¿Por qué India no quiere que los BRICS desmantelen el orden mundial construido por occidente?
M. K. Bhadrakumar.
Imagen: OTL
Si el grupo de potencias emergentes intenta usurpar la gobernanza mundial, ésta se derrumbará por su propio peso
Me viene a la mente un famoso incidente narrado por Bob Woodward en su libro Las guerras de Obama (Obama’s Wars): El presidente Barack Obama, haciendo caso omiso de las protestas de los funcionarios chinos de protocolo, irrumpió en una reunión a puerta cerrada de líderes chinos, indios y brasileños un viernes por la tarde en Copenhague, una semana antes de las Navidades de 2009, donde los tres líderes de los BRIC (esto fue antes de que Sudáfrica se uniera y el grupo se convirtiera en BRICS) negociaban en secreto una posición común en las conversaciones sobre el clima, que estaban al borde del colapso total.
Obama quería que los tres líderes de las naciones más poderosas del «Sur Global» -y el presidente sudafricano Jacob Zuma- se reunieran con él individualmente en lugar de colectivamente, y se puso frenético al ver que su estratagema se había venido abajo. Finalmente, Obama se reunió con los cuatro líderes y las negociaciones desembocaron en un acuerdo significativo.
Aquel incidente, sólo seis meses después de la primera Cumbre de los BRIC en Ekaterimburgo en junio de ese año, puso de relieve una verdad cardinal:
aunque ya se veían señales de que había comenzado el declive de Occidente, nadie dudaba de que Estados Unidos y Europa seguirían determinando las características de la economía mundial y la política internacional durante mucho tiempo.
Hoy, cuando el planteamiento de la India sobre la próxima cumbre de los BRICS se ha convertido en objeto de cierta controversia -con Reuters incluso haciendo correr el rumor malicioso de que el primer ministro Narendra Modi podría no viajar a Johannesburgo-, lo que se está pasando por alto es que existe una notable coherencia en la concepción que la India tenía de la agrupación:
que los BRICS eran una comunidad de potencias revisionistas que no buscaban la destrucción del orden mundial, sino la inclusión de sus intereses en dicho orden.
Sin embargo, el tiempo no se detuvo. La globalización está moribunda y el sistema de instituciones internacionales que la sustentaba ya no es inclusivo. De hecho, Rusia y China son objeto de sanciones estadounidenses. Por el contrario, la relación de India con Estados Unidos está quizás en su punto más alto de la historia -casi una alianza- y Washington la describe como la «asociación definitoria» del siglo. Podría decirse que las sanciones estadounidenses contra China podrían incluso suponer ventajas para India. El estrecho vínculo entre ambos países que se está gestando en el sector de los chips es un buen ejemplo de ello. Baste decir que la vida puede incluso estar mejorando para India, y que la élite del país no vería ninguna razón para cambiar sus modestos deseos revisionistas por una reestructuración más fundamental del orden internacional existente, por no hablar de su destrucción.
En resumidas cuentas, India se conforma con que la influencia de los BRICS en la configuración de los principales aspectos de la agenda global pueda hacer que el mundo sea más justo y estable. De hecho, no es un sueño descabellado, ya que el BRICS está en el lado correcto de la historia. Ninguno de los miembros del grupo tiene sus oportunidades económicas y su influencia política cimentadas en una historia de guerras sangrientas, llevadas a cabo con el propósito de establecer un dominio regional y mundial centrado en la riqueza acumulada durante varios siglos. India se siente como en casa.
Esto nos lleva a la cuestión central de la atracción que el BRICS ejerce hoy en día sobre tantos países tan patentemente divergentes en sus características, valores e intereses nacionales -desde Indonesia a Irán, pasando por Egipto o Arabia Saudí- que tienden a considerar a la agrupación como si estuviera preparada para recoger el estandarte de la gobernanza mundial de manos de Occidente. Tales expectativas son irracionales, ya que se basan en la evolución de todo el orden internacional en una dirección predeterminada, lo que por supuesto no es el caso.
