Lupa sobre la opulencia

Jorge Elbaum.

Pintura: «El triunfo de la pobreza» de Nicole Eisenman, EEUU.

 

El modelo imperante ha permitido que la mayoría de los ingresos que perciben los más pudientes no se relacionen en forma directa con su trabajo, sino que provenga de las rentas de capital de sus activos. Además, dichas rentas de capital se encuentran gravadas —en promedio— con alícuotas inferiores a las que pagan los ciudadanos pobres en impuestos directos.


Cambios de los modelos tributarios, políticas fiscales progresivas y combate a la desigualdad

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La Asociación de Agentes Inmobiliarios de Estados Unidos informó, en su balance de 2022, que los principales compradores extranjeros de viviendas y residencias habitacionales en Miami fueron argentinos. Según el informe, el 16 % del total de las adquisiciones fue efectuado por argentinos, disponiendo una suma de más de mil millones de dólares. En segundo lugar, los inversores más activos fueron los colombianos, quienes alcanzaron el 13 % de la totalidad de los bienes inmuebles adquiridos. En tercer lugar, en términos proporcionales, se ubicaron los peruanos y canadienses con el 8 % de las transacciones inmobiliarias ejecutadas.

Aunque el relevamiento no especifica la sede de tributación de los compradores, muchos de ellos —de las diferentes nacionalidades— podrán ser sujetos elegibles para incrementar su aporte tributario, en el caso que se aprueben las propuestas de Joe Biden enunciadas el último 7 de febrero en su discurso sobre el estado de la Unión. Durante su alocución ante los congresistas, el mandatario adelantó que propondrá elevar el tipo mínimo del impuesto sobre sociedades al 20 %, dado que en los últimos años, 55 de las corporaciones más grandes de Estados Unidos tuvieron 40.000 millones en ganancias y no tributaron ni un solo dólar sobre esos exorbitantes ingresos. Además señaló que su administración se propone cuadruplicar el impuesto a la recompra de acciones, hoy de apenas el 1 %. Por último, señaló que las corporaciones que coticen por encima de los mil millones de dólares deberán abonar el 15 %.

Todas las medidas promovidas por los demócratas en Estados Unidos son cuestionadas por las Cámaras Comerciales de esa nacionalidad que tienen sede en cada uno de los países de América Latina y el Caribe. Más aún, los embajadores y funcionarios del Departamento de Estado se han convertido en la vanguardia de la lucha contra la justicia tributaria desde el Río Bravo hasta Tierra del Fuego. Ese aparece como el principio que rige las políticas de Washington hacia la región en lo referente, también, a las prácticas antimonopólicas: Estados Unidos las emplea pero sus delegaciones diplomáticas las combaten en el resto de los países americanos, sobre todo cuando se trata de trasnacionales con sede en sus metrópolis.

Desde 2020, el año en que se inició la pandemia de COVID-19, el 1 % más rico de la población mundial obtuvo 26.000 millones de dólares, acaparando el 63 % de toda la riqueza generada durante ese año. El 37 % de esa riqueza —unos 16.000 millones de dólares— se repartieron en el resto de la población mundial, unos 7.000 millones de personas. La mitad de los multimillonarios tiene residencia fiscal en países que no aplican impuesto a las sucesiones, situación que no suele incomodar a los defensores de la meritocracia.

En Estados Unidos, Australia y el Reino Unido, los estudios más recientes muestran que más del 40 % de la inflación al interior de esos tres países se vincula –en forma directa– con el aumento directo de los beneficios empresariales. En España, una de las centrales de los trabajadores, Comisiones Obreras, ha comprobado que el 83,4 % del incrementos de los precios de los artículos de primera necesidad —durante el primer trimestre de 2022— se debió a la codicia corporativa. El informe de la organización internacional OXFAM, La ley del más rico, publicado el 16 de enero de 2023, consigna que el 1 % más rico ha incrementado su fortuna a la razón de 2.700 millones de dólares al día. OXFAM también postula que un impuesto generalizado a la riqueza, de un 5 % —destinado únicamente a gravar las fortunas de los multimillonarios— equivaldría a la suma necesaria para que una cuarta parte de la población mundial pudiera superar la pobreza. En la última década, esa porción de multimillonarios ha acaparado el 54 % de la riqueza global generada. Pero esa proporción ha ascendido al 63 % en los últimos dos años.

