Lecciones de la lucha en UPS, la mayor empresa de logística de Estados Unidos
Luigi Morris.
Foto: Trabajadores de UPS se manifiestan por un nuevo convenio ante un almacén de la empresa, el 14 de julio en Nueva York.BRENDAN MCDERMID (REUTERS)
Aunque este contrato tiene algunos logros importantes, una huelga podría haber ganado mucho más, en particular para los trabajadores de tiempo parcial.
La semana pasada, los Teamsters (sindicato de camioneros) anunciaron el resultado de la votación sobre el acuerdo provisional propuesto por la empresa UPS. De los más de 150.000 miembros que votaron, una abrumadora mayoría, el 86%, votó a favor del acuerdo propuesto.
Aunque este convenio tiene importantes logros, se podrían haber conseguido más yendo a la huelga, algo que los trabajadores de UPS estaban dispuestos a hacer. Estos resultados, y la lucha contractual en UPS, muestran tanto los puntos fuertes como los débiles del floreciente nuevo movimiento obrero en Estados Unidos.
La lucha contractual en UPS, uno de los mayores empleadores del sector logístico de Estados Unidos, cautivó los corazones y la imaginación de los trabajadores de todo el país, demostrando los cambios en la conciencia de la clase trabajadora que han aumentado las expectativas de los trabajadores tras la pandemia. También mostró claramente que los trabajadores están cada vez más dispuestos a luchar y a hacer huelga para conseguir sus reivindicaciones. Los Teamsters de base votaron abrumadoramente a favor de autorizar una huelga, y miles participaron en piquetes antes de la fecha límite del contrato. Esta energía y compromiso desempeñaron un papel importante a la hora de presionar a UPS para que ofreciera concesiones a los Teamsters, ayudando en particular a revocar varias medidas antiobreras que la empresa había conseguido imponer en el último contrato.
Al mismo tiempo, el acuerdo pone de manifiesto los límites del actual movimiento sindical. A pesar de toda la fuerza de una posible huelga, con los vientos soplando a favor de los trabajadores de UPS, incluido el apoyo popular masivo, los líderes sindicales fueron capaces de convencer a la gran mayoría de los trabajadores de que no hicieran huelga y aceptaran un contrato que no resolvía cuestiones clave y que incluso la consejera delegada de UPS, Carol Tomé, calificó de «beneficioso para todos»(“win-win-win).
Este escenario demuestra la continua necesidad de construir el poder de las bases y la autoorganización para desafiar la fracasada política conciliadora de las burocracias sindicales, y para ayudar al movimiento obrero a romper con el Partido Demócrata.
Oportunidades perdidas
Tras décadas de austeridad neoliberal y de deterioro de las condiciones laborales de los trabajadores de UPS -especialmente de los trabajadores a tiempo parcial como yo- había inmensas posibilidades de que los trabajadores levantaran la cabeza y el puño para exigir más. En un momento en el que todavía hay más de 140.000 trabajadores en huelga entre la WGA (sindicato de guionistas) y la SAG-AFTRA (son dos grandes sindicatos estadounidenses: Screen Actors Guild y American Federation of Television and Radio Artists) y estamos a pocas semanas de que finalice el plazo para las negociaciones de los trabajadores del sector automovilístico de la UAW (Trabajadores del Automóvil Unidos), la perspectiva de que 340.000 trabajadores de UPS fueran a la huelga tenía el potencial de revigorizar el movimiento obrero.
En este gran teatro de la acción colectiva, si los trabajadores de UPS hubieran ido a la huelga, no sólo habrían interrumpido las operaciones de la empresa, sino que también habrían generado un gran efecto en la economía y la cadena de suministro, poniendo de relieve que somos nosotros los que realmente dirigimos la sociedad. Habría ocurrido justo antes de las negociaciones de los tres grandes fabricantes de automóviles – y una huelga y una victoria, o una huelga en curso en UPS, habrían elevado el nivel y la combatividad de estos trabajadores. Una posible huelga en UPS tenía el potencial de unir a nuestro sindicato y salvar la enorme brecha salarial entre los conductores y los trabajadores a tiempo parcial, ofreciendo la oportunidad de actuar juntos por los sectores más explotados de nuestro sindicato. No es exagerado preguntarse si esto podría haber sido la chispa que encendiera un fuego en el movimiento obrero estadounidense.
