Política en tres actos
Por: Luis Córdova
A pesar de faltar 700 días para las elecciones la teatralidad inició en tres actos.
Los políticos entraron a escena. No encarnaron otros personajes sino que decidieron representarse a sí mismos. El público no los esperaba, aunque sospechaba que la obra no tardaría en ser exhibida.
Se abrió el telón demasiado temprano.
Un majestuoso evento, con guion, método y -como en los mejores espectáculos del show business- producido para televisión y no solo para los asistentes.
El contenido, dolor de cabeza de siempre, careció de la originalidad: “el líder”, “cerrar paso”, “atrás quedó lo malo”, “culpas y redención”, “esperanza”… nada nuevo.
Otros, a la misma hora pero por otro canal… vistieron, con menos alegría que los primeros, unos nuevos miembros que en sus discursos reafirmaban su militancia filial desde antes de estar cedulados… problemas fondo y forma, pero es un acto a fin de cuentas.
El tercero, aunque inició un poco más tarde, exhibió un poco más de alegría que su antecesor aunque no tan desbordante como los gobiernistas; levantaron manos a militancia nueva y, como en el arte de Sun Tzu, prefieren la guerra de guerrilla antes que enfrentar cuerpo a cuerpo sus ejércitos.
Una pregunta ronda entre los espectadores de los tres actos: ¿por qué el espectáculo inició tan temprano?