Placas o plagas

Rafael Grullón

Cuentan de una señora pueblerina que acudió donde el padre a confesarse tras arrepentirse de haber expandido chismes contra su vecina.

Cuando la señora llegó a pedir perdón a Dios a la Iglesia a través de su representante aquí en la Tierra, el sacerdote le pidió que le narrara su confesión.

“Padre estoy arrepentida de haber injuriado a mi vecina ante todo el pueblo”, le confesó al Padre, quien le dijo que no podía perdonarla, a menos que cumpliera con una penitencia. “Dígame Padre, qué tengo que hacer”, imploró la atormentada y atribulada mujer. Le contestó el Padre: “Vuelva a su casa, empuñe un cuchillo, entre a su aposento y tome la almohada de la cama, salga y súbase al tejado y destripe la almohada para que las guatas arrastradas por el viento se expandan por todo el vecindario.

No hay quien recoja el chisme cuando se derrama

La devota, prisionera de sus propios chismes, fue a su casa y ejecutó al pie de la letra y religiosamente lo encomendado por su sacerdote. Volvió, rauda y veloz, donde Padre a certificar la ejecución de su penitencia para que definitivamente le otorgara el perdón.

Y para su sorpresa, el Padre le dijo que no podía todavía perdonarla porque le faltaba algo por hacer’. Más confundida aún, la vecina gritó ” Padre, y ahora, qué es lo que me falta”.

Contestó el Padre: “Vaya al vecindario y recoja las guatas expandidas”. Padre, exclamó la mujer, esas guatas no hay quien las recoja, están por todas partes. “Así es el chisme, cuando se derrama, como el agua, no hay quien lo recoja”, contestó el Padre para experiencia de su devota.

Lo que prende en las redes sociales resulta imposible de recoger, y es la mejor imagen de aquella expresión de que “La Opinión Pública desalojó de su trono a la verdad Científica”. Las placas, Señor presidente, quedaron en los motores, y las plagas en el imaginario popular.

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