El 25 de julio, pocos días antes de la fecha límite para la huelga, UPS y los Teamsters llegaron a un acuerdo provisional. Antes incluso de que los trabajadores conocieran el texto completo del contrato, los políticos del Partido Demócrata lo pregonaban como una gran victoria. Este contrato tiene importantes logros que son producto de la movilización y organización de los trabajadores de base. Sin embargo, aunque el contrato ha sido aprobado por mayoría (86% de 156.099 votos), muchos trabajadores de UPS, como yo, seguimos sintiendo que aún es insuficiente respecto al contrato histórico que habíamos imaginado.
El sentimiento predominante entre la campaña del voto negativo, y también en amplios sectores del voto afirmativo, es que «podríamos haber luchado por más». Este sentimiento dice mucho de la dinámica cambiante de las y los trabajadores; las expectativas son más altas que nunca. También pone de relieve lo que será necesario para crear un movimiento obrero de lucha que no presione a los trabajadores para que rebajemos nuestras expectativas, sino que nos fortalezca para organizarnos para exigir, luchar y hacer huelga.
Teníamos el impulso para una huelga
Jane McAlevey escribió en The Nation sobre la negociación de UPS:
Como movimiento, tenemos que ser muy conscientes de los momentos en los que tenemos suficiente influencia para establecer nuevas normas y avanzar, en lugar de limitarnos a restaurar los logros anteriores… Los trabajadores de UPS se encuentran ahora mismo en una posición estratégicamente ventajosa, saliendo del punto álgido de la pandemia con unos beneficios récord de UPS, mientras los accionistas y los CEOs se siguen enriqueciendo con el dinero que los trabajadores, con su sudor y sufrimiento ganaron para los jefes, con el país en su conjunto enfrentándose a un mercado laboral tenso, con un sentimiento masivo a favor de los trabajadores y en contra de los codiciosos directores generales que se exacerba con cada huelga que los trabajadores llevan a cabo en un sector tras otro.
En este punto, tiene razón. La empresa ha experimentado un crecimiento sustancial desde 1997, con una plantilla más numerosa, unos beneficios anuales superiores a los 10.000 millones de dólares cada uno de los tres últimos años, nuestras manos por sí solas contribuyen a mover el 6% del PIB estadounidense, lo que incluye el movimiento diario de más de 20 millones de paquetes. UPS se encontraba bajo una tremenda presión. Una huelga podría haberse traducido en miles de millones en pérdidas, y en un daño para su imagen, ya que las negociaciones se centraban en nuestras precarias condiciones laborales, especialmente para los empleados a tiempo parcial. La empresa estaba acorralada.
Hubo un claro impulso: salimos de la pandemia como trabajadores esenciales, reconocidos como agentes de cambio dentro de la clase trabajadora. Hay odio contra las empresas y los directores generales que se enriquecieron durante la pandemia. Cientos de miles de trabajadores de todo el país estuvieron en huelga mientras se negociaban los contratos. La popularidad de los sindicatos siguió creciendo, especialmente entre los jóvenes, que desempeñaron un papel fundamental en la organización en lugares como Starbucks, Amazon y otros. Llegamos a este punto después de una campaña de un año que culminó con un 97% de votos a favor de la huelga, piquetes en todo el país y una plantilla lista para la huelga el 1° de agosto. Como dijo Emily Butt, Teamster de Detroit con diez años de antigüedad, en un podcast de Jacobin: «No creo que se nos haya dado la oportunidad de luchar a fondo. Nos dijeron que negociar es un deporte de impacto total, […] y nunca llegamos a luchar».
