Para una Introducción al problema de las plataformas en el capitalismo

Colectivo Le Gauche.

Ilustración: OTL.

Desde una perspectiva marxista, el operaismo de Negri habla de una economía [plataformas] cada vez más basada en aspectos inmateriales, en cuyo centro está el intelecto general y la cooperación colectiva capaz de generar valor. Incluso las mercancías materiales contienen cada vez más conocimientos incorporados.


1. Introducción

El libro de Nick Srnicek Capitalismo Digital. Google, Amazon and the New Web Economy intenta analizar a las empresas tecnológicas como actores económicos orgánicos al modo de producción capitalista.

Un discurso de este tipo debe prescindir de su definición como actores culturales definidos por la ideología californiana para mostrar a todos cómo son en realidad actores políticos que buscan constantemente poder y beneficios para defenderse de la competencia.

Además, al abordar el tema de la economía digital, debemos recordar que el tema va más allá del sector tecnológico tal y como lo definen las clasificaciones estándar. La economía digital implica a todas las empresas que dependen de las tecnologías de la información, los datos e Internet para impulsar su modelo de negocio.

Se trata, por tanto, de un área transversal con respecto a sectores tradicionales como la industria manufacturera, los servicios, el transporte, las telecomunicaciones y la minería, que con el tiempo se está convirtiendo en esencial para gran parte de nuestra economía. Por tanto, su importancia va mucho más allá del simple análisis sectorial.

Además, es el sector económico más dinámico que acaba impulsando el crecimiento en una fase del capitalismo marcada por el estancamiento.

La economía digital es la infraestructura cada vez más omnipresente sin la cual la economía contemporánea se derrumbaría. Es el resultado de ciertos cambios en el capitalismo, que se enfrenta a un largo declive de la industria manufacturera.

Esto ha impulsado la búsqueda de datos como medio para mantener el crecimiento económico y la viabilidad de este modo de producción en presencia de un sector manufacturero que, de otro modo, estaría aletargado. De hecho, gracias a las tecnologías digitales y a los cambios provocados por ellas, los datos acabaron desempeñando un papel cada vez más relevante para las empresas y sus relaciones con los trabajadores, los clientes y otras empresas.

La idea de plataforma acabó convirtiéndose en un nuevo modelo empresarial con capacidad para extraer y controlar inmensas cantidades de datos y para crear el contexto en el que surgieron las grandes empresas monopolísticas.

Para comprender cómo surgieron estas realidades, hay que proponer un análisis histórico del capitalismo.

La coyuntura que vivimos actualmente depende, según Srnicek, de tres momentos de la historia relativamente reciente del capitalismo: la respuesta a la recesión de la década de 1970, el auge y la recesión de la década de 1990 y la respuesta a la crisis de 2007-2008.

Todos estos momentos sentaron las bases de la economía digital. Antes de analizar los distintos momentos históricos, hay que reiterar que las empresas capitalistas, que operan para el mercado, se ven obligadas a reducir sistemáticamente los costes de producción en relación con los precios.

Pueden conseguirlo mediante la adopción de tecnologías y técnicas eficientes en el proceso de fabricación, la especialización y el sabotaje de los competidores. Estas acciones conducen a ciertas tendencias a medio plazo del capitalismo, como el descenso de los precios tangencialmente hasta el nivel de los costes, la llegada a un nivel de igualdad de beneficios entre las distintas industrias y, finalmente, la imposición del crecimiento incesante como lógica última del capitalismo.

El capitalismo exige una renovación tecnológica constante. En un esfuerzo por reducir costes, derrotar a los competidores, controlar a los trabajadores, reducir el tiempo de rotación y ganar cuota de mercado, los capitalistas tienden a transformar continuamente el proceso de trabajo.

Esto ha dado lugar a un fuerte dinamismo del capitalismo, porque los capitalistas aspiran a aumentar constantemente la productividad del trabajo, intentando superarse unos a otros para generar beneficios de forma eficiente.

La tecnología también es fundamental para que el capitalismo reduzca la mano de obra total y debilite el poder de los trabajadores especializados.

Esta dinámica de desespecialización permite que trabajadores más baratos y flexibles sustituyan a los especializados y transfieran los procesos mentales de trabajo a la dirección, quitándolos de las manos de los trabajadores del taller.

Estos cambios técnicos son hijos de la competencia y la lucha entre clases, con el objetivo de ganar más poder sobre el enemigo, y entre patronos, con el objetivo de reducir los costes de producción por debajo de la media social.

2. Breves notas históricas

El primer periodo analizado es el final del glorioso periodo keynesiano de 30 años, a finales de la década de 1970. En esta fase, ante la disminución de la rentabilidad, las empresas manufactureras intentan revitalizar sus actividades absorbiendo el modelo toyotista que se estaba imponiendo desde Japón en lugar del clásico fordismo estadounidense.

