Peña Gómez: mi historia (8 de 11)
Por Farid Kury
Radicado en España, Juan Bosch sufriría una metamorfosis política e ideológica que iba a repercutir decisivamente en el accionar del PRD, y en nuestras relaciones. También lo llevaría a escribir enjundiosos ensayos políticos e históricos, en los que traslucían con claridad ideas antiimperialistas y clasistas. En ese período cuatro importantes obras definen su nuevo pensamiento: Composición Social Dominicana, De Cristóbal Colón a Fidel Castro, El Pentagonismo: Sustituto del Imperialismo y Dictadura con Respaldo Popular. El profesor ya no era un exponente de la llamada democracia representativa, sino un defensor de la liberación nacional de los pueblos.
Terminado de escribir en mayo de 1969, Dictadura con Respaldo Popular causó una gran efervescencia entre la juventud revolucionaria dominicana. En él, nuestro líder proclama que la democracia representativa como modelo político para América Latina ha fracasado en tanto no ha resuelto los problemas económicos y sociales, y que sólo servía para legitimar el poder de la oligarquía en contubernio con los sectores pentagonistas norteamericanos.
En el país no todos los perredeístas aceptábamos la evolución ideológica de Bosch ni su nueva tesis. Yo era, y lo digo con responsabilidad , uno de esos. En el PRD, siendo un partido policlasista, había un sector oligárquico que seguía viendo la democracia representativa como el sistema adecuado para la República Dominicana, y como yo coincidía con sus planteamientos, me vieron como su representante.
Pese a mi juventud sostenía que las nuevas ideas de Bosch nos colocaban de frente a Estados Unidos y nos alejaban del poder. Aunque respetaba y apreciaba al profesor, a quien reconocía como el gran astro de la política dominicana, no podía dejar de exponer mis ideas. Así lo hice numerosas veces. Aquello, claro está, disgustaba al profesor, y nos colocaba en situaciones de confrontaciones políticas e udeologicas. Aún así, mantuve y defendí mis ideas.
Pero Juan Bosch era el líder. Era quien tenía la batuta. La Dictadura con Respaldo Popular era su nueva tesis y esa sería la del partido. El 27 de febrero de 1969, en la Sexta Convención Nacional del PRD, tras encendidos debates, quedó oficializada como nuestra doctrina política. Ahora bien, las nuevas generaciones deben saber que ahí empezó la primera contradicción ideológica entre el maestro Bosch y yo, que tres años después nos separaría por siempre.
Pero mientras nos debatíamos en disquisiciones teóricas, el gobierno del doctor Joaquín Balaguer se bebía sin piedad la noble sangre del pueblo. Centenares de perredeístas, izquierdistas y simples hombres del pueblo, a diario caían asesinados. Era la contrarrevolución desde el poder, imponiéndose a sangre y fuego. En esa difícil etapa, estando Juan Bosch en Europa, me correspondió administrar el PRD y mantenerlo cohesionado. Y puedo afirmar, sin ánimo de vanagloriarme, que cumplí con esa tarea. Corriendo el peligro de ser asesinado, recorrí el país palmo a palmo, manteniendo un contacto fluido con los perredeístas, y pronuncié con frecuencia discursos encendidos contra la feroz represión gubernamental. Mi voz, una vez más, estuvo alta en defensa del PRD y del pueblo dominicano.
También vi oportuna la política de acercar el PRD a sectores de la burguesía nacional, por entender que no eran uniformes en sus criterios políticos ni ideológicos, y que debíamos aprovechar esas contradicciones interoligarquícas para derrotar y sacar del poder al doctor Balaguer. También sostuve que debíamos acercarnos a la izquierda dominicana.
Por esa senda marchaba el PRD bajo mi dirección cuando arribó el 17 de abril de 1970 al país el profesor Bosch. Entonces, toda la política de acercamiento a un sector de la burguesía y a la izquierda revolucionaria, fue eliminada. Para el líder, radical e inflexible en sus criterios, esa política era inaceptable. Bajo su dirección, no habría acercamiento con esos sectores. Y fue muy claro, como siempre, en proclamar su distanciamiento de la oligarquía. En cuanto a la izquierda, el acercamiento patrocinado por mí quedó totalmente roto. Proclamó desgarrapatizar el buey, en abierta alusión a sacar del PRD a los izquierdistas ingresados con mi anuencia al partido blanco.
