Regresando a los tiempos de las tinieblas
Por César Pérez
Salvo en el breve período del gobierno sietemesino de Juan Bosch, nunca habíamos vivido un momento de tanto activismo colectivo de insana pasión para defender los más rancios valores del pensamiento conservador como el que vivimos hoy. Jamás los sectores políticos y religiosos, portadores de ese pensamiento habían logrado el peso específico en las instituciones del Estado y en sistema político que tienen hoy. Nunca en los partidos de oposición, en el principal, más bien, tenían generalotes titiriteros del grupo terrorista denominado Nueva Orden. Jamás el Código Penal tuvo los contenidos escandalosamente atrasados, permisivos de diversas formas de corrupción personal e institucional, como el recién aprobado por el Senado.
Pero no solamente son esos congresistas quienes impulsaron la aprobación de ese Código, igual lo hicieron algunos dirigentes, pero minoritarios, de las iglesias católica y protestantes, grupúsculos políticos fundamentalistas de signo neotrujillista, ultraderechistas, neonazi/fascistas y con el silencio cómplice de la generalidad de las direcciones partidarias. Pero, ante toda esa mugre, llama la atención el silencio de sectores intelectuales, de prácticamente todas las universidades con facultades de Derecho. Salvan la honra algunos abogados que de varias formas y medios se han pronunciado contra algunos contenidos del referido un Código Penal, como bien denuncia/sistematiza/ la institución Participación Ciudadana en una declaración pública.
Los senadores, sin excepción, según la prensa, han aprobado un Código Penal que desprotege la estructura familiar que fementidamente algunos sectores “defensores de la familia y la vida” dicen defender, y que mantienen una cruzada por penalización de la interrupción del embarazo; un Código que es permisivo ante los privilegios, desmanes y abusos de quienes ostentan determinados poder en las instituciones del Estado. Igualmente, que, como en los países totalitarios, limita el derecho al ejercido del periodismo serio de investigación que denuncia abusos y escándalos, calificándolo de espionaje para organismos internacionales. Sólo en mentes que no han podido superar la época de la inquisición cabe tanta insania, tanto fervor por defender valores de los tiempos de las tinieblas.
Este gobierno surgió de un movimiento que duró dos años de permanentes protestas en las calles, fundamentalmente, exigiendo el fin de la corrupción y la impunidad. Sería una tragedia, que sea precisamente en un gobierno con ese origen que se apruebe un código como el que se nos quiere imponer. De suceder, sería una estafa a ese momento de lucha, una burla a ese movimiento. Hoy, si de algo se nutren los movimientos ultraderechistas, negadores de los valores de la democracia y la libertad que se expanden por el mundo, es precisamente por ese y otros tipos de estafas y burlas, por esa negación real de derechos a la participación e inclusión social, y a libertad de expresión que diversos grupos corporativos con el monopolio exclusivo del Estado buscan imponerle a la sociedad.
A ese propósito, es pertinente recordar que en este preciso momento se realiza en Chile una cumbre de cinco presidentes con el nombre: Democracia Siempre, en la que se busca articular fuerzas para enfrentar unidos la embestida contra los derechos individuales y colectivos de las personas y de los estados amenazados por esa internacional del odio, la xenofobia y el racismo que gobierna en diversos países, encabezados por el más poderoso del mundo: Los Estados Unidos. En sus discursos, los presidentes se refieren a los mitos, el odio, las exclusiones sociales en sus diversas formas, la extorsión, el terrorismo verbal y físico como arma política, fundamentalmente de campaña electoral, que usan las fuerzas que configuran la internacional de la ultraderecha. También, critican la difusión de mitos y desinformaciones que usan en su combate a la democracia.
La sensibilidad de esos cinco presidentes en su búsqueda de unidad para preservar los derechos ciudadanos y la libertad es la que deberíamos asumir país, rechazando y enfrentando el activismo de los sectores del ultraderechismo de matriz neonazi/fascista y trujillista que juntos al conservadurismo tradicional, son la verdadera amenaza que tiene nuestra nación. Asumir las posiciones de esos grupos es no honrar el compromiso asumido en las grandes marchas del 2018- 20 y tomar el camino que nos quiere conducir la ultraderecha y el conservadurismo con el nuevo Código Penal de la intolerancia, del odio y la impunidad. Una tragedia.