La teoría económica en tiempos de crisis
Por Daris Javier Cuevas
El brillante economista estadounidense John K. Galbraith en su libro historia de la economía, hace una puntualización irrefutable cuando afirmaba que “las ideas económicas no son muy importantes allí donde no hay economía”. A esto le agregó, “la característica más común del futurólogo económico no es la de saber, sino la de no saber que no sabe”, tales criterios los sustentaba en que todas las predicciones, acertadas o inexactas, tienden a olvidarse con mucha rapidez.
Bajo esos criterios, los economistas entienden por teoría económica cada una de las hipótesis o modelos que procuran explicar aspectos de la realidad económica, pero que normalmente se distinguen dos enfoques: Microeconomía y Macroeconomía. En tal sentido, la primera hace referencia a la rama que estudia el comportamiento de los agentes económicos individuales como los consumidores, empresas, trabajo, mientras que la segunda es la parte de la teoría que estudia los agentes económicos globales como es el caso de los diferentes mercados y variables en su conjunto.
Por lo planteado, la razonabilidad permite establecer que una teoría económica hace referencia al conjunto de principios o enunciados de carácter general, integrados en un cuerpo doctrinario y sistematizado que pretende estudiar la realidad económica. Por igual, los enunciados que forman la teoría económica se encuentran integrados por conceptos y categorías económicas.
En virtud de que los conceptos son históricos, y la economía es una ciencia histórica, se puede decir que la necesidad y el trabajo son conceptos económicos e históricos. Pero sucede que algunos conceptos no han existido en todas las épocas históricas de la humanidad, por lo tanto, estamos hablando de categorías económicas.
La economía surge como ciencia en el siglo XVIII y es William Petty el primero que utilizó el término economía política. Pero el arraigo como ciencia se produce con la aparición de la obra Adam Smith “Ensayo sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones”, en 1776, donde hace un análisis de la sociedad en su momento, y plantea un nuevo modelo económico: el liberalismo económico, época en que ya la Revolución Industrial estaba arrancando en Gran Bretaña.También, en pleno auge de la gran depresión de los años 30 del siglo XX, sorprendió al mundo académico y la ciencia económica la aparición del economista John M. Keynes desafiando los principios de la economía clásica y dando inicio a lo que se denominó la revolución Keynesiana. Los planteamientos de Keynes fueron plasmados en su obra cumbre titulada “teoría General de la ocupación, el interés y el dinero”, en 1936, en la cual expone metódicamente los elementos de su propuesta teórica, siendo así la obra más transcendental de quien conseguía ser uno de los economistas más prestigioso del siglo XX.
A la luz de la rigidez científica, la economía no tiene capacidad para realizar un experimento controlado de sus análisis, por tanto, sus conclusiones no son definitivas para establecer a modo de culminación irrefutable el impacto de una variable sobre otra. No obstante, la fortificación de la economía reside en explicar las observaciones de los acontecimientos económicos sobre la base de la teoría económica, que es un cuerpo teórico armónico que contiene las principales variables y relaciones que subyacen en los hechos económicos, la cual representa una forma general de concebir la realidad económica y que hace uso de los modelos económicos proporcionando así a los economistas un esquema de la forma como funciona un sistema económico, en particular, el mercado laboral y la pobreza, al tiempo que la teoría económica aconseja evitar el cierre de la economía, auspiciar una aceleración en los planes de inversión pública, auxiliar a las familias mas vulnerables mediante subsidios sostenibles, reactivación del nivel de empleo mediante el diseño de planes efectivos y que los mercados funcionen sin perturbaciones.