Vetar la justicia en Gaza: el colapso del consejo de seguridad de la ONU

Mohamad Hasan Sweidan.

Imagen: The Cradle

El aumento de las muertes de civiles y de los conflictos mundiales echa por tierra todas las ilusiones de que la ONU tenga alguna capacidad para mantener la paz. El veto de EEUU en el CSNU para proteger el genocidio en Gaza es la gota que colma el vaso.


El artículo 1 de la carta fundacional de laONU proclama audazmente el objetivo primordial de la organización:

Mantener la paz y la seguridad internacionales y, a tal fin: adoptar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz, y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz.

A pesar de esta noble aspiración, la ONU ha fracasado de forma sistemática, fiduciaria y abrumadora en la prevención de la guerra y el mantenimiento de la paz. Desde 1946 -un año después de la creación de la ONU- hasta 2022, el mundo ha sido testigo de 285 conflictos armados distintos, además de numerosas escaramuzas a menor escala.

El actual genocidio de Gaza, iniciado en octubre de 2023, es el último y sombrío recordatorio del fracaso de la ONU en el cumplimiento de su misión fundacional, que la ha transformado de faro de esperanza para la paz en mero proveedor de ayuda para mitigar las consecuencias de sus deficiencias.

Desde su creación, han surgido docenas de costosas agencias de la ONU debido a la incapacidad de la organización internacional para frustrar el conflicto. Entre ellas se encuentra el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas (OOPS), dedicado exclusivamente al cuidado de los refugiados palestinos en Asia Occidental, muchos de los cuales siguen viviendo en tiendas de campaña de un conflicto que la ONU no ha resuelto en 77 años.

Y las cosas están empeorando, a nivel mundial. Según datos de la Universidad de Uppsala (Suecia), los conflictos armados de todas las variedades -ya sean guerras interestatales, guerras civiles alimentadas desde el exterior o enfrentamientos entre diversos grupos y Estados- han ido en aumento desde la creación de las Naciones Unidas. De hecho, «en 2022 se produjeron más muertes relacionadas con conflictos estatales que en ningún otro año desde 1994».

Desequilibrio global de conflictos

Preocupantemente, esta tendencia no muestra signos de remitir, sobre todo en África y Asia, especialmente en Asia Occidental. Es notable que las únicas zonas con un descenso en la incidencia de los conflictos sean Europa y América. No es sorprendente que las poblaciones de estos continentes, que soportan la mayor parte de los conflictos armados, alberguen dudas sobre la eficacia de la ONU y su Consejo de Seguridad.

NÚMERO DE CONFLICTOS ARMADOS ESTATALES POR REGIÓN (1946-2022)

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Son estadísticas que validan la principal queja del Sur Global: que en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, Occidente se ha centrado en reducir las tensiones en su propia esfera mientras desempeñaba un papel destacado en alimentar conflictos en otras partes del mundo. Y explica la indignada reacción europea ante la guerra por poderes de Occidente con Rusia en Ucrania, que devolvió la guerra a las costas europeas.

Un examen más detallado revela un cambio en la naturaleza de los conflictos, ya que las «guerras directas» constituyen sólo una fracción del total. En 2022, las guerras directas representaron el 17% de todos los conflictos, lo que supone un aumento significativo respecto al 9% del año anterior. Este cambio subraya la proliferación de guerras por poderes, conflictos internos apoyados desde el exterior y enfrentamientos entre actores no estatales y Estados soberanos.

Número de países con conflictos armados de Estado por tipo de conflicto (1946-2022)

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En el año 2022 se produjo un inquietante aumento del 142% de muertes relacionadas con las batallas en comparación con el año anterior, con más de 204.000 vidas perdidas.

El coste humano de estos conflictos es desgarrador. Desde 1946, se han perdido innumerables vidas y se han destrozado comunidades, bajo la mirada de una ONU incapaz -o poco dispuesta- a frenar el derramamiento de sangre. Las estadísticas son aleccionadoras, con millones de víctimas mortales atribuidas a conflictos que han escapado al control de la ONU.

Número de conflictos, guerras y muertes relacionadas con las batallas resultantes de cada uno de ellos (1989-2022)

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De hecho, EEUU ha recurrido a su derecho de veto 89 veces desde la creación del Consejo, y más de la mitad de esos vetos se han utilizado para frustrar resoluciones críticas con Israel. Hasta el 18 de diciembre de 2023, EEUU ha empleado su privilegio de veto 45 veces para bloquear medidas que abordan la ocupación israelí de territorios palestinos y su trato al pueblo palestino.