El proceso de trabajo se vuelve ágil y, en una especie de hiper-taylorismo, se divide en partes más pequeñas con el objetivo de tener el mínimo número de obstáculos y tiempos muertos en su interior.

El proceso se organiza para ser lo más lean (1) posible, se impulsa a las empresas a limitarse a sus competencias básicas, a despedir a cualquier trabajador excedente y a reducir al mínimo los inventarios.

Este proceso se ha desencadenado y ha sido posible gracias a la difusión de programas informáticos cada vez más sofisticados, diseñados para gestionar la cadena de suministro con el fin de recibir suministros sólo cuando se necesitan.

Junto a todo esto se produjo, por supuesto, un feroz asalto a los sindicatos, que se redujeron drásticamente en Occidente, lo que permitió a las empresas aplicar reducciones salariales y externalizar muchos puestos de trabajo.

Las primeras versiones de externalización se centraban en trabajos relacionados con bienes que podían ser enviados, como pequeños bienes de consumo, mientras que no se tocaban servicios no comercializables, como la administración, o bienes no comerciables, como las viviendas.

Desde la década de 1990, sin embargo, las tecnologías de la información y la comunicación permitieron la externalización de estos servicios y la distinción más importante pasó a ser la existente entre los servicios que requerían reuniones cara a cara y los impersonales. Los primeros se subcontrataron, siempre que fue posible, a nivel nacional, mientras que los segundos se expusieron a mercados competitivos.

A pesar de estos cambios, las naciones del G7 vieron cómo disminuían sus tendencias de crecimiento económico y manufacturero, con la excepción de la burbuja puntocom de los años noventa.

Esta dinámica creó la base infraestructural para la economía digital, junto con una política monetaria muy acomodaticia. La década de 1990 coincide con la comercialización de un Internet que hasta entonces había sido casi sin ánimo de lucro. Con la industria manufacturera estadounidense de capa caída, las inversiones se dirigieron hacia el sector de las telecomunicaciones, destino favorito del capital financiero en aquella época.

Se trataba de un sector amplio y nuevo en el que la necesidad de obtener beneficios estaba vinculada a las posibilidades de poner en línea tanto a las personas como a las empresas.

En la década de 1990, casi el 1% del PIB estadounidense estaba constituido por capital riesgo invertido en empresas tecnológicas. Con el objetivo de hacer rentable Internet, se crearon 50.000 empresas con 256.000 millones de dólares.

Los inversores buscaban rentabilidad futura, mientras que las empresas seguían el modelo de ‘crecimiento antes que beneficios’. Muchas de estas empresas no tenían ninguna fuente de ingresos y a menudo carecían de cualquier tipo de beneficio. Sin embargo, existía la esperanza de que, mediante un crecimiento rápido, podrían hacerse con cada vez más cuota de mercado y dominar un sector nuevo e importante.

El objetivo era crear, esencialmente, una hegemonía de tipo monopolístico. Estas inversiones masivas formaban parte de un fenómeno global que vio cómo incluso las economías de renta baja presionaban para modernizar su infraestructura informática.

Esto, junto con las nuevas normativas introducidas por EEUU, sentó las bases para el despliegue masivo de Internet en los primeros años del nuevo milenio. A nivel práctico, esto se tradujo en el tendido de millones de kilómetros de cables de fibra óptica y submarinos, grandes avances en el diseño de software y redes, y enormes inversiones en bases de datos y servidores.

Todo ello favoreció aún más los fenómenos de externalización, ya que los costes de coordinación se redujeron debido a que las comunicaciones globales eran más fáciles de establecer y gestionar.

Un ejemplo de ello es la empresa Nike, símbolo de la empresa lean. La marca y el diseño se administran en economías de renta alta, mientras que la fabricación y el montaje se subcontratan a talleres clandestinos de economías de renta baja.

El último episodio analizado se refiere al periodo posterior a la crisis de 2007-2008, cuando las políticas de los bancos centrales crearon tipos de interés bajos y la consiguiente reducción del tipo de beneficio de una amplia gama de activos financieros. El resultado fue una búsqueda de mayores rendimientos por parte de los inversores que les obligó a dirigirse hacia activos cada vez más arriesgados, poniendo dinero en los bolsillos de empresas tecnológicas poco rentables y poco fiables.

Estas políticas monetarias acomodaticias van acompañadas del fenómeno constante del acaparamiento de efectivo por parte de las empresas y de los paraísos fiscales que impulsan el ahorro empresarial. El fenómeno está dominado por las empresas tecnológicas porque sólo tienen que trasladar la propiedad intelectual y no fábricas enteras a otras jurisdicciones fiscales, por lo que les resulta muy fácil evadir impuestos.

Sin embargo, hay que señalar que estas cifras no incluyen los pasivos y la deuda, pero con los rendimientos empresariales en mínimos históricos, a muchas empresas les resultó más barato endeudarse de nuevo en lugar de traer a casa estos fondos extraterritoriales sobre los que tendrían que pagar impuestos.

