Magín en Hacienda, parecería que los tambores de la reforma fiscal volverán a sonar

Por Héctor Linares

La designación del economista Magín Díaz como ministro de Hacienda, desde donde será responsable de diseñar la política fiscal del país, tiene varias lecturas en el ámbito económico-empresarial y una de ellas plantea la posibilidad de que el Gobierne vuelva con el tema de la abortada reforma fiscal del 2024, pero con otro enfoque.

Así se interpreta en núcleos empresariales y económicos el nombramiento de Díaz, un experimentado economista y académico, quien ha desempeñado importantes roles en las áreas de crédito público y como titular de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII).

En sus nuevas funciones, las más elevadas dentro de la política fiscal, tendrá que culminar el diseño del proyecto de Presupuesto General del Estado (PGE) 2026, un instrumento que, si no es apoyado por más recaudación interna, necesitará soporte de endeudamiento equivalente, según las proyecciones plurianuales, RD$501,151.7 millones, monto que representaría un 5.7 % del producto interno bruto (PIB) proyectado para entonces.

Previo a su designación y después de su salida de la DGII en agosto del 2020, Magín Díaz se desempeñaba, además de docente, como consultor privado y en ese rol fue consultado por diferentes asociaciones empresariales cuando el Poder Ejecutivo presentó y sometió al Congreso Nacional el proyecto de reforma fiscal que finalmente retiró, por las críticas y presiones surgidas desde diversos sectores. Su nombramiento ha concitado comentarios positivos entre empresarios y economistas.

El retiro del Congreso Nacional del proyecto, aunque con el indicativo de que no sería retomado por el Gobierno en el actual período, no sacó el tema fiscal del debate. El sector empresarial aplaudió el retiro, sin dejar de reconocer la necesidad de que haya una futura reforma fiscal integral. Ese reconocimiento fue una especie de postura abierta a negociar una posterior reforma fiscal o simplemente tributaria menos profunda que la retirada.

Por las necesidades crecientes de mayores ingresos y la urgencia de bajar la dependencia del PGE de endeudamiento, se cree inevitable que el sistema tributario sea restructurado o al menos tocado. El cómo y a quién tocar en una posible reforma siempre es la manzana de la discordia. El consenso de que se necesitan cambios tributarios existe, pero el disenso aparece en el momento de determinar quién pagará la cuenta.

Razones para especular   

El regreso de Díaz a la función pública y el tema de la reforma al debate se vincula por dos aspectos esenciales: su conocimiento del tema y de las aspiraciones y posiciones de segmentos del sector empresarial, por una parte, y por los pronunciamientos que ha hecho el experimentado economista sobre la materia. Él ha expresado la necesidad de mejorar el gasto en inversiones públicas, la esencia del gasto de capital.

El antecesor de Magín Díaz, el también economista Jochy Vicente, fue quien explicó al país en una alocución por radio y televisión los alcances de propuesta de reforma. Fue un tema que no se socializó previamente, por lo que su presentación fue el efecto de “choque”, y rebotó.

Retomar el tema de la reforma no podría ser favorable con los mismos actores del fallido intento del 2024. Si no pudieron venderlo antes, menos podrían ahora, dirían algunos.

El presidente Luis Abinader, al designar a Magín Díaz en el Ministerio de Hacienda, en cierto modo le tomó la palabra, cuya posición sobre el tema es conocida.

En un artículo titulado Una reforma fiscal para obras de infraestructura, publicado en noviembre del año pasado, el destacado economista expuso sus puntos de vista sobre el particular.

“Una inversión pública tan baja ya está afectando la calidad de la vida de todos. La falta de infraestructura es cada vez más notoria. El país necesita más y mejores carreteras, acueductos, drenajes, puentes, elevados, túneles, metros y un sinnúmero de obras que no van a ser suplidas por las Alianzas Público-Privadas”, externó.

Díaz aseguró entonces que “el periodo de ocho años del presidente Luis Abinader, podría ser el de menor inversión pública presupuestada/ejecutada en los últimos 60 años, si no hay un cambio en las proyecciones del Gobierno”.

Asimismo, expuso que al Gobierno no le fue bien en las vistas públicas que realizó el Congreso para discutir la reforma fiscal. “Si alguien pensó que podía ser buena estrategia, se equivocó. No puedo decir que escuché todas esas horas de quejas y lamentos, algunas con mucha justificación, aunque otras no con tanta, pero con la muestra que obtuve fue suficiente para tener claro el grado de hostilidad sufrido por las autoridades. De todos modos, esa es la democracia”.

El economista recalcó su postura indicando que “lo que tengo claro, aunque resulte muy impopular, es que en algún momento las cuentas fiscales hay que ajustarlas y es mejor que sea más temprano que tarde. En este sentido mi posición es invariable”.

Díaz admitió que “el proceso debe ser acompañado de una estrategia creíble y despolitizada contra la evasión; y de un esfuerzo continuo de mejora en la eficiencia y calidad del gasto público. Nada de esto se cuestiona y, de hecho, es algo que la sociedad exigió muy clarito en las vistas públicas”.

Según expuso en ese entonces el economista Díaz, “el tema es que estas medidas, que son muy necesarias y deben ser parte de una política continua del Estado, no van a evitar un aumento de la carga tributaria de la mayoría de las personas y empresas del país. La magnitud del problema fiscal es muy grande como para que sea resuelto con medidas administrativas.

Si el presidente Abinader tuvo presente esa posición de Magín Díaz al designarlo, y este aceptó el cargo, entonces parecería que los tambores de la reforma fiscal volverán a sonar.

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