Reportes de fallecidos en accidentes en RD parecen partes de guerra en cualquier país del mundo

Por Lito Santana

La presentación de la cantidad de muertos y heridos en accidentes de tránsito reportados por los medios de comunicación, entre lunes y martes de esta semana, podría ser comparada con las víctimas de conflictos armados en cualquier nación de Medio Oriente.

Así reseñaban los principales periódicos del país estas tragedias de los días 19 y 20 de julio de 2025:

«Al menos 11 personas murieron y más de 60 resultaron heridas en las últimas 24 horas como resultado de accidentes de tránsito ocurridos por separado en los municipios de Moca, Cotuí y Villa González, comunidades de tres provincias».

«En otro hecho trágico, tres personas fallecieron y una resultó herida tras un accidente ocurrido en el municipio Villa González, provincia Santiago. El vehículo en que se desplazaban impactó contra una baranda de protección vial».

El fenómeno de los accidentes viales tiene que detenerse.

El país no puede seguir contando muertos y heridos de esta manera y con esta frecuencia.

Según el Observatorio Permanente de Seguridad Vial (Opsevi), en 2024 fallecieron 3,114 personas en colisiones viales, lo que equivale, en promedio, a ocho muertes diarias.

Ese organismo reveló que «un total de 824 personas han perdido la vida en accidentes de tránsito en las 32 provincias de la República Dominicana en lo que va de 2025. Esta cifra arroja un sombrío promedio de 28.9 fallecidos por provincia». Ese reporte fue en el mes de mayo. Súmele más de 30 muertos, entre junio y julio.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), República Dominicana se ubicaba como la nación con el mayor número de muertes por accidentes de tránsito en la región

¿Puede una nación continuar su «línea ascendente» de desarrollo con semejantes acontecimientos? Claro que no.

Pero el enfrentamiento de este flagelo ya no es una misión solo del Gobierno. Es un problema de todo el conglomerado, en el que cada ciudadano y ciudadana debe involucrarse y aportar su grano de arena. Y eso empieza con nuestra conducta al momento de tomar el volante, sea en función de conductores de vehículos privados o choferes del servicio público.

La educación, la prudencia, la decencia, la concentración pueden ser la clave.

La aplicación férrea de las leyes de tránsito puede ser otra herramienta que nos ayude a reducir estas cifras de muertos y heridos, que se asemejan a partes de guerras de muchos países.

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