Estos recursos crearon empresas tecnológicas con enormes recursos para invertir, lo que combinado con una política monetaria muy acomodaticia las empujó hacia inversiones arriesgadas para obtener rendimientos satisfactorios. A esto hay que añadir que el colapso del socialismo real condujo a una tendencia a largo plazo de destrucción de los derechos de los trabajadores.

Como resultado, muchos trabajadores de todo el mundo se han encontrado percibiendo cada vez más salarios generados por el trabajo precario o informal.

Se trata de un ejército de trabajadores precarios que se ha ido expandiendo desde la crisis de 2007-2008 junto con el desempleo. En un entorno así, estos trabajadores se han adaptado a realizar cualquier trabajo para sobrevivir.

3. Capitalismo de plataforma

La llegada de una crisis dice Srnicek, induce al capitalismo hacia una reestructuración que implica la introducción de nuevas tecnologías, nuevas formas de organización, nuevos tipos de trabajo, nuevas formas de explotación y nuevos mercados.

Todo ello conduce a una nueva forma de acumular riqueza. Con la crisis de 2007-2008, a pesar de la anterior crisis de las puntocom que apagó el entusiasmo de los inversores por Internet, se produjo una nueva orientación hacia la tecnología, en particular hacia la automatización, el Internet de las Cosas y la llamada tecnología del compartir.

Estos cambios tecnológicos han llevado a muchos observadores a hablar de un cambio radical en la economía. De este modo, han proliferado términos como economía gig (gig economy), economía colaborativa (sharing economy), economía bajo demanda (on-demand economy), economía de las aplicaciones (app economy) o economía de la atención (attention economy).

Desde una perspectiva marxista, el operaismo de Negri habla de una economía cada vez más basada en aspectos inmateriales, en cuyo centro está el intelecto general y la cooperación colectiva capaz de generar valor. Incluso las mercancías materiales contienen cada vez más conocimientos incorporados.

El motor de estas transformaciones son las luchas de los trabajadores del conocimiento. Srnicek añade a estas reflexiones que, en el capitalismo avanzado en el que vivimos, la obtención y el uso de una materia prima concreta, los datos, desempeñan un papel cada vez más importante.

Sin embargo, distingue los datos, es decir, la obtención de información sobre algo que ha sucedido, del conocimiento, es decir, la información sobre por qué ha sucedido algo.

Los datos pueden implicar conocimiento, pero no es una condición necesaria. Los datos implican registro y, en consecuencia, un instrumento material que pueda desempeñar esta función, como sensores para captarlos y archivos para su almacenamiento. Los datos no son totalmente inmateriales porque requieren centros de datos que consumen grandes cantidades de energía. Su recogida tampoco es un proceso automatizado y sin fricciones, porque la mayoría de ellos tienen que limpiarse y organizarse en formatos estándar antes de poder ser utilizados. Incluso la generación de algoritmos implica una operación manual para introducir los datos en conjuntos de reglas del sistema.

Para Srnicek, esto significa que la recogida de datos depende de una amplia infraestructura capaz de captarlos, registrarlos y analizarlos. Por tanto, debemos considerar los datos como la materia prima que hay que extraer y las actividades de los usuarios como la fuente natural de esta materia prima.

Se puede hacer una buena comparación con el petróleo. Los datos son una materia prima que se puede extraer, refinar y utilizar de muchas formas distintas. Cuantos más datos tengamos, más usos podremos hacer de ellos. Los datos han sido un recurso disponible durante mucho tiempo y también se utilizaron en menor medida en el pasado, pero hoy disponemos de la tecnología necesaria para convertir en datos incluso las actividades más sencillas, mientras que el cambio hacia las comunicaciones basadas en la tecnología digital ha facilitado su registro.

Como resultado, se ha puesto a disposición de la sociedad una cantidad gigantesca de datos potenciales que pueden explotarse para optimizar los procesos de producción, proporcionar información sobre las preferencias de los consumidores, controlar a los trabajadores o crear la base de nuevos productos y servicios.

Esta centralidad de los datos se ha ido desarrollando con la extensión de Internet, pero los antiguos modelos empresariales no estaban bien diseñados para extraer y utilizar datos.

Las antiguas fábricas producían bienes mediante un proceso intensivo en datos. Los bienes se vendían a los clientes sin saber nada de ellos ni de la forma en que se producían y utilizaban.

Por eso ha surgido un nuevo y potente tipo de empresa llamada plataforma. Su origen se debe a la necesidad interna de gestionar datos, pero poco a poco las plataformas se convirtieron en una forma muy eficaz de manipular, extraer, analizar y utilizar la enorme cantidad de datos que acabaron almacenándose.

Este modelo acabó invadiendo varios sectores de la economía, desde poderosas empresas tecnológicas como Google hasta gigantes industriales como General Electric y Siemens.

