Las razones sociopolíticas qué explican la crisis de confianza de la sociedad Dominicana en el sistema de partidos se manifiestan en la degradación del estado de derecho.

Por Juan Carlos Espinal.

La descomposición del sistema de partidos políticos de la democracia representativa 1966-2024 sería atribuible al fracaso del contrato social de pos guerra, como una de tantas causas.

En mi opinión, los líderes políticos de la democracia representativa 1966-2024 deberían re-construir una democracia qué con el paso del tiempo beneficie a tod@s, reparando primero en reformar el modelo económico.

En realidad, la democracia representativa 1966-2024 está muriendo.

Ante el vacío de participación ciudadana es pertinente transformar el orden político que definió el siglo pasado impulsando un profundo cambio socio económico.

El orden político de la democracia representativa 1966-2024 ha sido moldeado por dos momentos históricos cruciales.

El primero, el actual sistema internacional a través del cual se da paso a la creación de las Naciones Unidas y las instituciones de Bretton Woods.

El segundo se registra en el año de 1989, con la caída del Muro de Berlín, que marcó la victoria parcial de los países del eje occidental en la Guerra Fría.

Desde entonces, hemos vivido en un mundo unipolar caracterizado por un alto grado de integración global de los mercados.

Las reglas políticas y las normas sociales que durante los 12 años de Balaguer dieron forma a las relaciones económicas que se mantuvieron con la comunidad internacional mediante las garantías de seguridad del Departamento de Estado de los Estados Unidos y se basaron en la creencia de que la interdependencia geográfica superaría las rivalidades geopolíticas y fomentaría la prosperidad colapsaron.

Sin embargo, el mundo de hoy es muy diferente.

Es un mundo multipolar, con China, Rusia, India, Turquía, Brasil, Sudáfrica y los Estados del Golfo que desafían el viejo orden, junto con otras potencias emergentes que exigen una mayor voz en la configuración de las reglas del sistema internacional.

Mientras tanto, la creencia en los valores universales y la idea de una comunidad internacional dependiendo del G7 ha disminuido, ya que los países ricos que acapararon vacunas durante la pandemia de COVID-19, y la respuesta del gobierno del presidente Abinader a la guerra de Ucrania,y en comparación con la falta de acción en respuesta a las crisis humanitaria en Haití, pesan mucho a la hora de entrar en algunas consideraciones de derecho público internacional.

Además de estas consideraciones, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha amenazado con retirar las garantías de seguridad que han sido cruciales para Europa y Japón, abandonando muchas organizaciones internacionales e imponiendo aranceles comerciales a gobiernos aliados de Estados Unidos.

Cuando el garante del sistema de relaciones internacionales se viene abajo se hace posible un nuevo escenario.

Es posible que como país nos dirijamos a un mundo en el que las reglas económicas sean reemplazadas por el supremacismo político, un entorno muy difícil para la Franja del Caribe.

O quizá este nuevo ordenamiento geopolítico qué emerge puede ser un mundo de grandes bloques regionales, con Estados Unidos cediendo espacio en el hemisferio, China prevaleciendo y Rusia reafirmando el control sobre los países de la antigua Unión Soviética.

Hemos venido sugiriendo qué deberíamos encontrar nuestro propio camino en medio de un orden basado en la integración que refleje con mayor precisión la multipolaridad.

Pero, para llegar allí, necesitamos entender mejor por qué fracasó el antiguo orden de pos guerra.

En el caso de los países en desarrollo como el nuestro, el sistema internacional no se adaptó para otorgarles una voz adecuada, ya sea mediante la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU o con derecho a voto en las instituciones de Bretton Woods.

En las economías desarrolladas, un factor que se pasa por alto es la incapacidad de los contratos sociales a nivel nacional para adaptarse a la evolución de la economía mundial.

Los contratos sociales (las reglas, normas, derechos y obligaciones que sustentan la cohesión nacional y la estabilidad política) afectan todo, desde cómo se organizan los hogares nacionales hasta cómo se abordan desafíos como el desempleo, la enfermedad, la explosión demográfica y el envejecimiento.

Los acuerdos de los gobiernos de pos guerra para proporcionar prosperidad, seguridad, estabilidad y desarrollo humano fueron particularmente un rotundo fracaso.

En el modelo económico que auspicia la globalización neoliberal se experimenta un quiebre clave en
cuestiones socioculturales que afectan el orden internacional de dos maneras importantes:

En primer lugar, en un mundo interconectado, los asuntos internos y externos suelen ser lo mismo.

