, y la rupia pakistaní ha bajado un 40% frente al dólar estadounidense en el último año. La caída de la moneda y el aumento del coste de la vida llevaron la tasa de inflación a cerca del 40% (ahora ronda el 30% anual). Los tipos de interés están en máximos históricos, aplastando la inversión.

Este descenso del valor de la moneda de Pakistán se debe al fracaso de las exportaciones del país. Pakistán funciona esencialmente a base de préstamos extranjeros. La deuda externa representaba el 36% del PIB nominal del país en 2023, un aumento notable respecto al año anterior. El ratio deuda pública/PIB alcanzó el 89%. En junio de 2026, Pakistán tendrá que devolver unos 80.000 millones de dólares de deuda externa.

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De los 126.000 millones de dólares de deuda externa y pasivos de Pakistán, el 30% se debe a China. En el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, China ha invertido más de 60.000 millones de dólares en el Corredor Económico China-Pakistán (CPEC), que comenzó en 2015. Conecta el puerto paquistaní de Gwadar, en el mar Arábigo, con la región noroccidental china de Xinjiang a través de una red de carreteras, ferrocarriles y oleoductos. Hasta ahora, de los numerosos proyectos acordados en el marco de la CPEC, sólo se han completado unos pocos. La frustración china por los interminables retrasos en la finalización de los proyectos, la paralización de éstos y las amenazas a la seguridad de sus nacionales que trabajan en Pakistán ha provocado dudas a la hora de invertir en nuevos proyectos.

Los militares quieren pasar de la financiación china a la de Occidente y los Estados árabes. En julio de 2023, el FMI aprobó un Acuerdo Stand-By (SBA) de emergencia por valor de 3.000 millones de dólares para evitar el colapso total y el impago de la deuda. Pero el FMI quiere que Pakistán vaya más allá y «flote» (¡hunda!) completamente su tipo de cambio, aparentemente para impulsar las exportaciones.  Y para cualquier otro préstamo que Pakistán desee, el FMI insiste en que el gobierno aumente las tarifas eléctricas y recorte el gasto público.

Los militares pretenden ahora vender activos estatales para atraer inversiones extranjeras.  Ha creado un organismo dominado por los militares para gestionar los grandes proyectos económicos del país: el Consejo Especial de Facilitación de la Inversión (SIFC). Integrado por el primer ministro y el jefe del ejército, el SIFC ha dado luz verde a 28 proyectos de inversión para presentarlos a los países del Golfo.  El SIFC también está intentando vender a Arabia Saudí las minas de Reko Diq, una de las mayores reservas de oro y cobre del mundo.  Otros planes incluyen externalizar la gestión de los aeropuertos a EAU, privatizar la aerolínea nacional en un plazo acelerado y agilizar un acuerdo de libre comercio con EAU, denominado Ley de Asociación Económica Integral.  Con esta estrategia, el gobierno espera conseguir que EEUU respalde un nuevo préstamo del FMI.

Mientras tanto, unos 700.000 trabajadores han perdido su empleo tras el cierre de unas 1.600 fábricas textiles del país, aproximadamente un tercio de ellas, que aportan el 60% de los ingresos totales del país por exportaciones.  Una familia de trabajadores textiles explicó cómo les afectaba a ellos y a sus cinco hijos la escalada del coste de la vida. La pareja trabaja muchas horas para alimentar a sus tres hijas y dos hijos, ninguno de los cuales va a la escuela.

Solíamos arreglárnoslas con 500 rupias paquistaníes (1,40 libras; 1,75 dólares) al día. Ahora las cosas han cambiado. Para cocinar una sola comida, necesitamos 1.500 rupias», dijo el Sr. Maseeh. Su esposa añadió: «Nuestros ingresos no bastan ni para darnos una buena comida. ¿Cómo podemos permitirnos enviar a nuestros hijos a la escuela?.

Los adultos de Pakistán votan hoy, pero sin ninguna perspectiva de obtener el fin del desastre que es el capitalismo y los terratenientes pakistaníes y su gobierno militar.

Traducción nuestra


*Michael Roberts es un economista marxista británico, que ha trabajado 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.

Fuente original: Blog de Michael Roberts

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