La perspectiva de impago de la deuda estadounidense y el imperialismo monetario

Domenico Moro.

Imagen: Estrategia y Negocios

En la práctica, no se trataría más que de una enésima manifestación del poder del imperialismo monetario estadounidense, basado en el poder del dólar, para drenar la riqueza del resto del mundo.


Recientemente, en la portada del diario Sole24ore se ha puesto en duda la sostenibilidad de la deuda pública estadounidense, es decir, la capacidad del Gobierno para hacer frente al pago de los títulos de deuda emitidos por el Tesoro[i].

La noticia proviene de una encuesta realizada a 40 bancos centrales de todo el mundo, la UBS Asset Management’s Reserve Manager Survey.

Más concretamente, el 47 % de los encuestados considera posible, en el futuro, un escenario de reestructuración de la deuda pública estadounidense. Por reestructuración se entiende la insolvencia, en mayor o menor medida, de la deuda pública.

No se trata de una noticia baladí. Según el Sole24ore, sería

un acontecimiento catastrófico, sin precedentes, que tendría repercusiones devastadoras para todo el mundo[ii].

¿Por qué sería tan grave? Para responder, debemos recordar que el dólar es la moneda de intercambio comercial y, sobre todo, la reserva mundial. La deuda pública estadounidense, al estar denominada en dólares, desempeña un papel central en la economía mundial, ya que es utilizada como reserva por organismos oficiales, como los bancos centrales de todo el mundo, pero también por organismos cuasi oficiales y no oficiales.

Si la deuda no se pagara, aunque fuera solo en parte, se perdería la confianza en los EE. UU. y, por lo tanto, se vería socavado el estatus del dólar como reserva. Esto crearía una grave inestabilidad financiera mundial e incluso una grave crisis general.

La deuda estadounidense, es decir, sus títulos del Estado, se considera desde hace mucho tiempo una inversión segura, incluso la inversión segura por excelencia, especialmente en tiempos de crisis.

La capacidad de los EE. UU. para pagar su deuda es la base no solo de la estabilidad financiera mundial, sino también del dominio económico y, sobre todo, monetario de los EE. UU.

Gracias al hecho de que el dólar es la moneda de reserva mundial, los EE. UU. han podido financiar hasta ahora una deuda pública cada vez mayor.

Sin embargo, la situación es cada vez menos sostenible.

En primer lugar, porque la deuda pública ha crecido hasta alcanzar la cifra estratosférica de 36,22 billones de dólares, lo que significa, dado que el PIB estadounidense es de 29,18 billones, el 124 % del PIB.

En segundo lugar, por las decisiones de la administración Trump. El magnate neoyorquino había prometido recortes fiscales, financiándolos con recortes en el gasto público, que se habían encargado a Elon Musk, puesto al frente del “Doge”.

Sin embargo, el presupuesto federal de EE. UU. no se ha reducido como Musk había previsto, hasta el punto de que el magnate ha dimitido del “Doge”.

Los recortes han recaído sobre varios miles de empleados públicos despedidos y sobre los programas sanitarios y de asistencia a los más pobres, pero no han afectado a las partidas más importantes, como la defensa, que, según las declaraciones iniciales de Trump, debería haberse reducido en un 30 % en pocos años y que, en cambio, crecerá en 2026 hasta alcanzar los 1000 000 millones de dólares.

Los recortes fiscales, en particular los del capital, deberían, según Trump, dar un impulso a la economía estadounidense. Pero no está claro cómo pretende Trump financiar esos recortes.

En este punto, entra en juego el otro gran escollo de la economía estadounidense: el creciente déficit comercial con el extranjero.

De hecho, según Trump, el déficit comercial está provocado por la sobrevaloración del dólar frente a otras monedas, lo que hace que las importaciones sean más baratas y las exportaciones más caras para los estadounidenses.

Incluso la desindustrialización de gran parte de los Estados Unidos depende, según Trump, de la sobrevaloración del dólar. Ahora bien, normalmente una moneda debería adaptarse a la evolución de la balanza comercial, fortaleciéndose cuando la balanza es positiva y debilitándose cuando es negativa, como sería el caso de EE. UU.

Entonces, ¿por qué está sobrevalorado el dólar? Porque es la moneda de reserva mundial.

A este respecto, Stephen Miran, economista de referencia de Trump, identifica dos instrumentos para reducir el déficit comercial y reindustrializar EE. UU.

El primero es la introducción de aranceles[iii]. Estos tendrían una doble función. Por un lado, desalentar las importaciones y, por otro, al ser los aranceles un impuesto, garantizar a EE. UU. ingresos suficientes para financiar su deuda y mantener la promesa de reducción de impuestos.

