UMBRAL: Un país a la deriva
Por Manolo Pichardo
De acuerdo con una publicación aparecida el pasado primero de julio en el periódico digital Su Mundo, el Consejo de la Empresa Privada (Conep) a través de César Dargam, uno de sus voceros, manifestó que el Gobierno dominicano está operando con un déficit de un 5% del PIB, lo que definió como una señal preocupante que “amerita atención y ajustes estructurales en el mediano y largo plazo”. El joven empresario dijo que todos los años se proyectan ingresos del 16 por ciento del PIB, pero con un gasto del 19%, y explicó que “eso es operar con un déficit del 3%, al que se le suma el pasivo del Banco Central para llegar a un 5% todos los años.”
Lo que llama la atención de estos datos es que en paralelo estamos frente a un gobierno que ha incrementado la deuda pública consolidada a niveles sin precedentes, pues resulta que ésta, acumulada, hasta el 2019, alcanzó un monto de poco más 47 mil millones de dólares y la presente administración la ha colocado en más de 72 mil millones de dólares. Para comprender la magnitud de esta irresponsable carrera de endeudamiento, se hace necesario referir que en los 42 años comprendidos entre 1970 y 2012 el país acumuló una deuda de 27,131.8 millones de dólares, un monto similar al incremento de la deuda aportado durante estos 5 años de gobierno del presidente Luis Abinader.
Como si fuera poco, y a propósito de este alto endeudamiento, esta gestión de gobierno ha manejado más recursos que ninguna otra administración durante toda la historia republicana. Veamos: los ingresos, incluyendo los préstamos, en esta administración a tres años de haberse instalado, ascendían a la astronómica suma de 4,335,012,000.00 de pesos; esto es, cuatro millones de millones, que en inglés se expresaría en más de 4 trillones. Para que tengamos una idea de la magnitud de esta cifra y su manejo en solo tres años, se hace necesario recordar que durante los doce años de gestiones de gobierno del presidente Leonel Fernández, los ingresos se colocaron en 2,709,537.3; o sea, 2 millones de millones, o dos trillones como ya aclaramos. Lo incomprensible es que, a pesar de tener los mayores ingresos en nuestra historia, a su vez, carga en su haber con la menor inversión pública en 72 años, cuestión que se evidencia un una paralización, lentitud o abandono de las obras públicas a lo largo y ancho de todo el país.
Durante el período de los doce años de gobierno de Joaquín Balaguer (1966/1978) la inversión pública promedió el 5.57% del PIB; durante el cuatrienio de presidente Antonio Guzmán Fernández (1978/1982) fue de 3.94%, y durante el de su compañero de partido y sucesor, Salvador Jorge Blanco (1982/1986), bajó a 2.71%. Durante su segundo mandato (1986/1996) Balaguer incrementó el gasto a 6.45%. Leonel Fernández, por su parte, durante sus primeros cuatro años de gobierno (1996/2000) lo promedió en 3.55%; Hipólito Mejía (2000/2004) promedió la inversión pública en 5.13%; Fernández a su retorno (2004/2012) lo colocó en 4.46%; Danilo Medina, su excompañero de partido y sucesor, invirtió un 3.79%, y el actual presidente, Luis Abinader, ha invertido en sus cinco años de administración 2.23%.
En medio de este trajín gubernamental de ineficiencia, las proyecciones de crecimiento que se desploman, el Seguro Nacional de Salud (Senasa) al borde de la quiebra, el Metro de Santo Domingo, igual que todos los servicios públicos, se deteriora; y, como para multiplicar la ansiedad de la sociedad, el narcotráfico penetra al partido de gobierno, la corrupción se ampara en la impunidad, la migración se sale de control bajo el mando de mafias que controlan el negocio desde arriba, desde abajo, uniformadas y desnudas.
Y así, como si nada ocurriera, los funcionarios que aspiran a la Presidencia de la República con las manos cerca de los fondos públicos se suman a este cóctel que define el escenario del país, en medio de la frustración e impotencia colectiva que sufre este proceso involutivo que, de continuar, nos llevará a la catástrofe de 1982/1986 o de 2000/2004, marcada por la pobreza, el hambre, las pobladas y las quiebras masivas. Solo nos falta exclamar, por los años que le faltan a este gobierno para terminar: ¡Qué los dioses (todos juntos y unidos) nos protejan, nos liberen de este aquelarre, e iluminen a Luis, porque la incapacidad e ineptitud solo podrían ser superadas por fuerzas divinas!