Río suelto (la escritura) Contemplación activa de su cuerpo

«Y digo que hay dos silencios: el primero, / sin tiempo, / y el vestigio que insiste después de nombrarlo: / poesía es olvido como obra de arte…» Armando Almánzar-Botello: Fragmento de “Silencio”, 1978

«Hay quien prefiere las ortigas». Junichiro Tanizaki

Por ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO

«Sugerir es mostrar, en lo que llamamos “presencia”, la huella de lo “ausente”. Si no existiera un “silencio” generado por el uso intensivo de las palabras, estas fueran inmóviles, tópicas, inertes, “palabras plenas” que no podrían sugerir algo que esté implícito, no explícito en ellas, o diferente de ellas: no podrían, en su fallido “partir”, portar silencio. No obstante, la pura ausencia de silencio es tan metafísica como lo es la presunta presencia absoluta de la palabra. Como dice Henri Meschonnic: “el silencio no es una ausencia de lenguaje”; lo dice porque el silencio como sugerencia en el lenguaje indica una ausencia de la pura y simple presencia de la palabra plena. El silencio es huella y resonancia de la palabra intensiva que revela esa fuga como posibilidad de su ausencia. La palabra no es mera presencia. El silencio no es pura ausencia de la palabra. La palabra intensiva o sugerente genera silencio en una indecidible y compleja relación de mutua contaminación entre presencia y ausencia…» Armando Almánzar-Botello

A Ella, in memoriam
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I

Abandonada al fin a tu propia fluencia…

(lejana,
deslumbrante flor del maleficio)
sonámbulo soy humo en el incendio
de tus óleos…
Y resbala tu presencia
por los bordes del sentido,
perdido ya tu rostro en un fulgor de río suelto…

II

Si desnudo el lienzo piensa tu temblor
y tu distancia,
el poema que me alumbra es lo más próximo
a tu sangre.
Lo más puro de tu ser me está doliendo,
en las frágiles palabras que ahora enuncia
el misterio carnal de tu silencio…

III

Hoy dibujo en el insomnio los contornos
del asombro,
y manchado de vacío en mi caída
hacia el instante:
pienso
escribo
tiemblo
ardo…
y cayendo:
te recuerdo…

Erguida en tu esplendor más alto,
verdad tuya fue posar en el mundo simplemente,
sonreír cegadoras claridades
en tu ausencia…

IV

Y así,
ahora el Otro en mí

(cifra de tu sangre por la página convulsa,
delirio que se alumbra de tintes y pinceles)

enciende en mi penumbra provisorios infinitos,
afirma lo disperso en los bocetos de tu ausencia:
ilusorio denudarse de tus cuerpos…

Apolo resbalando por tu abismo
que me pierde
soplo letras por tu carne,
giro ruedas de tiniebla,
palpito retocando tu luz para lo eterno.

Dionisos que alucina trasmundos
por la hiedra,
avanza como un río…

Resbalando por mi página
una música me inflige
la herida infinita de tu olvido en el poema.

Arañado de silencio,
des-leído en mi palabra,
soy la diáspora de sangre hacia lo incierto…

V

De nuevo bruscamente
caído sobre el miedo,
en la fiebre de tus muslos
me detengo:
escualo soy de sombra en la página que tiembla,
una ciega negrura de la tinta,
la mancha seducida por lo blanco…

En la cámara nupcial de tu silencio
arrojo de mi hambre tinieblas a tu cuerpo.

La mano es pez de bruma que persigue transparencia.
Y fluye
gira
tiembla:
disuelve su contorno en la claridad que alcanza…

Desangrándome un vacío,
imantado por la angustia que me inventa,
un Otro ahora escribe:

solo en la caída se cumplen las presencias…

Casi ópalo-temblor tu desnudez ardida,
abolida en los insomnios de mi lienzo,
me deslumbran de cinabrio los inmóviles pinceles
mía tu rabia de no ser,
¡naciendo!…

Y callo en un derrumbe de estatuas enlutadas
porque voy tocando el borde
de tu finitud erguida…

El viento se levanta,
un grito se dispersa…

¡y brilla en el olvido la leyenda de lo ausente!

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Agosto de 1985

© Armando Almánzar Botello. Santo Domingo, República Dominicana.

Poema levemente retocado extraído del
libro: Cazador de agua y otros textos
mutantes. Antología poética 1977-2002,
Editora Nacional 2003, páginas 59-62.
Santo Domingo, República Dominicana.

Blogs en los que figura este mismo texto:

Blog Cazador de Agua

Blog Otros Textos Mutantes

Copyright © Armando Almánzar Botello. Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana.
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THOMAS MANN Y LA HOMOSEXUALIDAD (Notita-extracto)

Por Armando Almánzar-Botello

A Fredesvinda Báez Santana, indescifrable latido de la perla
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La persona concreta, extraliteraria, empírico-biográfica del gran escritor Thomas Mann, experimentó desde su niñez y adolescencia una fuerte corriente homosexual, autorreconocida pero no plenamente aceptada por el Premio Nobel de Literatura 1929.

Esa homosexualidad sería ética y estéticamente irrelevante si Mann, ya no como simple autor o persona biográfica sino como sujeto de la escritura que genera el texto narrativo, no la hubiese transformado y «contraefectuado» (Gilles Deleuze) artísticamente en diversos personajes cuya “constelación de atributos”, peripecias y respectivos destinos vienen a resultar trascendentes, logrados, significativos o atractivos para los lectores de cualquier país, en las diversas tramas de las múltiples obras de ficción del famoso autor de Los Buddenbrook.

Esos personajes, magnetizados por cierta homosexualidad, aparecen en obras como Tonio Kröger, El pequeño señor Friedeman, Muerte en Venecia, La montaña mágica, Las cabezas trocadas, Doktor Faustus, etcétera.

Por la excelencia del trabajo creativo de Mann como narrador, esas criaturas de ficción resultan psicológica, existencial y literariamente relevantes para el lector sensible, independientemente de que este conozca o no el fantasma homosexual de Thomas Mann como personalidad biográfica.

Por lo tanto, en cierta zona de La montaña mágica el fantasma homosexual está presente en la relación de Hans Castorp con la rusa Clawdia Chauchat.

La corriente homoerótica viene allí a expresarse deformada, enmascarada, desfigurada (Entstellung: Sigmund Freud) mediante la condensación o identificación freudiana —en la psiquis del personaje Hans Castorp—, entre ciertos rasgos físicos de Madame Chauchat y unas particulares características de Pribislav Hippe, un enigmático y atractivo niño compañero de estudio de Hans, perteneciente al lejano pasado escolar del protagonista de La montaña mágica.

El amor de Hans por la atractiva mujer Clawdia, participa en algo de lo que Freud denomina «retorno de lo reprimido», por la interposición del fantasma homosexual encarnado en la figura de Pribislav…

El mismo Mann (en sus Diarios y en otros lugares), aludiendo a estos recursos que le permitían una relativa “sublimación” de las pulsiones, hablaba, utilizando una expresión de Friedrich Nietzsche, de mantener “encadenados a los perros” [“perros del deseo” característicos del erastés griego], por medio de la escritura «est/ética» (Jacques Lacan) y transformativa.

Armando Almánzar-Botello

——–
23 de julio de 1999

© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.

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