Los mercados laborales están moldeados por los acontecimientos económicos mundiales, las tendencias sociales y culturales trascienden las fronteras a través de los medios de comunicación, y las políticas de un país afectan los resultados de los demás.

En segundo lugar, las actitudes de las personas hacia el contrato social vigente en el país afectan su percepción de los asuntos internacionales.

Cuando las personas se sienten prósperas y económicamente seguras, es más probable que apoyen las economías y sociedades abiertas y que sean generosas con los menos afortunados, tanto a nivel nacional como mundial.

Paradójicamente, los países que construyeron el orden mundial basado en el unilateralismo y que más se beneficiaron de él están experimentando ahora la mayor tensión en sus contratos sociales y la reacción interna más fuerte contra la globalización neoliberal y la cooperación internacional.

Esta dinámica suele ser difícil de comprender para los economistas fondomonetaristas, ya que las políticas de la comunidad internacional se basan en la desigualdad.

Los países más ricos se benefician del comercio exterior sin competencia.

En ese esquema, la competencia es buena para los consumidores de las capas sociales de mayor nivel adquisitivo y las políticas de mejora de la eficiencia mejoran la situación de las sociedades más ricas.

Los economistas fondomonetarista del Banco Central son adeptos a la creencia de que cuando la minoría gana, otros deben perder.

Ese ha sido el talón de Aquiles de la formulación de políticas económicas recientes, que no han prestado suficiente atención a las cuestiones distributivas y no han considerado cómo mantener el apoyo político a las políticas económicas de los trabajadores.

El ejemplo más elocuente de nuestros desafíos actuales se puede encontrar en las encuestas de opinión pública que preguntan a los padres si creen que sus hijos estarán mejor o peor que antes.

En la actualidad, los hogares nacionales creen abrumadoramente que sus hijos estarán peor.

Estas expectativas están bien fundamentadas en la desesperanza.

En la mayoría de las capas medias, los ingresos reales de los jovenes(18-35 años) son apenas más altos, si es que lo son, que los de sus padres a la misma edad, por ejemplo.

Pero estos tienden a estar significativamente más endeudados y tienen menos probabilidades de ser propietarios de una vivienda.

Las personas que crecen durante períodos de lento crecimiento económico y movilidad social limitada tienen más probabilidades de desarrollar una mentalidad fragmentada.

A medida que la economía dominicana se ha estancado y la movilidad social ha disminuido, el apoyo a la política ha disminuido tanto en la izquierda como en la derecha, alimentando el ascenso de la extrema derecha que se compromete a proteger a sus electores de las amenazas externas percibidas.

Un nuevo pacto social, político, económico y medio ambiental supone restaurar una sociedad en descomposición que beneficie a los trabajadores.

Cuando aumenta la extrema pobreza y las personas carecen de seguridad y oportunidades en sus hogares, se vuelven hacia adentro, por temor a la competencia y la inmigración.

Las sociedades divididas y ansiosas se convierten en terreno fértil para el populismo nacionalista, la anti política y la deshumanizacion.

Por el contrario, cuando el crecimiento económico es inclusivo y las PYMES están creciendo, es mucho más fácil ser generoso con los desfavorecidos dentro de nuestras propias sociedades y en el resto del mundo.

Las actitudes unilaterales hacia la politica exterior y la coordinación de las políticas internacionales con Haití a menudo reflejan esta dinámica, variando de una frontera a otra y a lo largo del tiempo.

Un nuevo Pacto social en beneficio de los trabajadores fomentaría un pensamiento político más integral.

Pero ¿cómo sería tal pacto?

Quiero centrarme en tres temas claves:

Prosperidad colectiva, seguridad ciudadana e identidad nacional.

Para sostener una visión multipolar debemos creer en la posibilidad del Progreso.

Esta verdad fundamental es evidente en las encuestas que muestran el pesimismo de los hogares dominicanos sobre las perspectivas futuras del país.

El Progreso puede tomar la forma de crecimiento económico y mejoras materiales en la vida de las personas.

También puede significar avances en el bienestar, como relaciones humanas más significativas, una salud física y mental con mayores niveles de vida, un medio ambiente más saludable y una mayor satisfacción general con el entorno.

Para que el nuevo pacto social funcione, es esencial que todos tengan la oportunidad de mejorar sus salarios.

