Reforma policial y sociedad
Por: Ramón Antonio Veras.
1.- Una humanidad con la tendencia de su voluntad inclinada a vivir en un ambiente de progreso y paz, se siente cautivada por todo mensaje que encierre convertir lo viejo en nuevo.
2.- En ninguna época, como tampoco en país alguno, una institución u órgano estatal está al margen de la base económica que sirve de sostén a la sociedad en su conjunto. Siempre existe correspondencia; concordancia de una cosa con la otra.
3.- En las comunidades dominadas por regímenes sociales atrasados e injustos, las clases dominantes hacen uso de conceptos que motivan alegría y falsas ilusiones para generar sentimientos gratos en la población.
4.- En un país como el nuestro, bajo el dominio absoluto de los grupos económicos y políticos más conservadores, hablar de reformas motiva esperanza atractiva, pero infundada; encandila los ánimos, aunque de manera pasajera.
5.- En un medio social con una estructura arcaica, ya pasada de tiempo, cae bien al oído escuchar hablar de cambios, reformas, transformaciones y cuantas expresiones significan modificación de la situación actual, ya en desuso.
6.- Los dominicanos, hastiados de permanecer bajo un ordenamiento social que causa tristeza, les sale del alma ponerse contentos cuando les hablan de reformas, de innovación de cualquier organismo del Estado.
7.- Amplios grupos humanos de nuestro país se han sentido vivamente ilusionados porque desde las alturas del poder político les han calentado el cerebro hablándoles de la reforma de la Policía Nacional. La alucinación no es para menos.
8.- En cualquier sociedad integrada por personas físicas, la reforma es una innovación parcial que conserva la esencia de la situación existente y no afecta los fundamentos del régimen social u organismo.
9.- La Policía Nacional dominicana está compuesta por mujeres y hombres provenientes del pueblo, fundamentalmente del pueblo llano de a pie.
10.- Cada integrante del cuerpo policial dominicano arrastra vicios inherentes al sistema social bajo el cual estamos viviendo y que, de una u otra forma, nos afecta.
11.- El policía y el profesional liberal, lo mismo que el que cumple con los preceptos religiosos, están bajo la influencia de las taras que emanan del sistema en decadencia alrededor del cual actuamos.
12.- Ningún órgano del Estado dominicano está al margen de la sociedad en general, como tampoco están liberados sus integrantes de las manchas y de las feas señales que de ella se desprenden.
13.- Es un gran anhelo querer tener un servicio policial moralmente limpio, lo que solo es posible en una sociedad químicamente pura que descanse en un régimen económico basado en el desarrollo humano integral.
14.- Si queremos contar con la Policía Nacional ideal, debemos construir la base sobre la cual será erigida la sociedad humana de donde va a salir ese que velará por la seguridad pública.
15.- Los cambios que el pueblo dominicano precisa van más allá de la Policía Nacional y otras instituciones y órganos del Estado. El cuerpo policial es una parte del todo que hay que arreglar por entero y acondicionar con sentido social.
16.- Las reformas necesarias interesan a todos los afectados por la situación actual, que es consecuencia no de los males en la Policía Nacional, sino de la desigualdad de oportunidades de que es víctima la mayoría de la población dominicana.