Por lo tanto, es natural que Brasil -o la India, para el caso- se sientan preocupados por cómo, de cara al futuro, la contribución de los BRICS a la gobernanza mundial puede ser realmente decisiva. Fundamentalmente, existe incertidumbre sobre si, en las circunstancias actuales, es siquiera posible que los BRICS mantengan el comportamiento revisionista del pasado. No se trata del resultado del conflicto de Ucrania, que Rusia no puede perder ni perderá, sino de que, incluso después de una derrota catastrófica, es muy poco probable que sus adversarios cambien su visión del mundo.
Por lo tanto, si el BRICS se expande, desprovisto de normas, la unidad de la agrupación podría verse perjudicada, volviéndola difusa e ineficaz. Eso fue lo que le ocurrió al Movimiento de Países No Alineados. Sin embargo, este es también un periodo de transformación en el que «Los mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores están llenos de apasionada intensidad«, por tomar prestada la angustiosa formulación de Yeats de un principio eterno de la política.
El predicamento se agudiza con el conflicto de Ucrania como telón de fondo y la doble estrategia de contención de la administración Biden contra China y Rusia, dos miembros fundadores de los BRICS. Como era de esperar, las visiones del mundo de China y Rusia han cambiado drásticamente en el pasado más reciente y están contrarrestando enérgicamente la hegemonía estadounidense. La amistad «sin límites» entre estos gigantes vecinos los aparta un tanto dentro del BRICS, y eso no puede sino afectar a la alquimia de la agrupación -aunque el espíritu colegial continúa, gracias a su pragmatismo y sagacidad.
Curiosamente, muchos de los aspirantes que buscan asociarse al BRICS podrían incluso estar sintiéndose atraídos por la agrupación principalmente por esa razón:
una especie de segundo pilar que defiende una gobernanza mundial más justa y menos egoísta en relación con los pequeños y medianos Estados del mundo.
No nos equivoquemos: toda la experiencia de instituciones fuertes y gobernanza mundial resulta ser la experiencia de Occidente sobre la base de valores comunes e intereses compartidos. Irónicamente, también explica su «mentalidad de bloque». El BRICS, por el contrario, carece de esa cohesión y de la capacidad de fijar la agenda mundial, algo que el G7 llevaba décadas haciendo. Por eso, un país como India siempre esperará que el BRICS como comunidad no aspire a destruir el orden mundial existente, sino a cambiarlo a mejor. India no quiere el colapso de la globalización, las instituciones y el derecho internacional. Dicho de otro modo, la India prefiere crear dentro del orden existente reglas, normas y formas de cooperación que permitan preservar sus ventajas y eliminar sus defectos.
Para India, se trata tanto de una cuestión táctica como estratégica. El orden imperante basado en normas da a India una sensación de seguridad y refuerza la multipolaridad en Asia. Es un error pensar que India está sometida a presiones para unirse a Estados Unidos. Puede que así fuera en el pasado, pero en la actualidad India, sobre todo bajo el liderazgo actual, está ampliando conscientemente sus relaciones con Estados Unidos, ya que considera que ello redunda en su propio interés nacional. Es un resultado lógico de la trayectoria de la política en India desde la década de 1990 y goza de un «consenso bipartidista» entre el partido gobernante y el principal partido de la oposición. Y se ha convertido en una tendencia a largo plazo que ya parece irreversible.
Aquí intervienen varios factores y uno de los principales es, paradójicamente, el fenomenal ascenso de China, socio de India en los BRICS, que suscita sentimientos alarmistas en el país. La asociación con Estados Unidos es una de las pocas formas en que India espera abordar el paradigma de la seguridad. Dicho esto, los socios de India en los BRICS pueden y deben confiar en que India seguirá aplicando una política exterior independiente basada en sus intereses nacionales. No hay motivos para dudar de que India confía en la influencia decisiva de los BRICS en la configuración de los principales aspectos de la agenda global que harán del mundo un lugar más justo y estable.
Traducción nuestra.
*M.K. Bhadrakumar es Embajador retirado; diplomático de carrera durante 30 años en el servicio exterior indio; columnista de los periódicos indios Hindu y Deccan Herald, Rediff.com, Asia Times y Strategic Culture Foundation entre otros.*M.K. Bhadrakumar es Embajador retirado; diplomático de carrera durante 30 años en el servicio exterior indio; columnista de los periódicos indios Hindu y Deccan Herald, Rediff.com, Asia Times y Strategic Culture Foundation entre otros.
Fuente original: Indian Punchline