Esta acumulación en la punta de la pirámide tiene su expresión también en Latinoamérica y el Caribe. La monopolización de la riqueza y su contracara, el incremento de la desigualdad y la pobreza, han sido ahondados por la ilusión de que los recortes fiscales a los más pudientes poseen la capacidad de beneficiar a los sectores más desfavorecidos. Esta práctica sustentada por la narrativa neoliberal ha conseguido que la población con ingresos más bajos se convierta en la que contribuye con mayores cargas impositivas relativas, en comparación con los multimillonarios. Elon Musk, uno de esos multimillonarios, aportó entre 2014 y 2018 un tipo impositivo real del 3 %, mientras que Aber Christine, vendedora de harina de Uganda, tributa un 40 % de lo que factura, unos mil dólares anuales. Jeff Bezos, fundador de Amazon, aportó entre 2006 y 2018, un 1,1 %.

 Riqueza sin trabajo

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Caída del aporte tributario de las empresas 1990 – 2018. Fuente FMI

El discurso que defiende los intereses de los más poderosos y hunde en la pobreza a los más humildes insiste en seducir a las grandes empresas para que se radiquen en determinados países pobres o en vías de desarrollo, garantizando la competencia por pisos tributarios cada vez más bajos. Esto ha llevado a una reducción generalizada de los aportes empresariales y a un aumento de las cargas tributarias al consumo de bienes y servicios, práctica que acrecentó la indigencia de los grupos más desfavorecidos.

El modelo imperante ha permitido que la mayoría de los ingresos que perciben los más pudientes no se relacionen en forma directa con su trabajo, sino que provenga de las rentas de capital de sus activos. Además, dichas rentas de capital se encuentran gravadas —en promedio— con alícuotas inferiores a las que pagan los ciudadanos pobres en impuestos directos. En la esfera ambiental, la ecuación se reproduce: los más acaudalados son quienes más contribuyen a la proliferación de la crisis climática. Las emisiones de los multimillonarios superan en un millón de veces a las de una persona promedio que habita el planeta. El 1 % de la humanidad es responsable del doble de las emisiones que el 50 % restante.

En 2021 los países más pobres destinaron más del 27 % de sus presupuestos a pagar los servicios de su deuda externa. Ese monto, en proporción, supone dos veces lo invertido por dichos países en educación; cuatro veces el aporte que hicieron a financiar sus sistemas sanitarios, y 12 veces su presupuesto en protección social. Además, los países de renta media y media alta —entre ellos los que componen la CELAC— se encuentran atrapados en modelos productivos primarizados y/o extractivistas, que tienden a la concentración de la riqueza e impiden la diversificación industrial y la correspondiente multiplicación del empleo.

En la Argentina se ha legitimado un relato falsario sobre la presión tributaria. El informe elaborado por el Centro de Economía Política (CEPA) muestra que la Argentina exhibe una presión cercana al 29 %, inmensamente inferior a la que se observa en países como Francia (46,5 %), España (36,6 %) o Brasil (31,6 %). La riqueza sigue creciendo a nivel local, regional y global. Sin embargo sus frutos siguen cayendo del mismo lado. El territorio donde los trabajadores nunca llegan a obtener los beneficios.


*Jorge Elbaum es Sociólogo, Dr en Ciencias Económicas. Profesor Universitario. UBA, UNLM, integrante del Llamamiento Argentino Judío.

Fuente: El Cohete a la Luna

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