Podríamos habernos sumado a las huelgas en curso y haber llegado al medio millón de huelguistas, inspirando a otros muchos sectores a seguir el ejemplo. Los trabajadores de todo el país tenían sobradas razones para oponerse, ya que nuestras condiciones de trabajo y nuestros salarios se habían visto erosionados por las crisis económicas, la pandemia, la inflación y las corporaciones que sólo buscan lucrar.
El historiador estadounidense Nelson Lichtenstein, hablando de las secuelas de la huelga de UPS de 1997, mencionó cómo puso fin al «síndrome PATCO, un periodo de dieciséis años en el que una huelga era sinónimo de derrota y desmoralización»; 26 años después, ¿podría esta posible huelga de UPS haber desempeñado de nuevo un rol para crear un punto de inflexión positivo en el movimiento obrero en su conjunto? No creo que sea exagerado afirmar que podría haber ocurrido.
Podría haber influido en las negociaciones de la UAW y en las huelgas de la SAG y la WGA; podría haber mostrado a los trabajadores de todo el mundo cómo los trabajadores pueden cerrar la sociedad. Tal demostración de poder obrero tenía el potencial de revigorizar y radicalizar el nuevo movimiento obrero que ha entrado en escena desde la pandemia.
Como dijo Joe Allen en un evento organizado por Tempest y Left Voice:
El gran ganador creo que en el contrato en este momento, es la administración de Joe Biden que ha continuado su papel – mucho más encubierto esta vez – tratando de evitar grandes huelgas nacionales de gran importancia económica … Utilizaron más la política entre bastidores para asegurarse de que no hubiera una huelga este año. Así que la administración de Biden está consiguiendo prácticamente todo lo que quería.
La administración de Biden, ya en modo electoral, trató de evitar una huelga que podría interrumpir la cadena de suministro y movilizar a la clase obrera a las calles. Ya vimos cómo Biden interrumpió la huelga ferroviaria, y desde ya, quería evitar esta huelga posiblemente perturbadora. Si hay algo que el gobierno no quiere, es que la clase obrera también gane popularidad utilizando sus propios métodos de lucha de clases para encontrar soluciones a los problemas políticos, sociales y económicos cotidianos. O’Brien (presidente de los Teamsters) ya expresó su aprobación por la participación del presidente Joe Biden en las negociaciones contractuales de los trabajadores ferroviarios y animó a los miembros del sindicato ferroviario Teamster a aceptar el acuerdo provisional, aunque no fuera bien recibido.
La dirección del sindicato evitó una posible confrontación y una nueva experiencia de los trabajadores con el Partido Demócrata, ya que a pesar de toda la palabrería de este gobierno como «la administración más pro-laboral», demuestra día tras día que defiende los intereses de la patronal, no de los trabajadores. Ese es otro aspecto de la victoria de Biden con este contrato.
Los límites de la propuesta de acuerdo
En el convenio se han conseguido verdaderos logros gracias a la sindicalización, como la eliminación de la clasificación 22.4, que supone la supresión de los aspectos más atroces del sistema de dos niveles entre los conductores. También se suprime el «sexto golpe» forzoso, por el que se puede obligar a los trabajadores a incorporarse un sexto día y hacer horas extras. Los camiones de nueva adquisición tendrán aire acondicionado y el día de Martin Luther King, Jr. será un día festivo remunerado.
Pero, hay grandes deficiencias, tanto para los conductores como para los trabajadores a tiempo parcial, como hemos descrito (para más información sobre las deficiencias en el contrato, se puede leer aquí y aquí). Esto incluye el mantenimiento de una progresión de cuatro años para que los conductores alcancen salarios más altos, así como mecanismos de aplicación muy débiles para las horas extras y la falta de aire acondicionado en los depósitos, así como en la mayoría de los camiones. Hay más problemas, como los aumentos insuficientes de las pensiones y los aumentos en general para ponerse al día, las cámaras de vigilancia en los coches desactivadas pero aún dentro de los coches, los conductores de vehículos personales y la subcontratación restringida pero aún permitida, entre otros. Pero el mayor problema es la forma en que este contrato continúa la enorme brecha que existe entre los trabajadores a tiempo parcial y los trabajadores a tiempo completo.