Llegados a este punto, debemos desarrollar brevemente el concepto de plataformas. Son infraestructuras digitales capaces de hacer interactuar a dos o más grupos. Por tanto, desempeñan el papel de intermediarios para poner en contacto a distintos usuarios: clientes, anunciantes, proveedores de servicios, fabricantes, proveedores y objetos físicos. A menudo, las plataformas también permiten a sus usuarios crear productos, servicios y puntos de venta personalizados.

Srnicek cita el caso de Microsoft y su sistema operativo Windows. Esta empresa permite a los desarrolladores de software crear aplicaciones que luego se venden a los consumidores. Algo similar ocurre con la App Store de Apple y su ecosistema asociado, es decir, XCode y SDK en iOS.

Google, por su parte, ofrece su plataforma a anunciantes y proveedores de contenidos para satisfacer las necesidades de quienes buscan información, mientras que Uber, una app de taxis, pone en contacto las necesidades de los pasajeros con los conductores a cambio de dinero.

En lugar de construir un sitio de comercio electrónico, la plataforma proporciona la infraestructura básica para reunir las necesidades de distintos grupos. De este modo, establece una nueva relación con la capacidad de extraer datos, porque se posiciona entre los usuarios y es el terreno en el que se desarrollan sus actividades, lo que permite a la plataforma registrarlas.

De este modo, Google extrae datos de las búsquedas de sus usuarios, Uber extrae datos sobre el tráfico y las actividades de conductores y pasajeros, mientras que Facebook obtiene datos de las interacciones sociales que tienen lugar en su plataforma.

La tendencia a trasladar cada vez más actividades a Internet conducirá a un modelo más generalizado de desarrollo de plataformas. Su valor también depende de los efectos de red, es decir, de la cantidad de usuarios que la utilizan.

Este elemento también tiene importantes repercusiones en la mejora del algoritmo utilizado por las plataformas, como en el caso de Google, donde cuantos más usuarios la utilicen, mejor será el algoritmo y, en consecuencia, será cada vez más útil para los usuarios, generando otros nuevos y alimentando una tendencia al monopolio de ese sector por parte de la plataforma.

La dinámica que esto pone en marcha permite a las plataformas diversificar las actividades y obtener más datos. Además, al devolver las actividades empresariales exclusivamente a la plataforma, es posible apoyarse en una infraestructura ya existente y contener los costes marginales, ampliando así las posibilidades de crecimiento.

Por ejemplo, Uber no necesita construir más fábricas para hacer crecer su negocio, sino que sólo necesitará alquilar más servidores.

Todo esto, sumado a los efectos de red, permite un crecimiento rápido. Los efectos de red, dice Srnicek, son muy importantes y llevan a las plataformas a adoptar diversas tácticas para conseguir más usuarios. Por ejemplo, promueven la llamada subvención cruzada. Estas empresas tienen ramas en las que optan por reducir el precio de un servicio o incluso ofrecerlo gratis mientras suben los precios en otra rama para recuperar sus pérdidas.

El precio de la plataforma también depende del número de usuarios implicados y de la frecuencia con que se utilice. Google proporciona su servicio de correo electrónico gratuitamente y obtiene sus ingresos de la rama publicitaria.

Las plataformas se diseñan para resultar atractivas a distintos tipos de usuarios. Srnicek argumenta que a menudo se presentan como espacios vacíos con los que se puede interactuar, pero al mismo tiempo son la encarnación de una forma política.

Las reglas para desarrollar productos y servicios las determinan el mercado y el propietario de la plataforma.

Una empresa como Uber, por ejemplo, se presenta como un contenedor vacío, pero al mismo tiempo se configura como un mercado. Esta plataforma es capaz de predecir dónde habrá demanda de conductores y subirá los precios antes de que haya una demanda real, al tiempo que crea taxis fantasmaspara engañar a los usuarios sobre una mayor oferta.

Las plataformas ganan tanto con el acceso a los datos como con el control y la gestión de las reglas del juego. Estas reglas también son generativas porque permiten a otros usuarios crear nuevas formas de relacionarse con la plataforma.

Por ejemplo, una empresa como Facebook permite a los desarrolladores producir aplicaciones, a las empresas crear sus propias páginas o a los usuarios compartir información para atraer más suscriptores a la plataforma.

Un argumento similar se aplica a la App Store de Apple, que permite la producción de nuevas aplicaciones empujando a usuarios y desarrolladores cada vez más hacia su ecosistema.

Para Srnicek, el reto de las plataformas es equilibrar la subvención cruzada con sus normas para mantener un poder de atracción hacia los usuarios. En última instancia, las plataformas son un nuevo tipo de empresas que proporcionan la infraestructura necesaria para mediar entre distintos tipos de usuarios, muestran una marcada tendencia al monopolio debido a los efectos de red y, utilizando un equilibrio entre la subvención cruzada y la arquitectura básica para regular las interacciones dentro de ella, consiguen atraer a los usuarios.

