¿Qué sucede con las encuestas? Las dizque más serias han cambiado metodología analítica por… Ahora fue en Argentina.

Álvaro Roslik

Las recientes elecciones presidenciales en el país austral evidenciaron la disociación entre las encuestas publicadas y el resultado final de la contienda electoral. En diálogo con Sputnik, expertas argentinas sostienen que “muchas veces» se usan estos estudios estadísticos “como herramienta para incidir en la opinión pública».

El 22 de octubre, el candidato de Unión por la Patria y actual ministro de Economía, Sergio Massa, se impuso con un 36,68% de los votos en las elecciones generales argentinas, seguido del abanderado de La Libertad Avanza, Javier Milei, quien alcanzó el balotaje con un 29,98% de los sufragios.

Durante las jornadas previas a la primera vuelta electoral, diversas encuestas vaticinaban la victoria de Milei, quien pasaría al balotaje como la primera opción. Tras los resultados, sin embargo, hubo cuestionamientos metodológicos sobre el diseño y la implementación de las encuestas de opinión.

Si bien todos los sondeos acertaron en que habría una segunda vuelta con Massa y Milei, de casi 40 encuestas publicadas entre las primarias del pasado 13 de agosto y el 14 de octubre —última fecha permitida para la divulgación de las consultas—, solo cuatro auguraron que el candidato oficialista se impondría en las urnas por sobre el presidenciable libertario y el resto de las candidaturas.

“Las encuestas vienen mostrando errores en Argentina y en el mundo ya hace muchos años. Más allá de los problemas metodológicos que puedan tener en algún caso o de las diferencias que se puedan dar según el método de relevamiento», consideró en diálogo con Sputnik la consultora en comunicación política Julieta Waisgold.

La brecha entre los sondeos y los resultados electorales posteriores es evidente en Argentina y en la región.

Por ejemplo, en las recientes elecciones generales ecuatorianas, las encuestas sobredimensionaron al candidato conservador Jan Topic y menospreciaron al postulante que finalmente resultaría electo, el empresario Daniel Noboa.

Algo similar ocurrió con el plebiscito constitucional chileno de 2022, en que ningún sondeo dio cuenta de la enorme brecha entre el Apruebo y el Rechazo, opción esta última que finalmente prevaleció.

“Lo cierto es que muchos encuestadores señalan que hay cada vez más resistencia por parte de ciertos sectores de la población a responder encuestas“, consideró Waisgold.

“Si bien, ante la presencia de un escenario de desarticulación y desmovilización política haya menos gente, generalmente la menos politizada, dispuesta a responder, esta dificultad puede generar alteraciones en los resultados, porque el no tener a toda la población contestando por igual hace peligrar la representatividad de las muestras», explicó la experta.

“Un acto de rigurosidad científica»

A pesar de que las encuestas de opinión son una herramienta útil para el análisis y la planificación de una estrategia de posicionamiento, “muchas veces se las usa como herramienta para incidir en la opinión pública, mostrando a un candidato como ganador e invitando a que los votantes se suban a su carro ganador», subrayó Waisgold.

En este mismo sentido, la doctora en comunicación Josefina Bolis, quien también es prosecretaria de medios y publicaciones de la Universidad Nacional de La Plata, sostuvo que “en muchos casos» las encuestas “no buscan comunicar tendencias, sino construirlas“.

De acuerdo a la especialista, la encrucijada para las consultoras no es transparentar su composición, sino revelar quiénes financian las encuestas. “Un etiquetado frontal que revele quién la pagó y quién decidió publicarla sacudiría los cimientos del negocio», enfatizó.

Prevenir a los ciudadanos consultados de la “insalvable parcialidad de los resultados» es un acto de “honestidad intelectual», agregó Bolis.

De acuerdo con la experta, resulta necesario “pulir las herramientas, evitar generalizaciones, triangular métodos cuantitativos y cualitativos, construir equipos de investigación interdisciplinarios y especializados» para transformar los sondeos en “un acto de rigurosidad científica».

Esto no significa abandonar la tarea de construir “un termómetro sobre sentires y demandas de la comunidad». No obstante, resulta indispensable asumir que “la sociedad es compleja y, por tanto, no debería simplificarse el proceso de hablar sobre ella», concluyó Bolis.

Será el próximo 19 de noviembre cuando Massa y Milei se enfrenten en el balotaje que decidirá quién ostentará la presidencia del país austral.

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