El segundo instrumento es la devaluación del dólar. Esto permitiría a los EE. UU. descargar sobre otros países avanzados y aliados, como está ocurriendo con los aranceles, el peso de los costes para fortalecer la economía y la industria manufacturera estadounidenses.

Es lo que ocurrió en 1985 con los acuerdos del Plaza, cuando algunos de los principales países avanzados aceptaron una devaluación controlada del dólar. El resultado de esa operación fuela desaceleración de la economía japonesa, que pasó de un desarrollo muy fuerte a una larga fase de estancamiento.

Pero la política arancelaria de Trump presenta dos tipos de incógnitas.

En primer lugar, no es seguro que los aranceles garanticen los ingentes ingresos fiscales que espera Trump.

En segundo lugar, la forma brutal en que se han impuesto ha provocado reacciones negativas por parte del capital financiero estadounidense y mundial, que se han traducido en una caída de las bolsas de EE. UU. y Europa, un aumento de los tipos de interés de los bonos del Estado estadounidense (el coste de los intereses ha superado los 1000 000 millones anuales[iv]) y en la devaluación del dólar frente a otras monedas en un 13 % desde principios de año[v].

Trump se ha visto así obligado a dar marcha atrás en parte en los aranceles generalizados anunciados en abril.

La devaluación del dólar presenta dos aspectos.

El primero, positivo desde el punto de vista de Trump y Miran, consiste en que la devaluación del dólar encarece las importaciones y abarata las exportaciones estadounidenses.

El segundo, negativo, es que el debilitamiento del dólar podría poner en tela de juicio su condición de moneda de cambio y de reserva internacional y, con ello, el atractivo de la deuda pública estadounidense a los ojos de los extranjeros.

Esta última es una cuestión controvertida. De hecho, siempre en la citada encuesta de UBS, el 79 % de los bancos centrales considera que el dólar no perderá su estatus de moneda de reserva en los próximos años.

Los bancos centrales, que son lentos a la hora de modificar la composición de sus carteras, consideran que no tienen alternativas válidas al dólar, “aunque hay claras señales de diversificación hacia otras monedas, con el euro como principal beneficiario»[vi].

Por otra parte, las reservas en dólares de los bancos centrales han pasado del 72,7 %, el máximo de 2008, al 57,7 %, el mínimo de 2025[vii].

En resumen, la apuesta de Trump es repetir lo que hizo Estados Unidos con los acuerdos del Plaza en 1985, es decir, drenar la riqueza del resto del mundo y, en particular, de sus aliados, mediante aranceles y la devaluación del dólar, sin olvidar, sin embargo, la imposición de un aumento del gasto militar a los países de la OTAN, que se traducirá en la financiación de la industria bélica estadounidense.

Todo ello —y esto es fundamental— sin poner en tela de juicio el estatus del dólar como reserva y el atractivo de los títulos del Estado estadounidense. Una posible reestructuración parcial de la deuda pública estadounidense entraría dentro de esta estrategia.

Al fin y al cabo, la devaluación del dólar y el aumento de la inflación son formas de reestructurar subrepticiamente la deuda pública estadounidense, reduciendo su valor real.

De este modo, sería posible reestructurar la deuda, evitando el escenario potencialmente catastrófico evocado por Il Sole24ore.

En la práctica, no se trataría más que de una enésima manifestación del poder del imperialismo monetario estadounidense, basado en el poder del dólar, para drenar la riqueza del resto del mundo.

Traducción nuestra


*Domenico Moro es sociólogo. Investigador en el campo sociológico y del marketing, ha publicado Il Militare e la Repubblica, sobre el nuevo modelo de defensa, y numerosos artículos y ensayos de carácter sobre todo económico e histórico en distintos medios periodísticos y en revistas teóricas y de actualidad política, entre ellas Marxismo Oggi y Rinascita della Sinistra. El Viejo Topo publicó en 2013 su libro Nuevo compendio de El Capital y en 2015 Bilderberg. La élite del poder mundial. Su última obra publicada por el Viejo Topo es La Jaula del Euro.

Notas

[i] Isabella Bufacchi, «Sostenibilidad de la deuda estadounidense: alarma de los bancos centrales», Il Sole24ore, 16 de julio de 2025.

[ii] Ibídem.

[iii] Stephen Miran, «A User’s Guide to Restructuring the Global Trading System», Hudson Bay Capital, noviembre de 2024.

[iv] Morya Longo, Así, el ataque de Trump a Powell se convierte en un boomerang sobre los tipos, Il Sole24ore, 18 de julio de 2025

[v] Giuliano Noci, Trump nos despierta, Europa está en pijama, Il Sole24ore, 15 de julio de 2025.

[vi] Isabella Bufacchi, op. cit.

[vii] Fondo Monetario Internacional, Cofer, primer trimestre de 2025.

Fuente original: LABORATORIO per il socialismo XXI secolo

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