Trucos mentales Jedi: la guerra cognitiva del enemigo contra el Líbano

Mohamad Hasan Sweidan.

Ilustración: The cradle

Se está librando una guerra psicológica para hacer que la normalización con Israel parezca inevitable, pero la resistencia del Líbano no se limita al campo de batalla, sino que también se libra en el ámbito de la percepción.


Tras las declaraciones del secretario general de Hezbolá, Naim Qassem, el 18 de abril, quedó claro que gran parte de lo que domina los medios de comunicación libaneses no es más que una proyección de esperanzas perdidas.

Durante años, figuras políticas libanesas prooccidentales y las élites mediáticas han promovido la inevitabilidad del desarme de la resistencia y la normalización de Beirut con Israel.

Sin embargo, la posición de Qassem fue inequívoca: la resistencia no será desarmada y el Estado ocupante seguirá siendo un enemigo eterno.

Desde el alto el fuego de noviembre de 2024, el Líbano ha sido objeto de un ataque cognitivo coordinado.

Esta campaña, encabezada por las élites políticas, los tecnócratas y los medios de comunicación nacionales y extranjeros, presenta la normalización con Israel no como una traición, sino como un interés nacional pragmático. Se presenta como un paso racional, una necesidad económica, una puerta de entrada a la estabilidad. Y, como cualquier operación psicológica eficaz, sigue un plan.

Un documento de la OTAN describe la guerra cognitivacomo algo que va más allá de “ganar sin luchar”. Reestructura la forma en que las sociedades piensan, lo que valoran y cómo perciben su realidad. El objetivo es desmantelar el andamiaje lógico de la conciencia colectiva y erosionar las fronteras morales que han definido históricamente la identidad política. Una vez comprometidas esas defensas internas, avanzar en una agenda extranjera es solo cuestión de tiempo.

En el Líbano, este manual se ha manifestado en ocho etapas distintas y deliberadas. Desde reformular narrativas hasta suavizar la resistencia psicológica y, en última instancia, otorgar legitimidad moral al ocupante, esta campaña cognitiva intenta hacer que la normalización con Israel parezca no solo aceptable, sino inevitable.

Reformular, repetir, reprogramar

Todo comienza con la ingeniería narrativa. Como explica Robert Entman en su obra Framing Theory (1993), la forma en que se enmarca un tema determina cómo se entiende. En el Líbano, palabras cargadas de significado como “ocupación”, “enemigo”y “resistencia” están siendo sustituidas por términos más suaves como “coexistencia” e “integración”. En lugar de amenazas, ahora se habla de “oportunidades”. En lugar de hostilidad, se habla de “asociación regional”.

Este replanteamiento se basa en señales emocionales: la esperanza sustituye al miedo; el diálogo sustituye a la disuasión. Los políticos, los periodistas y los economistas amplifican estos argumentos, reforzando la ilusión de que la normalización ofrece puestos de trabajo, inversiones y estabilidad. La repetición es el mecanismo. Cuanto más se escucha, más aceptable resulta.

Como demuestra el “efecto de mera exposición” del psicólogo Robert Zajonc (1968), la repetición genera familiaridad y la familiaridad reduce la resistencia. En el Líbano, la normalización se está introduciendo en el discurso público a través de reuniones políticas, debates comerciales y conversaciones sobre la demarcación de fronteras, como las negociaciones indirectas patrocinadas por Estados Unidos en marzo de 2025.

Cada exposición diluye la carga emocional que rodea al concepto. Lo que antes era impactante, ahora parece rutinario. Al final, la curiosidad supera a la cautela.

Desmantelar la identidad, fabricar el consentimiento

La tercera etapa se centra en la identidad colectiva. Basada en la “hipótesis del contacto intergrupal” de Gordon Allport (1954), la idea es sencilla:

facilitar encuentros neutrales y apolíticos —conferencias académicas, talleres sobre el clima, programas de ayuda conjuntos— entre profesionales libaneses e israelíes.

En septiembre de 2024, una cumbre sobre la crisis climática celebrada en Larnaca (Chipre) reunió a 250 expertos de 22 países, entre ellos el Líbano e Israel. Estos encuentros tienen por objeto humanizar al ocupante, cambiando la identidad colectiva libanesa de la resistencia a la cooperación sin entrar nunca en el debate político.

A continuación, viene la manipulación de la autoridad y la influencia de los pares.