Ser propietario de una plataforma equivale a poseer software, como los 2.000 millones de líneas de código de Google, y hardware, como servidores, smartphones o centros de datos, que se ha construido a partir de material de código abierto, como es el caso del sistema de gestión de datos Hadoop utilizado por Facebook.

Estos elementos hacen de las plataformas modelos de negocio formidables en la adquisición y control de datos. Proporcionan un espacio digital en el que interactuar y, a partir de procesos naturales, como las condiciones meteorológicas, los procesos de producción, las cadenas de montaje y otras actividades de los usuarios, como el seguimiento web, son capaces de adquirir datos.

Una vez definido qué es una plataforma, podemos especificar los distintos tipos existentes de este modelo de negocio.

3.1 Plataformas publicitarias

Son las plataformas más antiguas, surgidas del colapso de las puntocom. Este acontecimiento diezmó a muchos competidores, dejando sectores enteros del universo tecnológico en manos de las empresas supervivientes. Por otra parte, la entrada de nuevas empresas en el mercado se vio obstaculizada por la falta de voluntad de los capitalistas de riesgo para financiarlas, lo que al mismo tiempo presionó a las empresas supervivientes obligándolas a encontrar formas de generar ingresos.

En este contexto, surgió una empresa como Google, que empezaba a utilizar los datos recogidos de las búsquedas realizadas por sus usuarios para mejorar las propias búsquedas.

Esta forma de operar no generaba valor para la empresa, que tras el estallido de la burbuja puntocom encontró una solución a este problema optando por utilizar los datos de las búsquedas junto con cookies y otros elementos de información para vender espacios publicitarios específicos a las empresas mediante un sistema de subasta cada vez más automatizado.

Con esto en mente, AdWords se prestó en octubre de 2000, iniciando la transformación en una empresa generadora de ingresos. De este modo, los datos pasaron de ser una forma de mejorar los servicios a una forma de recaudar ingresos por la colocación de anuncios.

Los teóricos críticos de la web sostienen que hemos pasado a un modelo empresarial basado en la explotación del trabajo gratuito. Los usuarios serían trabajadores no remunerados que producen bienes, en este caso datos y contenidos, extraídos de las plataformas y vendidos a los anunciantes y otras partes interesadas.

Sin embargo, para Srnicek con esta categoría se corre el riesgo de que el trabajo no sea fácilmente distinguible del no trabajo, además hay que distinguir entre las interacciones que tienen lugar en la plataforma y las que tienen lugar fuera de ella, así como las interacciones con y sin ánimo de lucro dentro de la plataforma. De hecho, no todas nuestras interacciones se cooptan para generar beneficios, y esto explica la competencia entre empresas para construir plataformas.

Si todas nuestras acciones estuvieran ya adquiridas dentro de una valorización capitalista, las plataformas no tendrían sentido de existencia.

Srnicek sostiene que el trabajo gratuito es solo una parte de las muchas fuentes de datos en las que una plataforma puede confiar y no puede ser definido como trabajo en términos marxistas.

No existen presiones competitivas para realizar más de estas actividades y, si nuestras interacciones online son trabajo gratuito, entonces estas empresas han abierto un nuevo escenario de explotación laboral. Si, por el contrario, no es trabajo libre, entonces podemos decir que estas empresas desempeñan una función parasitaria en relación con otras empresas productoras de valor.

Srnicek apoya esta segunda tesis y afirma que, en lugar de explotar mano de obra gratuita, las plataformas publicitarias se apropian de los datos como materia prima. Nuestras actividades en línea son registradas y convertidas en datos, y luego se convierten en sustancia que puede ser refinada y utilizada de diversas formas por las plataformas.

En este caso concreto, las plataformas obtienen sus ingresos extrayendo datos de las actividades online de los usuarios, analizando estos datos y subastando espacios publicitarios a los anunciantes. Esto implica dos procesos.

El primero es la necesidad de que las plataformas observen y registren las actividades en línea. En consecuencia, cuanto más interactúan los usuarios con el sitio, más información se recopila y utiliza. Mientras navegan por la web, los usuarios son monitorizados por cookies y otras herramientas, más tarde los datos se profundizan y, en consecuencia, se vuelven más valiosos para los anunciantes.

El segundo proceso, por tanto, se refiere al procesamiento de los datos mediante el trabajo cualificado de un científico de datos o un algoritmo de aprendizaje automático para producir la idea de la posibilidad de utilizar el software de Google para poner en contacto a los anunciantes con los usuarios más adecuados en el momento de la necesidad.

3.2 Plataformas en la nube

Las plataformas publicitarias allanaron el camino para el arrendamiento corporativo de la nube, sobre todo en el comercio electrónico, en los años noventa.

En esta década, las empresas pensaron que podían subcontratar a terceros los aspectos materiales del intercambio, pero esto no fue suficiente, afirma Srnicek.

