¿Qué finalmente pasará con Danilo Medina?
Juan Carlos Espinal.
En los partidos tradicionales de pos guerra el sentimiento de unidad clasista puede conservar momentáneamente el poder político y seguir resistiéndose de forma limitada a la expansión de la participación popular.
En este caso, cuales fuere las intenciones que el CPPLD o cualquier otro grupo económico pueda tener las tribus políticas en conflicto se ven inevitablemente empujados a heredar la insatisfacción.
Las elecciones municipales, congresionales y presidenciales del año 2020 indicaron con claridad que los votantes independientes estaban de parte de la oposición.
La división del PLD propiciada por el gobierno de Danilo Medina con el apoyo de elementos empresariales, actores de sociedad civil y medios de comunicación corporativos pareció un guión que se repetiría para tratar de imponer la candidatura presidencial de Gonzalo Castillo.
Muchos esperaban que Leonel Fernández se uniese a la campaña presidencial de Gonzalo Castillo-Margarita Cedeño y se liquidase la tendencia histórica exitosa del 50% + 1 para dar paso a una aventura política de segunda vuelta.
Para eliminar la posibilidad de la unidad política del CCPLD el gobierno de Danilo Medina pretendió falsificar los resultados de las primarias internas desarrollando un vasto plan de financiamiento municipal instrumentalizado 39 contratos de asfalto de Obras Publicas por un valor de 11 mil 500 millones de pesos.
Es posible suponer que en un partido político gobernante la naturaleza del conflicto provenía de grupos económicos suplidores del gobierno cuya identificación tan directa con el presidente Medina o con determinadas capas sociales sugería una orden existente.
En cierta medida, la oposición del PRM y las agencias de inteligencia de EU en República Dominicana habían creado las condiciones para salir del PLD.
En 2019 era obvio que la división impulsaría el ascenso del PRM y Luis Abinader al poder.
A diferencia de no ser un líder carismático o de poseer una determinada fuerza social propia Abinader encontró en el conflicto político la brecha que permitió alcanzar la mayoría en primera vuelta.
La victoria política del PRM es un excelente ejemplo de que los partidos políticos no ganan divididos; de que las instituciones pueden corromperse sin la participación de la militancia y de la división que impulsa la reelección del presidente Abinader que desde el año 2022 fragmenta el sistema de partidos.
El PLD continuará debilitándose sirviendo de vehículo a las fuerzas sociales que le dieron origen hasta desaparecer como partido hegemónico.
Una organización a la cual no todos pueden pertenecer tiene menos posibilidades que otra de su misma identidad a la cual todos pueden participar.
Esto traerá como consecuencia que se unifiquen las antiguas tradiciones políticas que dieron origen a la estructura electoral de 1996-2000 y 2004-2012 en torno a Leonel Fernández.
En el PLD se está inventando con Abel Martinez y Margarita Cedeño pero el principal centro de atraccion del peledeismo histórico es su vocación de poder.
Fuerza del Pueblo se convertirá en la opción político electoral con potencialidad de unificar el polo opositor.
La innovación digital, la insatisfacción de diferentes segmentos de la población con el gobierno en medio de la pandemia, el inmovilismo del PLD derivado del profundo rechazo del voto independiente insta a tomar en cuenta que en 2023 se pudiese estar pensando en un nuevo ordenamiento político.
Hay que tomar en cuenta que Danilo Medina y su grupo económico no sobrevivirán a la judicializacion política del gobierno de Luis Abinader.
Aunque haya acuerdos.
La legitimidad pública del gobierno de Luis Abinader esta estrechamente vinculada a generar confianza para tratar de sensibilizar a sus electores.
En ese sentido, los esfuerzos en superar la pandemia COVID-19 supone alcanzar el ritmo de la popularidad que llevó al poder al PRM.
El crecimiento geográfico de Fuerza del Pueblo tiene tres explicaciones :
La inestabilidad política, la complejidad social de confinamiento en COVID-19 y los procesos de modernización respecto del PRM-PLD y su movilización para la política.
La velocidad del desencanto posee una determinada conciencia social y política que no tiene partido y no se ve representada en ninguno de las organizaciones tradicionales.
La esencia de la movilidad política desde el PLD hacia Fuerza del Pueblo asimilará el liderazgo joven buscando espacios de participación electoral.
Una nueva división política en el PLD no debería descartarse.
La destrucción del PLD será lenta y rápida y la secuencia de las deserciones se ampliara en la medida en que las aspiraciones de los peledeistas no logren ser satisfechas.
Entre una cosa u otra existe una diferencia fundamental en materia de secuencia.
Como lo sugieren los ejemplos de las divisiones históricas del PRD y PRSC el PLD carece de legitimidad política ante la población.
El que Danilo Medina y Gonzalo Castillo no alcanzaran imponer una nueva dinastía se debe al hecho de que Leonel Fernández está habilitado.
Ello completó el aislamiento de Danilo Medina frente al PRM y lo privó de la autoridad necesaria para contrarrestar las fuerzas desintegradoras representadas por los planes de reelección.
Con la quiebra moral del orden político 2012-2020 la balanza electoral impulsará el bipartidismo PRM-FP.
A la larga Fuerza del Pueblo se habré espacio con su propio capital político irónicamente a expensas de otro que constituyó en su momento el equilibrio de fuerzas que permitió la gobernabilidad de entre 2004-2020.
Para los peledeistas se trata de la última fase de la lucha iniciada el 6 de octubre del 2019.