II
Mi oposición a la tesis de «La Dictadura con Respaldo Popular» por fortuna no hizo que Juan Bosch me retirara el afecto. Me siguió teniendo alta valoración y cariño. Así lo dejó dicho apenas cuatro días después de su regreso de Europa, el 21 de abril, en un discurso en Tribuna Democrática. En aquella ocasión el profesor dijo:
“El doctor José Francisco Peña Gómez ha sabido dirigir el PRD en sus tiempos más difíciles, con habilidad y con brillantez, con talento y con honestidad. Honestidad es una palabra que quiere decir honradez, pero honradez, no sólo en lo que toca al dinero, sino en lo que toca a muchos otros aspectos…El compañero José Francisco Peña Gómez no sólo es honesto en toda su vida pública, es también un táctico natural con un talento de excepción para dirigir a un partido tan grande como el PRD, en medio de las dificultades más negras, y es un líder que se hace querer de todos los perredeístas. Es una estrella, compañeros, una estrella brillante y personalmente, para mí, es mucho más que eso. Y, aunque no debo hablar de mis sentimientos personales, quiero decir aquí, para explicarlo todo con pocas palabras, que sus triunfos son triunfos míos, y que todo el que toque con una hojita de papel de China a José Francisco Peña Gómez, está clavándome un puñal en mi corazón”. Esas palabras, viniendo del maestro, alegraban mi corazón.
Para entonces, el debate en el PRD giraba en torno a si debíamos asistir o no a las elecciones de 1970. La abstención electoral impulsada por el profesor Bosch y apoyada por mí fue aprobada. La represión desatada por todo el país impedía nuestra participación de manera democrática y libre, y nosotros preferíamos retirarnos antes de hacerle el juego al caudillo de Navarrete.
Reelecto Joaquín Balaguer formuló un llamado a un gobierno de unidad nacional. Se trataba de una demagogia y de un paso político táctico en el cual nosotros no íbamos a caer. En mi condición de Secretario General pronuncié un discurso por Tribuna Democrática, donde expresé:
“El presidente de la República no tiene interés en formar un gobierno de unidad nacional. Lo que el presidente quiere es sonsacar hombres de los partidos de oposición y sumarlos a su causa convirtiéndolos en compromisarios suyos bajo la apariencia de que estarían en un gobierno representando la oposición…El PRD no irá al gobierno de unidad nacional, a menos que el presidente se comprometa a cambiar de rumbo, ejerciendo un programa de transformaciones revolucionarias”.
Para entonces ya me había graduado de abogado en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, y entonces el profesor Bosch entendió conveniente enviarme a Francia a hacer un post-grado de Derecho Constitucional y a estudiar Ciencias Políticas. En el viejo mundo duré alrededor de dos años, y no sólo hice estudios académicos, sino también cumplí con misiones políticas de mucha importancia, contribuyendo eficazmente a denunciar los crímenes del régimen balaguerista y a movilizar la opinión pública internacional contra esos crímenes.
De mi eficacia política en Europa el propio Bosch dejó un testimonio inequívoco:
“El compañero Peña Gómez cumplió a las mil maravillas la misión que le dio el partido, como está cumpliendo ahora la petición que le hizo de que volviera al país antes de que terminara este año, para hacerse cargo de sus funciones de Secretario General…Peña Gómez fue a Europa a estudiar las ciencias políticas para servir mejor a los dominicanos; porque en esta hora del mundo, el líder que no estudia; el líder que no se prepara es un cohete explotado; y nosotros los perredeístas le exigimos al compañero Peña Gómez que se prepare cada día para que sea un cohete, pero no explotado, sino de esos que van a la luna y vuelven a la tierra como si tal cosa”.
Un día después de esas elogiosas palabras, el 19 de febrero de 1971, a las once de la mañana, en el vuelo 436 de la Pan Américan, procedente de San Juan, Puerto Rico, arribé al país. Me recibió una comisión de altos dirigentes del partido encabezada por José Joaquín Bidó Medina, Leonor Sánchez Baret, Manuel Fernández Mármol y Félix Alburquerque. Con ellos estaban también centenares de perredeístas humildes. En Migración fui sometido por oficiales de inteligencia a intensos interrogatorios que durarían dos horas. Abordado por los periodistas denuncié el interrogatorio como una maniobra vejatoria a mi persona y remaché diciendo:
“El doctor Balaguer no tenía fuerza ni poder para impedirme que yo entrara a la República Dominicana. Vengo a luchar con más ahínco por los derechos del pueblo dominicano”.