Las empresas acabaron asumiendo la responsabilidad de construir almacenes y redes logísticas en las que empleaban a un gran número de trabajadores. Es el caso de Amazon, que desde 2016 ha empezado a invertir en centros de datos, robots dentro de los almacenes y grandes sistemas informáticos.

Entre las empresas de la economía digital, es la que emplea al mayor número de trabajadores, la mayoría de ellos temporeros y contratados para realizar trabajos de bajo coste y alto estrés en el almacén.

Amazon ha intentado aumentar los usuarios de su plataforma de comercio electrónico mediante subvenciones cruzadas. Basta pensar en el servicio de entrega Amazon Prime, que pierde constantemente, o en el lector de libros electrónicos Kindle, que se vende a precio de coste.

Siguiendo los parámetros de la producción ajustada, esto es incomprensible, ya que deberían suprimirse las iniciativas desventajosas. En cambio, la entrega rápida y barata es fundamental para Amazon, ya que atrae a los usuarios a su plataforma para generar beneficios en otros ámbitos.

Mientras se construía su enorme red logística, se inauguró Amazon Web Services en su plataforma interna para gestionar todo esto. Para Srnicek, Amazon necesitaba desarrollar nuevos servicios con rapidez, y para lograrlo se creó la infraestructura básica que facilitara a los nuevos servicios el uso de la plataforma.

Esta infraestructura se alquiló después a otras empresas, y de hecho Amazon Web Services alquila servicios de computación en la nube, servicios a la carta para servidores, capacidad informática y de almacenamiento, herramientas de desarrollo de software y sistemas operativos, junto con aplicaciones ya creadas.

De este modo, otras empresas pueden ahorrar tiempo y dinero en construir su propio sistema de hardware, su propio kit de desarrollo de software y sus propias aplicaciones.

Jeff Bezos compara este tipo de negocio con el suministro de electricidad. Las primeras fábricas tenían todas su propio generador, y más tarde la producción de electricidad se centralizó y luego se alquiló en función de las necesidades específicas.

Hoy en día, todos los sectores de nuestra economía están muy integrados con capas digitales que requieren la infraestructura necesaria para que cada empresa obtenga beneficios. Además, una plataforma en la nube permite ampliar la extracción de datos y el alquiler permite la recopilación continua de datos. A medida que las empresas se pasan a las plataformas en la nube, empresas como Amazon tienen acceso a nuevos y amplios conjuntos de datos.

3.3 Plataformas industriales

La rentabilidad de la recopilación, el almacenamiento y el análisis de datos ha empujado a las plataformas a invadir el campo de la industria manufacturera tradicional.

Pensemos solamente en el internet de las cosas industriales que, en su nivel más simple, prevé el uso de sistemas de sensores y chips de computadora en el proceso productivo y rastreadores como los RFID en el proceso logístico, todo conectado a través de conexiones a internet.

En Alemania, este proceso se denomina Industria 4.0 y se basa en la idea de que todos los componentes del proceso de producciónson capaces de comunicarse con las máquinas de montaje y otros componentes sin necesidad de que los dirijan directivos o trabajadores. Todos los datos sobre la posición y el estado de los componentes se comparten constantemente con otros elementos del proceso de producción.

Como resultado, los bienes tangibles son inseparables de sus representaciones informativas. Estas innovaciones prometen reducir los costes de mano de obra, energía y mantenimiento, pero también vincular los procesos de producción y fabricación.

Internet aplicado a la industria también permite la personalización masiva. Tomemos el ejemplo de BASF SE, el mayor fabricante químico del mundo, donde la cadena de montaje es capaz de personalizar cada unidad entrante.

La tendencia actual es el establecimiento de una norma común para toda la industria que exija la interoperabilidad entre los componentes, sobre todo en el caso de la maquinaria más antigua. Aquí es donde entran en juego las plataformas industriales, que actúan como marcos básicos capaces de conectar sensores y actuadores, fábricas y proveedores, fabricantes y consumidores, software y hardware.

Las empresas que juegan esta partida son las futuras superpotencias del mundo de la industria y aspiran a hacer funcionar cada sector, desde los pozos de petróleo hasta los motores, a través del internet de las cosas industriales. Quienes impulsan esta dirección son colosos como General Electric y Siemens en asociación con empresas tecnológicas como Intel y Microsoft.

3.4 Plataformas Lean

Las plataformas lean representan una vuelta al modelo de “crecimiento antes que beneficios” de los años 90.

Empresas como Uber y Airbnb han dado un nuevo impulso a esta estrategia de desarrollo. Estas empresas van desde las especializadas en distintos servicios, como la compra o la limpieza, hasta otras más genéricas como TaskRabbit y Mechanical Turk.

El objetivo común es establecerse como plataforma de encuentro entre usuarios, clientes y trabajadores. Podemos explicar fácilmente en qué consiste el concepto de lean aplicado a las plataformas volviendo a empresas como Uber y Airbnb.

