Una lectura analítica del comunicado de Edmundo González
Misión Verdad.
Es ahí, en torno a la palabra diálogo, donde se expresa la gran profundidad de una nueva crisis en el liderazgo opositor ya que el supuesto «presidente electo» —amén de las «actas» fraudulentas— estaría legitimando una ruta diferente a la de Machado, quien asegura que es inminente un cambio de régimen en Venezuela.
El comunicado de Edmundo González Urrutia desde Madrid, capital de España, lugar de su autoexilio, puede leerse como una continuación de la carta enviada al Fiscal General de la República y como un giro de 180º a su postura mantenida durante la campaña electoral y la jornada golpista post-28J.
Con la misiva al Ministerio Público, el excandidato presidencial se deslindó de la agenda impuesta por María Corina Machado y reconoció las instituciones venezolanas.
A través de su abogado, José Vicente Haro, aseguró no haber participado de ninguna manera en el montaje del sitio web resultadosconvzla.com y apostó por la moderación política sobre el posicionamiento extremista del sector que respalda su asunción como «presidente electo».
Luego, González Urrutia huyó de Venezuela sin haber consultado ni informado a Machado de sus intenciones, un impasse político que se evidenció con el lenguaje corporal y verbal de la dirigente opositora en un video en el que explica su postura sobre la cuestión. Su salida del país termina de disolver la expectativa de una «transición» inminente liderada por su figura.
Desde España, el comunicado indica que no existe una agenda política común entre González y Machado, muy a pesar de que formalmente, hasta la semana pasada, estaba acompañando la campaña de las «actas» y firmaba comunicados junto a ella.
La explicación está en el mencionado comunicado, confirmada por el canciller Yván Gil: Edmundo González estuvo refugiado en la embajada de Países Bajos en Caracas durante los días posteriores a las elecciones presidenciales, cuando Machado intentó consolidar un golpe insurreccional con el apoyo de componentes criminales.
De esta manera, con su traslado a Madrid bajo las leyes internacionales y a instancias del gobierno del presidente Nicolás Maduro, González Urrutia se desmarcó de cualquier plan que la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) y Machado lleven «hasta el final».
En su mensaje despacha a la fundadora de la ONG Súmate mediante un agradecimiento y sugiere que puso como prioridad sus intereses personales y familiares, en menoscabo de lo prometido a la oposición de base.
Pero sobre todo, el texto pudiera ser interpretado en su totalidad como una misiva pública contra la estrategia de María Corina Machado y los métodos hasta ahora usados para llevarla a cabo. Cuando dice que «soy incompatible con el resentimiento«, se ubica en un lugar que confronta la retórica usual de la dirigente opositora, dirigida a «cobrar» (el nuevo a.k.a del golpe en 2024) sin concesiones.
Sus palabras, cortas y al grano, han aumentado los grados de confusión y frustración en el universo antichavista, tanto entre dirigentes como seguidores, incluidos analistas y propagandistas opositores que leen en el documento una capitulación.
Diálogo: cisma
La mayoría de los grandes periódicos en España ha cubierto la noticia de la huida y el comunicado redactado desde Madrid —entre ellos El País y El Mundo— como si la situación se tratara de una encrucijada, o una oportunidad para que la dirigencia opositora se recomponga recogiendo los vidrios rotos de una política que ha dejado en condición de vulnerabilidad la agenda que durante un mes habían sostenido sin fisuras aparentes.
Pero la salida de González perjudica a esa oposición extremista, mucho más de lo que pudiera beneficiarla.
En primer lugar, se ha impuesto un alto nivel de desmoralización en la base opositora y en el espectro digital político a su favor, lo que asimismo trae consigo una percepción de fragilidad en torno a la unidad de la PUD. La imagen de fortaleza que se había venido construyendo con la venia del imperialismo tecnológico ha sufrido un revés en la opinión pública y cibernética, a pesar de que González justificara su huida «para que cambien las cosas y construyamos una etapa nueva para Venezuela».
Por otro lado, el tono de despedida y capitulación del comunicado abre un cisma entre posiciones respecto a la situación venezolana, cuando Edmundo González Urrutia menciona que «la política del diálogo puede hacernos reencontrarnos [sic] como compatriotas», una ubicación que se encuentra en la vereda política del frente, por la constante apuesta de María Corina Machado de rechazar dogmáticamente toda negociación con el Gobierno Bolivariano.
En efecto, el diálogo es el concepto político más odiado y confrontado históricamente por Machado. Y el exembajador apuntó directamente a departir en un contexto donde las negociaciones aun no tienen lugar, pero que fueron propuestas por el mismo presidente reelecto Maduro, quien horas después de haber sido anunciada su victoria electoral en la madrugada del 29 de julio hizo la invitación para iniciar un nuevo proceso de «diálogo nacional» a favor de un «nuevo consenso» capaz de mejorar el «entendimiento» entre las distintas fuerzas políticas del país.
La de Vente Venezuela ha basado su trayectoria política en el rechazo al diálogo y a la negociación política, lo cual se emparenta más con los métodos de la extrema derecha en Estados Unidos, Europa y el fascismo posmoderno que de la derecha moderada y el centro político venezolanos, los sectores a los que responde tradicionalmente González.
Es ahí, en torno a la palabra diálogo, donde se expresa la gran profundidad de una nueva crisis en el liderazgo opositor ya que el supuesto «presidente electo» —amén de las «actas» fraudulentas— estaría legitimando una ruta diferente a la de Machado, quien asegura que es inminente un cambio de régimen en Venezuela.
También es un punto de partida para hacerse algunas preguntas de cierre que tal vez tengan prontas respuestas en efecto cascada, tras la movida solitaria del excandidato y su desvinculamiento político de Machado.
¿Se abren las compuertas que estaban esperando Manuel Rosales y los sectores de la política tradicional venezolana para plantear una opción superadora al desastre post-28J promovido por Machado y la PUD, basada en el diálogo? ¿O continuarán siendo arrastrados por inercia a la lógica autodestructiva de ese liderazgo?
¿De qué manera, con acciones, Machado responderá el comunicado de su «presidente electo», cuyas palabras denotan que el resentimiento y el monólogo inflamable forman parte de su postura? ¿Desautorizará el último deseo de González de dialogar con el chavismo? ¿O redoblará las intenciones destituyentes de su agenda?
Mientras tanto, la atmósfera de la desolación y la derrota continúa ganando terreno en el antichavismo, sin ningún game changer en el horizonte que cambie el cuadro.