Pedro Mir: Memoria de una visita a Azua

Virgilio López Azuán

«Le dijimos que éramos “escritores de Azua” y queríamos conversar con el poeta para invitarlo a dictar una conferencia. Ella nos pidió que esperáramos. Lo recuerdo de forma difusa, pero creo que debíamos subir por una escalera donde se encontraba la biblioteca.»

Empezó a caer una llovizna sobre Santo Domingo. Ninfa Olímpica Estrada Imbert, Emilia Pereyra y yo habíamos salido muy temprano desde Azua de Compostela con una misión que después cambiaría el sentido de las vidas de los miembros del grupo literario que acababa de ser fundado. Nos guarecimos bajo el alero de una casa próximo a una parada de taxis, pero la lluvia arreció. La tarde recién entraba por esas calles solitarias del sector donde suponíamos se encontraba la residencia de uno de los poetas más admirados en la República Dominicana: Pedro Mir.

Queríamos que fuera a dictar una charla en las fiestas patronales de Azua. Eso fue al principio de los 80s. Con eso bautizábamos la salida del Círculo de Estudios Literarios Azuano –CIELA-, que se encargaría de estudiar la literatura dominicana y universal, realizar talleres y encuentros para formar a los jóvenes en materia literaria.

Pasó un canillita pregonando el periódico “La Noticia” y decidimos comprar uno, cosa que nos sirviera para taparnos de la lluvia si fuera necesario. Así fue. Seguía la llovizna y no tuvimos más remedio que salir de la guarida.

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