La primera es la mayor empresa de taxis del mundo a pesar de no poseer vehículos, mientras que Airbnb es el mayor proveedor de servicios de alojamiento a pesar de no poseer bienes inmuebles.

Son empresas virtuales cuyo núcleo no es la propiedad de inmuebles o vehículos, sino la plataforma de software y el análisis de datos.

Las plataformas Lean se asocian a un modelo hiperdeslocalizado en el que se deslocalizan los trabajadores, se deslocaliza el capital fijo, se deslocalizan los costes de mantenimiento y se deslocaliza la formación.

Una de las consecuencias es que los trabajadores de estas plataformas cobran por asignación mediante un sistema de control vinculado a la reputación.

Quienes están dispuestos a aceptar esta nueva forma de trabajo a destajo son los numerosos parados generados por el estancamiento y las crisis del capitalismo, y no son sólo personas poco cualificadas, ya que Srnicek nos dice que el 70% de los miembros de TaskRabbit tienen una licenciatura, mientras que el 37% de los que tienen como principal empleo el que ofrece Mechanical Turk de Amazon tienen estudios superiores.

Las plataformas Lean también forman parte de una larga tendencia a la deslocalización que afectó originalmente a la industria manufacturera, pero que ahora se ha extendido a toda una serie de nuevos empleos, como taxistas, barberos y limpiadores.

De este modo, los servicios no comercializables se han transformado en comercializables, ampliando la oferta mundial de mano de obra.

Así, las empresas pueden reducir costes explotando la mano de obra barata, especialmente en el antiguo Tercer Mundo, y presionar a la baja los salarios en los países capitalistas avanzados.

También es notable (aunque no sin precedentes) la medida en que las plataformas lean están subcontratando otros costes: se trata probablemente de los intentos más puros hasta la fecha de establecer una plataforma virtual.

En consecuencia, estas empresas han pasado a depender de las capacidades que ofrecen las plataformas en la nube. Donde antes las empresas tenían que gastar grandes cantidades de dinero para invertir en equipos informáticos y en los conocimientos necesarios para sus operaciones, las nuevas empresas de hoy han crecido porque simplemente pueden alquilar hardware y software de la nube.

El resultado es que Airbnb, Slack, Uber y muchas otras start-ups utilizan AWS. Uber, además, se apoya en Google para los mapas, Twilio para la mensajería, SendGrid para el correo electrónico y Braintree para los pagos: es una plataforma esbelta construida sobre otras plataformas.

Estas empresas también han sacado costes del balance y se los han cargado a sus trabajadores: cosas como costes de inversión (alojamiento en el caso de Airbnb, vehículos para Uber y Lyft), mantenimiento, seguros, depreciación. Empresas como Instacart (que reparte comestibles) incluso han externalizado los costes de entrega a proveedores (como Pepsi) y minoristas (como Whole Foods) a cambio de espacio publicitario1.

La rentabilidad de estas empresas aún está por demostrar. El crecimiento de estas plataformas se basa en las expectativas de beneficios futuros y no en los beneficios reales.

La posibilidad de ser rentables puede alcanzarse en una posición de monopolio, como es el caso de la relación de Uber con el sector del taxi. Hasta ese momento, sus ingresos sólo procederán de la eliminación de costes y la reducción de salarios.

3.5 Plataformas de productos

El Internet de las cosas y la computación en nube han hecho posible una nueva plataforma a la carta. De la primera, la magra, ya nos hemos ocupado, mientras que la segunda es la de producto. Mientras que Uber, que no posee vehículos, es una plataforma lean, Zipcar, que posee los bienes que alquila, es una plataforma de producto.

El internet de las cosas y la computación en la nube han hecho posible la existencia de una nueva plataforma bajo demanda. La primera, la lean, ya la hemos abordado, mientras que la segunda es la de producto.

Mientras que Uber, que no posee vehículos, es una plataforma lean, Zipcar, que posee los bienes que alquila, es una plataforma de producto.

Este tipo de plataforma es el intento del capital de alcanzar la tendencia del coste marginal cero mediante determinados activos. Uno de los principales casos a este respecto es la música.

En los años 90, resultó fácil descargar música ilegalmente de Internet, lo que golpeó duramente los beneficios de la industria musical, pero ésta no murió.

Su recuperación comenzó gracias a plataformas como Spotify, que acaparan la parte de los oyentes, las discográficas y los anunciantes. Estas plataformas no sólo tienen que ver con el software y los bienes de consumo, sino que también se extienden a los productos de fabricación, incluso a los bienes duraderos.

Esto es más visible en la transformación del negocio de fabricación de motores de aviación, que ha pasado de la venta al alquiler. Los tres principales fabricantes se han convertido a este modelo de negocio, con Rolls Royce a la cabeza.