“Estados Unidos a tiempo parcial” una idea que sigue sin funcionar
Gran parte del debate en torno a los trabajadores a tiempo parcial se ha centrado intencionadamente en los salarios, pero se ha hablado poco de nuestras condiciones de trabajo en general. En 1978, Teamsters for a Democratic Union (TDU -Teamsters por un Sindicato Democrático) publicó un folleto en el que pedía igualdad salarial y una garantía de cinco horas diarias para los trabajadores a tiempo parcial. Veinticinco años más tarde, los trabajadores a tiempo parcial sólo tienen garantizadas 3,5 horas al día, y no se ha debatido la posibilidad de aumentarlas. Hoy, cobrar 21 dólares la hora sólo garantiza 367 dólares semanales antes de impuestos. Sigue siendo un salario de miseria.
Como ya mencioné en un artículo anterior:
Al examinar las tendencias salariales históricas, el salario inicial de un empleado por hora en UPS en 1982 era de 8 dólares la hora, lo que, ajustado a la inflación, equivale aproximadamente a 25 dólares en la actualidad. Sin embargo, la creación de un sistema escalonado dentro de UPS ha dado lugar a una marcada brecha salarial entre los trabajadores a tiempo parcial y a tiempo completo, socavando la importancia de las horas trabajadas como principal factor diferenciador.
Esta creciente brecha salarial reflejaba un patrón más amplio bajo el neoliberalismo, que creó un sector de trabajadores de niveles inferiores -desproporcionadamente negros y marrones- que ganan salarios de miseria.
Una de las principales quejas de mis compañeros de trabajo es que no tenemos suficientes horas para realizar nuestras tareas. La empresa siempre intenta presionar a los trabajadores para que hagan todo el trabajo en 3,5 horas, lo que causa un enorme desgaste físico y mental a los trabajadores, especialmente en los veranos, que cada año son más calurosos e insoportables. El desprecio de UPS a los trabajadores de interior es tan fuerte que hizo falta una amenaza de huelga para conseguir más agua, hielo y ventiladores para los trabajadores de interior de los depósitos en medio de una ola de calor y de un clima cambiante que sólo seguirá aumentando. No se habló de instalar aire acondicionado en los almacenes, lo que significa que, durante los próximos 5 años, los trabajadores a tiempo parcial tendrán que seguir trabajando en condiciones penosas y con un calor extremo.
Las pausas de diez minutos no bastan. Apenas tenemos tiempo para ir al baño y tomar algo de beber o comer. En temporada alta o en las semanas de más trabajo, como a finales de julio, trabajamos cerca de 5 horas diarias, con un calor récord histórico, y de nuevo, sólo tenemos 10 minutos para descansar en un trabajo agotador. A UPS no le importa nuestra salud ni nuestro sustento; para ellos, sólo somos mano de obra barata y desechable.
En esta campaña por el contrato, la TDU distribuyó un folleto y una petición exigiendo 25 dólares la hora y descansos más largos para los trabajadores a tiempo parcial. Pero a medida que avanzaba la campaña, esta reivindicación fue totalmente olvidada: la retiraron de su página web y de sus materiales. Y cuando se llegó al acuerdo provisional, este grupo supuestamente de izquierdas dentro de los Teamsters no planteó la reivindicación de los 25 dólares. Las concesiones no son sólo cosas que retroceden, sino también luchas que no se plantean, como todas estas necesidades inmediatas de los trabajadores a tiempo parcial. La larga historia de concesiones y de dejar atrás a los trabajadores a tiempo parcial, más la constante rotación, hizo que nuestro sector se sintiera desconectado y desvinculado del sindicato.
A falta de una demanda clara de un salario digno para los trabajadores a tiempo parcial, se bajó el listón para todo el sector. Cuando los trabajadores a tiempo parcial evaluaban la Tentativa de Acuerdo (AT), ya no lo hacían en el contexto de la demanda de un salario más alto, sino en comparación con el actual salario invivible. Todo esto sesga las negociaciones a favor de la patronal, que puede continuar la rentable tendencia de exprimir al sector más explotado de los trabajadores.
