La celebración de la V versión del Festival Literario Sur realizado en la provincia de San José de Ocoa reafirmó la voluntad de un colectivo de escritores, académicos, intelectuales e interesados en destacar los rasgos de la sureñidad de las provincias de ese sur agreste, pero batallador; glorioso y lleno de tanta riqueza cultural.
No es una coincidencia que los poetas, narradores, dramaturgos, artistas plásticos y otros, retraten en sus obras el palpitar de su contexto. El lenguaje del arte rezuma la pasión y los sentires humanos cristalizados en sus propias esencias.
No es una coincidencia que el Festival Literario Sur haya sido la organización que materializara los deseos y las aspiraciones de aquellos que sueñan con ese espacio vital, poniendo de relieve esa literatura sureña por medio de dos versiones del Concurso Regional Festival Literario Sur en los géneros poesía y cuento. Y que en esos concursos se haya puesto de manifiesto rasgos de la sureñidad en cuestión. Veamos:
En el primer concurso, realizado en el 2019, el ganador del primer lugar en el género poesía lo fue el poeta Julio Cuevas con su “Salve cósmica”, que a decir del destacado lingüista y crítico, también sureño, Odalis G. Pérez, que en el poema “La región se expresa mediante el cuerpo-signo y la oralidad poética que recoge e interpreta el sentido histórico de la cultura abierta a sus raíces” (Pág. 15). Es un poema donde se calientan los ritmos como se calientan los cueros de los palos en un día de vela. Los sonidos repercuten, se esparcen y llegan hasta el confín espiritual de Olivorio Mateo o a las alturas señeras de la libertad anhelada por el negro cimarrón o del aborigen de estas islas llenas de cemíes, cibas y guanines. También, de la expresión patriótica duartiana.
Ese poema que asume la raíz del culto olivorista trae estos versos como si el mismo dios Olivorio hablara, en franca aura mesiánica: “¡Yo soy Olivorio Mateo! Hijo de un bendecido roble lomero / y de una primorosa y mágica cayena. / ¡-Salve-! ¡-Salve-! / ¡-Paleros-! / No me paren el ritmo / ¡-Fuego-! ¡-Fuego-!”. O en estos versos: “Soy / el gran retorno de los cemíes caribeños. / Soy el cimarrón / La sangre rebelde del discurso trinitario / el Duarte moreno…”/. Este debe ser considerado el primer poema acuñado como expresión de sureñidad de esta inquietud cultural que empieza a germinar.
Otro poeta es Luis Reinaldo Pérez, el cual en una parte de su vida, residió en Padre Las Casas de Azua. Su poema “Tonada para un regreso” obtuvo el Premio Único en el II Concurso Festival Literario Sur en el 2022. Si el poema de Julio Cuevas es valorado como el “primer poema acuñado como expresión de sureñidad”, el de Luis Reinaldo Pérez debe ser el que nos lanza al sur, el que nos vuelve la mirada a nuestras raíces: es el retorno. Unos versos lo confirma: “Volver tras el latido de tus raíces / buscando el pedazo de heredad que alimentan tus muertos. / Regresar por el camino trasegado de penas. / Allá te esperan las espinas y el polvo, / El lagarto y las piedras / El sol que muerde las espalda. / Allá, en ese valle alumbrado de cayenas, / te esperan luminosos los recuerdos”. Es la nostalgia del sureño, es como volver al lugar donde fuimos felices alguna vez aunque el paisaje y la vida estén detenidas entre polvos y lagartos, entre el sol y las penas, pero que todavía los recuerdos hacen luminoso ese paisaje.
En una ocasión en su página de Facebook el doctor Manuel Matos Moquete hizo alguna alusión a ese canto del paisaje deprimente, ese contexto que en muchos versos expresa una pobreza que dan ganas de llorar —esto dicho con mis palabras—, habiendo tantas virtudes, tanto qué contar del sur. Así es, y de acuerdo con el doctor Moquete, me parece que hay que darle un giro no a la temática de la nostalgia y los recuerdos del sur, quizá al lenguaje, a la forma de decir las cosas, como lo hace Luis Reinaldo Pérez, que te mueve a una amplitud de matices poéticos, donde no solo estremece el paisaje sino aquellas voces colgadas de metáforas que pregonan ritmos y creencias que parecen cómplices de los olvidos.
Los académicos del festival tenemos que escuchar al doctor Moquete y a Odalís G. Pérez y darle un giro estético a la nostalgia, al olvido, al paisaje y otras formas de expresión poéticas en el sur. No es suficiente con una poesía descriptiva, literal y pesimista; o aquella colgada como estalactitas en locuciones líricas ya superadas de corte amoroso y romántico donde todavía se escuchan ayes en “las tardes níveas” en “El alba blanca del prístino beso”.