Una tribu nativa lucha en Nueva York para salvar sus tierras del cambio climático

DL. En los Hamptons, conocidos por las suntuosas mansiones de ricos y famosos, una tribu nativa estadounidense lucha contra la última amenaza para lo que queda de sus tierras ancestrales: el cambio climático.

Los Shinnecock («gente de la orilla de piedra», en su lengua), han vivido en Long Island (este de Nueva York) unos 13,000 años.

Sus poblados se extendían por el este de la isla antes de que los europeos les arrebataran sus tierras para asentarse y de que las autoridades estadounidenses los redujeran a poco más de 3 kilómetros cuadrados en la península.

Su territorio se lo está comiendo el aumento del nivel del mar y la erosión costera, haciéndolo cada vez más vulnerable a los huracanes y a las fuertes tormentas.

«Estamos ante una situación devastadora en que quizá tengamos que reubicar a todo un pueblo que siempre ha estado aquí», dice a la AFP Tela Troge, una abogada shinnecock.

La Nación India Shinnecock tiene gobierno propio y está reconocida a nivel federal como una tribu de unos 1,600 miembros.

Más o menos la mitad sigue viviendo en sus reservas, situadas en la Bahía de Shinnecock, al lado de Southampton, conocido por las suntuosas mansiones de multimillonarios escondidas tras portones eléctricos.

Al lado está el poblado de Shinnecock Hills, así como el famoso club de golf del mismo nombre, que se asienta, según la tribu, en unas tierrasrobadas en 1859.

 Inundaciones

Ed Terry, de 78 años, que fabrica artesanía tradicional shinnecock con conchas que encuentra en la playa, recuerda que el arena llegaba mucho más lejos cuando era un niño.

«Se puede ver la erosión. Lo que era antes tierra ahora es agua. Es como si el mar viniera hacia nosotros», dice a la AFP mientras esculpe una cáscara de mejillón para hacer unos aretes.

Algunas zonas de la línea costera han retrocedido en los últimos años hasta 45 metros, según estudios que cita Shavonne Smith, la directora de medio ambiente de la nación indígena.

Dice que 57 casas tendrán que ser reubicadas, así como el cementerio situado al borde del mar.

«Cuando hablamos de trasladar a gente tan dependiente del agua – por razones espirituales, recreativas o de subsistencia – y llevarla al interior nos enfrentamos a un cambio gigantesco, estresante, emocional y dinámico de nuestra esencia», dice Smith a la AFP.

La tribu estima que el nivel del mar aumentará 1,3 metros para fines de siglo. A eso se suman tormentas cada vez más intensas que generan inundaciones cada vez más destructivas.

En 2012, el huracán Sandy ya avisó de lo que viene, llevándose riscos de la costa, arrancando tejados e inundando sótanos y cementerios.

«Hay estudios que muestran que para 2040 habrá un 100% de posibilidades de que todo el territorio de la Nación Shinnecock se inunde por tormentas», dice Scott Mandia, profesor de cambio climático en la Universidad Comunitaria del condado de Suffolk.

 «Sobreviviremos»

Con el fin de preservar sus tierras y su forma de vida, que incluye la pesca y la agricultura, la tribu está tomando medidas para prepararse al cambio climático, construyendo un arrecife de conchas de ostras y colocando gigantescas rocas para que rompan las olas. Asimismo, ha plantado pasto para evitar que la erosión.

Los miembros de la tribu también contribuyen.

Troge, de 35 años, es directora del grupo de agricultoras de algas shinnecock, que reúne a seis indígenas que cultivan algas de azúcar para venderlas como un fertilizante natural.

Las algas ayudan a limpiar las aguas contaminadas que vierten los desarrollos urbanísticos vecinos, absorbiendo el carbono y los nitratos, y que están en el origen de las floraciones de algas tóxicas que dañan la vida marina.

La recolectora Donna Collins-Smith, con el agua hasta la cintura, dice que se inspiró en sus ancestros que «lo que preservaron para nosotros».

«Lo estamos recuperando de una muerte segura», dice esta mujer de 65 años.

Mandia, coautor de un libro sobre el aumento del nivel del mar, lamenta que las comunidades marginadas «que son las menos responsables» del cambio climático sean «las que más van a sufrir» y aunque aplaude los esfuerzos que realizan, simplemente están «ganando tiempo» antes de que su tierra se vuelva invivible.

Terry, el artesano septuagenario, se pregunta cómo será el futuro de los shinnecock, pues las fronteras de las tribus ya están delimitadas.

«No tenemos terreno más alto», dice, aunque está seguro de una cosa: «somos gente fuerte y sobreviviremos».

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