Me levanto para ir a trabajar a las 3 de la mañana, con intensos dolores de espalda por el esfuerzo que me demanda este empleo, y profundamente agotado por trabajar en UPS y en otros trabajos adicionales para llegar a fin de mes. Con este contrato, no hay ningún cambio sustancial en mi vida. No parece histórico. Me pagan mejor, pero no lo suficiente para llegar a fin de mes. Me dan dos días más de baja por enfermedad, lo cual, cuando pienso en el dolor de espalda, sé que no es suficiente. Me imagino lo que sienten las familias monoparentales que no sólo tienen que luchar para llegar a fin de mes, sino también por sus hijos. Pienso en los padres que ni siquiera pueden recoger a sus hijos debido a los dolores de espalda y que no pueden tomarse días libres para cuidar de los niños cuando enferman.
Hasta 1982, los empleados de UPS que trabajaban dentro de los depósitos eran trabajadores que percibían salarios comparables a los de los trabajadores a tiempo completo. Cuando se crearon los puestos a tiempo parcial, el salario inicial equivalía a más de 25 dólares la hora en dólares de 2023, ajustados a la inflación. Hoy, 25 dólares la hora debería ser el mínimo.
Muchos de mis compañeros de trabajo dijeron que pensaban votar en contra, pero muchos otros dijeron que iban a votar a favor, en gran parte para asegurarse los 21 dólares de salario inicial, que tan desesperadamente necesitan para sobrevivir. Someter la AT (Tentativa de Acuerdo) a votación de la forma en que se hizo provocó muchas divisiones entre sectores más satisfechos que otros. Muchos trabajadores que querían luchar por más temían que un voto negativo pudiera poner en peligro lo conseguido en el AT, una ilusión fomentada por los dirigentes sindicales. Sin duda era posible organizar a los trabajadores para debatir el AT y sus límites, realizar más piquetes y más reuniones en los aparcamientos, lo que demostraría a UPS que los trabajadores querían un acuerdo mejor.
El contrato ha sido aclamado como una «victoria histórica» por los líderes sindicales y los políticos del Partido Demócrata, y la prensa está haciendo grandes esfuerzos para destacar la nueva remuneración máxima de 49 dólares la hora para los conductores, con el fin de demostrar que la mano de obra de UPS ya está recibiendo mucho dinero. La masiva campaña del sindicato a favor del voto afirmativo, que incluía redes sociales, mensajes de texto y la persecución directa de personas que se manifestaban a favor del voto negativo, así como la total falta de espacio para el debate, crearon una situación en la que a los trabajadores a tiempo parcial les resultó difícil priorizar sus reivindicaciones. Con pocas oportunidades para elaborar estrategias y debatir otras opciones, no eran capaces de ver las ventajas de seguir luchando y temían perder lo poco que consideraban que ya habían ganado.
Cuando dependes de varios empleos y tienes que contar cada céntimo, es muy difícil arriesgarse cuando los dirigentes sindicales te dicen que esto es lo mejor que vas a conseguir. Lo que la cifra del 85% no muestra es que para muchos fue un «sí» a regañadientes por la incertidumbre y la necesidad urgente. Aunque la IBT (Teamsters) y Sean O’Brien afirman que han acabado con los salarios de miseria, la forma en que está estructurado el trabajo a tiempo parcial en UPS hace que sigamos viviendo con ingresos bajos. Esta configuración continuará al menos durante otros 5 largos años hasta que se negocie un nuevo contrato.
¿Un acuerdo negociado por los afiliados y para los afiliados?
La dirección del sindicato Teamsters ha estado diciendo que esta ha sido la negociación más transparente y democrática en mucho tiempo. Por supuesto, cualquier comparación con el legado de Hoffa no es tan difícil de mejorar. Pero han estado afirmando que esto es lo que parece un sindicato democrático, y esto no es así.