Cuando figuras mediáticas agitadoras como Marcel Ghanem declaran que la oposición a Israel es una opinión marginal —“quedan muy pocas personas antiisraelíes en el planeta”,afirmó—, se crea la ilusión de consenso.

Periodistas e influencers libaneses que promueven la normalización con Israel.

Esto es también lo que puso de manifiesto el diputado libanés Walid al-Baarini cuando afirmó:

Si a la normalización sí protege [al Líbano] de los ataques… si a la normalización sí aporta paz y prosperidad al Líbano.

El objetivo era dividir a un grupo social, la comunidad suní, mediante un diputado suní que abogaba por la normalización con Tel Aviv.

Este es un ejemplo clásico de sesgo de autoridad y prueba social: las personas tienden a someterse a mayorías percibidas y voces poderosas. Pero la realidad contradice la fachada.

Una encuesta del Centro Internacional de Información muestra que el 75,3 % de los libaneses sigue considerando a Israel como su enemigo número uno. El Arab Barometer sitúa el apoyo a la normalización en toda Asia Occidental en un mísero 13 %.

Políticos libaneses que promueven la normalización de las relaciones con Israel.

La disonancia cognitiva se convierte entonces en un arma. Como escribió Leon Festinger en 1957, las personas modifican sus creencias para alinearlas con su comportamiento.

Cuando los ciudadanos libaneses participan en iniciativas regionales ‘apolíticas’, como los proyectos medioambientales GreenerMed 2030 de la Unión por el Mediterráneo, en los que participan tanto el Líbano como Israel, se involucran en una cooperación de facto.

Esto crea una tensión interna: ¿cómo se puede rechazar la normalización mientras se comparten plataformas con el ocupante? La resolución suele lograrse a costa de la resistencia.

A continuación, se aplica la táctica de “meter un pie en la puerta”. Primero, se asiste a un taller conjunto. Luego, se participa en un panel. Finalmente, se sientan las bases para la cooperación política o económica. Cada pequeño paso reduce la barrera para el siguiente, porque las personas prefieren la coherencia con su comportamiento pasado.

Al final, la narrativa remodela al propio Israel. Ya no es una amenaza existencial, sino un socio estratégico. El miedo se sustituye por la oportunidad. Cuando la amenaza psicológica se evapora, también lo hace el instinto de resistencia.

La normalización como traición

Esta campaña psicológica no opera en un vacío legal. Según la legislación libanesa, la normalización es un delito. El artículo 285 del Código Penal tipifica como delito cualquier trato con ciudadanos enemigos. La Ley n.º 1/1955 prohíbe cualquier tipo de acuerdo con instituciones o individuos israelíes. La normalización no es un debate político, es una línea roja legal.

Y, sin embargo, proliferan las voces que piden ‘paz’. Algunas pertenecen a personalidades de los medios de comunicación, otras a diputados.

Sus declaraciones no son meras opiniones, sino intentos cuidadosamente elaborados para legitimar lo que la ley y la sangre libanesas han rechazado. Borran las fosas comunes de Gaza y la tierra quemada del sur del Líbano bajo tópicos de ‘diálogo’ y ‘coexistencia’.

Este es el nuevo frente. El ejército de ocupación ya no asalta las fronteras, sino que se infiltra en las mentes.

Pero la batalla no está perdida. La abrumadora mayoría de los libaneses, la letra de la ley y la memoria de los mártires forman un cortafuegos contra esta guerra cognitiva.

La soberanía del Líbano no está en venta. Su resistencia no es obsoleta. Y su memoria no es tan corta como para confundir la colonización con la coexistencia.

Como destacó el jeque Naim Qassem en su discurso de la semana pasada:

Desarmar a la resistencia por la fuerza beneficiaría al enemigo y solo crearía disensión con el ejército… No permitiremos que nadie desarme a la resistencia. Nos enfrentaremos a quienes la ataquen, igual que nos hemos enfrentado a Israel. No habrá capitulación.

Traducción nuestra


*Mohamed  Hasan Sweidan es investigador de estudios estratégicos, escritor para diferentes plataformas mediáticas y autor de varios estudios en el campo de las relaciones internacionales. Mohamed se centra principalmente en los asuntos rusos, la política turca y la relación entre la seguridad energética y la geopolítica.

Fuente original: The Cradle

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