La desafección con el sistema de partidos políticos de la democracia representativa 1966-2024 es más pronunciada en las regiones más pobres del país donde la probabilidad de movilidad social ascendente es escasa o decreciente.

Hoy en día, en algunas provincias del Suroeste o en las zonas fronterizas del país, el talento se desperdicia porque las oportunidades no son accesibles para todos.

Gran parte de este potencial desperdiciado pertenece a las mujeres de entre 18-35 años y entre los niños nacidos en familias o comunidades que carecen de los recursos para brindarles oportunidades.

¿Cómo podemos aprovechar mejor el talento dentro de nuestras sociedades?

Además de invertir en los primeros años de vida, debemos asegurarnos de que todos los jóvenes tengan igual acceso a la educación.

Esto podría incluir una dotación vitalicia para financiar estudios universitarios o formación tecnico-profesional, preparando a las personas para lo que probablemente serán los retos del desempleo juvenil.

Aunque la mayoría de las provincias han igualado el acceso a la educación para las niñas y los niños, las mujeres siguen estando en desventaja en el lugar de trabajo.

Esto se debe en gran medida a que realizan dos horas más de trabajo no remunerado al día que los hombres, incluidas las tareas domésticas y el cuidado.

Un permiso parental más generoso, una mayor financiación pública para apoyar a las familias y una división más justa del trabajo en el hogar permitirían a las sociedades hacer un mejor uso de la mano de obra femenina.

Además, en todas las sociedades es posible establecer un nivel mínimo de ingresos por debajo del cual nadie debería caer.

Las prestaciones mínimas deben incluir el acceso a la atención sanitaria básica y una pensión estatal suficiente para evitar la indigencia en la vejez.

También deben cubrir las bajas por enfermedad y el seguro de desempleo, independientemente de los contratos de trabajo.

En los segmentos medios-altos de la sociedad Dominicana en desarrollo, esto requiere incorporar más trabajadores al sector formal.

En las provincias de economías mas avanzadas, significa obligar a los empleadores a proporcionar beneficios a los trabajadores flexibles en proporción a cuánto trabajan.

Demasiados riesgos en nuestras sociedades son asumidos por los individuos, cuando podrían compartirse o gestionarse colectivamente de manera más eficiente.

Por ejemplo, los empleadores podrían mantener la flexibilidad en la contratación y el despido de trabajadores en función de las condiciones del mercado si los trabajadores supieran que recibirán seguro de desempleo y programas de recapacitación para brindarles seguridad hasta que encuentren nuevos empleos.

Del mismo modo que los economistas fondomonetaristas del Banco Central no prestan suficiente atención a la integración económica con América Latina y el Caribe y a las cuestiones distributivas, también tienden a subestimar la importancia de la identidad.

La identidad cultural multipolar, después de todo, es a la lengua o la geografía lo que en la economía global mantiene unido el nuevo pacto social.

Enfatizar en la homogeneización cultural, un idioma común y la identificación nacional en la forja de la identidad nacional por si mismo carece de sentido común.

El desarrollo humano en torno a una identidad cultural compartida arraigada en valores comunes es especialmente importante en las sociedades diversas.

Sin duda, la identidad cultural no es un monolito, ni se trata únicamente de etnia, raza o religión.

La inmigración, – como fenómeno subyacente del análisis -, posiblemente sea el tema más destacado por los medios de comunicación corporativos, planteado por los políticos populistas en Europa y Estados Unidos e instrumentalizado por los gobiernos neoliberales.

Si bien la mayoría de los economistas fondomonetaristas del Banco Central argumentan que la inmigración es generalmente positiva para el crecimiento, el debate sociopolítico sobre la inmigración rara vez tiene que ver con la economía.

En cambio, se centra en la identidad cultural.

Nos encontramos en medio de un reordenamiento fundamental del sistema de partidos políticos, cuyos resultados siguen sin estar claros.

Estoy convencido de que una política exterior organizada requerirá un pacto social más integral a nivel de país que genere progreso, seguridad y un sentido de identidad compartida.

No deberíamos permitir que aquellos que desde el Departamento de Estado de los Estados Unidos o de la Unión Europea puedan continuar definiendo la identidad nacional en términos excluyentes.

Al trabajar en estas cuestiones nacionales, podríamos aumentar la probabilidad de crear un servicio exterior más estrechamente vinculado al Derecho Público Internacional.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.