Para empezar, la dirección de O’Brien aceptó llevar a cabo las negociaciones con un acuerdo de confidencialidad (NDA). Se mantuvo a los trabajadores en la oscuridad hasta que se alcanzó cada acuerdo específico y se hizo una actualización. Esto dista mucho de ser democrático: las negociaciones deberían estar abiertas a todos y cada uno de los trabajadores para que puedan observar y debatir los próximos pasos.
Es cierto que O’Brien brindó regularmente actualizaciones, comunicación en las redes sociales y en la web. Pero eso no es suficiente, y no debemos confundirlo con la democracia sindical.
En el caso de los trabajadores a tiempo parcial, no teníamos ni idea de lo que se estaba negociando «en nuestro nombre». ¿Cuánto pedían por nuestros aumentos salariales? ¿Luchaban por prolongar nuestros descansos? No teníamos ni idea. Nos enteramos de lo que había sobre la mesa el mismo día que se alcanzó el acuerdo. ¿Cómo podemos organizar a los trabajadores a tiempo parcial y prepararnos para la huelga si no sabemos cuáles son las reivindicaciones concretas por las que luchamos?
La misma lógica se aplica a las reuniones en los aparcamientos: reuniones de los Teamsters realizadas al final de los turnos en los aparcamientos cuando los trabajadores se preparan para irse a casa. En un periodo de negociación de un convenio, esto debería ocurrir muy a menudo para compartir información en tiempo real y obtener opiniones de los trabajadores, que luego pueden votar las propuestas. Poder llevar a cabo debates durante miles de reuniones periódicas en los aparcamientos habría hecho que el proceso fuera más democrático y participativo. En lugar de eso, la mayoría de las concentraciones y reuniones en los aparcamientos fueron principalmente discursos y actualizaciones: no pudimos responder con nuestras opiniones o ideas.
Todo esto se agravó en el momento de la votación. La IBT utilizó todo su aparato (incluido el apoyo de las figuras públicas del Partido Demócrata) para empujar a los trabajadores a votar positivamente. Cuando se dieron cuenta de que el discurso del «contrato histórico» no era suficiente y se expresaba cierto descontento entre las bases, aumentaron su presión mediática a favor del contrato. No hubo espacio alguno para que los trabajadores expresaran las razones por las que la negociación debía seguir luchando por más. Se llegó incluso a la provocación de los partidarios del «no».
Esto no es democracia sindical. Los trabajadores debemos convertirnos en agentes activos de la lucha y tomar las riendas de la misma en nuestras propias manos, y en esta experiencia, de confiar en nuestras propias fuerzas, es cuando también damos pasos al vernos como agentes políticos, la importancia de la independencia de clase y la construcción de nuestras propias organizaciones.
Independencia política
La lucha de los Teamsters de UPS tiene inmensas implicaciones para la situación política nacional. Según Zippia, alrededor del 53% de los empleados de UPS apoyarán probablemente al Partido Republicano, y estos son precisamente los sectores de la clase obrera que se han «alineado» con el Partido Demócrata tras décadas de austeridad neoliberal.
Una parte central de la agenda de Biden es reconstruir la relación con la clase obrera – lo que podemos ver por Nancy Pelosi tuiteando apoyo a la huelga y los innumerables políticos del Partido Demócrata caminando por las líneas de piquete con los trabajadores de UPS. Pero quieren reconstruir esta relación manteniendo al mismo tiempo la estabilidad capitalista y asegurándose de que no haya huelgas que puedan abrir la puerta a una mayor actividad en las filas de la clase obrera que podría tener consecuencias políticas más profundas. Para tener éxito en esta tarea, necesitan líderes sindicales como Sean O’Brien.
En el artículo antes mencionado, Jane McAlevey decía: «Una huelga, y las conversaciones individuales que suscitaría sobre el poder económico y político en las comunidades de los trabajadores, también podría haber ayudado a que el enorme número de Teamsters que probablemente votarían a los republicanos se pasara a la columna demócrata, movilizando a un gran cuerpo organizado y politizado de trabajadores capaces no sólo de conseguir un mejor contrato, sino de presionar a los demócratas para que realmente hagan cosas por las que valga la pena votar».