Históricamente, el motor se fabricaba para venderlo a compañías aéreas con márgenes relativamente bajos y altos niveles de competencia. Incluso hoy, los márgenes de los motores son bajos, pero el mantenimiento genera beneficios muy elevados.

Como resultado, empresas como Rolls Royce se han visto empujadas a introducir el modelo de ‘bienes como servicio’, según el cual el motor no lo compran las aerolíneas, que en cambio pagan una cuota por cada hora de uso. A cambio, la empresa proporciona el mantenimiento y las piezas de recambio.

En esta plataforma, los datos siguen siendo fundamentales. Se instalan sensores en los motores y se extraen enormes cantidades de datos con cada vuelo, que se cruzan con datos meteorológicos e información de control del tráfico aéreo. Todo ello se envía a un centro de mando en Inglaterra.

De este modo, se obtiene información sobre el desgaste de los motores, los posibles problemas y el momento oportuno para programar el mantenimiento.

Estos datos son esenciales para obtener una inmensa ventaja en las actividades de mantenimiento, dejando fuera a todos los competidores, y para desarrollar nuevos y mejores modelos.

4. Conclusiones

Srnicek se pregunta si las plataformas están revitalizando de algún modo un capitalismo estancado y si la competencia sobrevivirá en esta fase o se dirigirá hacia una nueva forma de capitalismo monopolista.

Sin duda, los efectos de red empujan hacia la monopolización y garantizan que los beneficios iniciales generados por las plataformas conduzcan a posiciones permanentes en la industria en la que operan.

Las plataformas también consiguen vincular y consolidar distintos efectos de red. Por ejemplo, Uber explota en su beneficio los efectos de red de cada vez más conductores y del creciente número de usuarios.

Las plataformas líderes también se perpetúan de otras formas, como la mayor capacidad de captar datos de las actividades que realizamos, facilitando así los procesos de centralización.

Estos datos sirven para mejorar la predicción. Es el caso de Google, al que damos acceso a nuestro correo electrónico, nuestros calendarios, nuestros vídeos, nuestra ubicación o nuestros historiales de búsqueda para obtener mejores servicios predictivos.

Se puede hacer un discurso similar para las empresas que favorecen la creación de productos complementarios, piensa en el software útil construido para Android que es capaz de empujar a más usuarios a utilizar este sistema operativo y a más desarrolladores a crear nuevos programas para Android.

Además, las plataformas pretenden construir ecosistemas de bienes y servicios para dejar fuera a los competidores, como las aplicaciones que sólo funcionan en Android o los servicios que requieren iniciar sesión con una cuenta de Facebook.

Estas dinámicas convierten a las plataformas en monopolios con un control centralizado sobre sus usuarios. El monopolio, como nos enseña Lenin, no significa superar a la competencia y esta lección leninista también se aplica al capitalismo de plataformas, pero con algunas diferencias. Con las plataformas no sólo existe la eliminación de la competencia de precios, por ejemplo, ofreciendo un servicio de forma gratuita.

No sólo nos enfrentamos a la típica competencia en el sector de la producción que sólo puede juzgarse con el criterio de la máxima diferencia entre costes y precios. En este caso, la competencia también se produce a lo largo de la capacidad de recopilar y analizar datos y, en consecuencia, si las plataformas quieren seguir siendo competitivas, deben aumentar su extracción, análisis y control de datos.

Para ello, deben invertir necesariamente en capital fijo para ampliar las herramientas útiles en la recogida de datos, con el fin de desbancar a la competencia.

Una segunda tendencia de desarrollo se refiere a la relación entre la expansión del ecosistema en torno a un segmento de negocio principal y la necesidad de ocupar una posición dominante en este ecosistema. Estos dos elementosimprimen a las plataformas una determinada trayectoria de desarrollo que las asemeja debido a la necesidad de obtener una cantidad de datos cada vez mayor.

La tercera tendencia analizada por Srnicek es la de canalizar la obtención de datos en plataformas aisladas. Si los grandes medios no bastan para lograr una ventaja competitiva, las plataformas intentan vincular a los usuarios y los datos a ellas mediante la dependencia de un servicio, la imposibilidad de utilizar alternativas o la falta de transferibilidad de los datos.

La conclusión lógica de estas tendencias es la predisposición de las grandes plataformas a crecer hasta alcanzar un tamaño enorme mediante efectos de red, junto con la inclinación a converger hacia una forma similar debido a las presiones del mercado.

Esto lleva a que las plataformas se cierren sobre sí mismas para competir ferozmente entre sí. El resultado es la fragmentación de Internet debido a la competencia capitalista.

Traducción nuestra


*Redacción de Collettivo le Gauche

Nota

1. Nick Srnicek Capitalismo Digital.Google, Amazon and the New Economy of the Web, LUISS University Press, Roma 2017, Todas las citas vinculadas al libro están tomadas de un ebook y, por tanto, las páginas no están disponibles.

Fuente original: Collettivo le Gauche

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