McAlevey dice que la lucha de UPS podría haber ido más allá del terreno del sindicalismo y haber entrado en el terreno de la política, y estoy de acuerdo. Pero la estrategia de movilizar a los trabajadores y utilizar su poder para fortalecer al Partido Demócrata, como defiende McAlevey, es un callejón sin salida. Ni los republicanos ni los demócratas tienen nada que ofrecer a la clase obrera. No dudan en destinar enormes presupuestos a proyectos militares, mientras alegan pobreza cuando se trata de necesidades esenciales como la sanidad, la educación y la vivienda. El año pasado, el Partido Demócrata desempeñó un papel crucial en frustrar una huelga potencialmente histórica de los trabajadores del ferrocarril y definitivamente no quería que se produjera una huelga en UPS.
Contrariamente a la estrategia de McAlevey de construir poder obrero dentro del Partido Demócrata, lo que los trabajadores realmente necesitan -de hecho, la única forma de construir realmente poder político para la clase obrera- es una ruptura total con ambos partidos del capital. Creo que los trabajadores pueden y deben construir un partido de la clase obrera que luche por el socialismo y que sea totalmente independiente de los intereses de la patronal y el capital. Un partido así no sólo sería capaz de presentarse a las elecciones locales y nacionales, sino que, lo que es más importante, sería capaz de construir y fomentar la lucha de clases en las calles y en los centros de trabajo. Un partido así incluiría a miles de trabajadores capaces de organizarse desde abajo en lugares de trabajo como UPS para construir la democracia obrera y liberar a los trabajadores de la fracasada política de sus actuales dirigentes burocráticos. Un partido así también podría ofrecer un horizonte más allá de los estrechos límites del sindicalismo, vinculando todas las luchas de la clase obrera, uniendo a los sindicalizados, los parados, los inmigrantes y los oprimidos de todas partes para luchar colectivamente por sus intereses colectivos.
La lucha continúa
A medida que avanza la lucha en UPS, construir la unidad entre los conductores y los trabajadores a tiempo parcial es la tarea más revolucionaria, progresista e importante que tenemos por delante. La división entre conductores y trabajadores a tiempo parcial es una amenaza existencial para el sindicato. Pero más que eso: es una amenaza existencial para el futuro del movimiento obrero. Mientras aceptemos que unos trabajadores merecen más que otros, estaremos divididos ante una patronal que gustosamente proporcionará unas migajas a un sector de trabajadores si eso significa mantener a otros aún más híper explotados. Esta división forma parte de las décadas de neoliberalismo impuestas a la clase obrera, no sólo a la clase obrera de Estados Unidos sino de todo el mundo.
Realmente necesitamos convencer a los trabajadores de que no debemos permitir que la empresa nos divida en trabajadores de primera y de segunda. Somos colectivamente la mano de obra que mantiene a UPS en movimiento, y lo que más temen es la posibilidad de que diferentes capas de trabajadores luchen por defender los intereses de los más explotados dentro del sindicato.
O encontramos una forma de unir las filas de la clase trabajadora, o los ataques seguirán llegando y siempre lucharemos para restaurar las conquistas anteriores porque el capital seguirá atacándonos.
Otra tarea el próximo período es poder concentrarnos en torno a las negociaciones contractuales y las líneas de piquetes y dirigirla hacia la organización diaria en el lugar de trabajo. UPS seguirá encontrando todas las formas posibles de violar el contrato, y tenemos que estar preparados para defender lo obtenido.
Este artículo fue originalmente publicado en Left Voice, parte de la Red Internacional de La Izquierda Diario.
*Luigi Morris es un trabajador de almacén de UPS – Teamster Local 804. También es miembro de Left Voice , fotógrafo freelance y periodista socialista.
Fuente: Izquierda Diario