Cómo protege EEUU a Israel en el Consejo de Seguridad

En teoría, el Consejo de Seguridad de la ONU está encargado de mantener la paz y la seguridad mundiales, pero se encuentra encadenado por el ejercicio recurrente del derecho de veto, sobre todo cuando se trata de asuntos relacionados con Israel.

Como Estado miembro permanente, Estados Unidos ha ejercido su autoridad de veto con descarada frecuencia para proteger al Estado ocupante de la rendición de cuentas por sus numerosas atrocidades contra el pueblo palestino y sus repetidos actos de agresión contra sus vecinos de Asia Occidental.

De hecho, EEUU ha recurrido a su derecho de veto 89 veces desde la creación del Consejo, y más de la mitad de esos vetos se han utilizado para frustrar resoluciones críticas con Israel. Hasta el 18 de diciembre de 2023, EEUU ha empleado su privilegio de veto 45 veces para bloquear medidas que abordan la ocupación israelí de territorios palestinos y su trato al pueblo palestino.

Sorprendentemente, de los 36 proyectos de resolución relativos a Israel y Palestina desde 1945, 34 han sido víctimas del veto de Estados Unidos, protegiendo de hecho a Tel Aviv de la rendición de cuentas por sus violaciones del derecho internacional, incluido el derecho humanitario y de los derechos humanos.

La mayoría de las resoluciones bloqueadas por los vetos de Washington piden «proporcionar un marco para la paz en el conflicto palestino-israelí, que dura ya décadas», lo que incluye «exigir a Israel que cumpla las leyes internacionales, pedir la autodeterminación de un Estado palestino» y/o «condenar a Israel por desplazar a palestinos o construir asentamientos en los territorios palestinos ocupados.»

Apoyar el genocidio

El actual ataque militar de Tel Aviv contra Gaza demuestra esta arraigada parcialidad. A pesar de la condena generalizada de las atrocidades israelíes, que incluyen ataques contra civiles, hospitales, periodistas, escuelas y mezquitas -e incluso una sentencia de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que insta al Estado de ocupación a «impedir actos de genocidio«-, Washington se ha obstinado en vetar cualquier resolución crítica con Israel o que abogue por un alto el fuego militar.

El proyecto de resolución propuesto por Argelia a finales de enero, que pedía inequívocamente un alto el fuego inmediato, se enfrentó a la oposición de los aliados de Israel en el Consejo de Seguridad, dispuestos a ejercer su derecho de veto para proteger a Israel de la censura.

El apoyo inquebrantable de Washington a Tel Aviv siempre prevalece sobre su compromiso de defender el derecho internacional y proteger a los civiles. La incapacidad del CSNU para actuar con decisión -o reformarse- ante violaciones tan flagrantes no sólo socava la credibilidad de las instituciones internacionales, sino que perpetúa la violencia incontrolada en zonas de conflicto como Gaza.

El brutal ataque sin precedentes de Israel contra la Franja de Gaza ha «causado más destrucción que el arrasamiento de la ciudad siria de Alepo entre 2012 y 2016, la ucraniana Mariupol o… el bombardeo aliado de Alemania en la Segunda Guerra Mundial», informó AP en diciembre.

El número actual de víctimas civiles ha superado el asalto de nueve meses de Washington a la ciudad iraquí de Mosul en 2017.

Además, cuando sólo habían transcurrido tres semanas de su campaña de bombardeos, Israel había matado a más niños en Gaza que el número de niños muertos en todos los conflictos del mundo durante todo un año.

Esta inaceptable pérdida creciente de vidas civiles en Gaza es una acusación condenatoria del llamado «orden mundial basado en normas», que revela que es poco más que una fachada para hacer avanzar los intereses imperiales occidentales.

La obstrucción sistemática de las resoluciones críticas con Israel pone de manifiesto la urgente necesidad de una reforma en el seno del CSNU y una reevaluación de los principios sobre los que funciona. Hasta entonces, las víctimas del conflicto seguirán pagando el precio de la inercia del Consejo y de la conveniencia política de sus miembros.

Irónicamente, la indiferencia del CSNU hacia el derecho internacional refuerza la creciente opinión de que sólo se puede hacer frente a la anarquía por la fuerza. En Gaza, donde casi 30.000 palestinos han sido brutalmente asesinados en los últimos cuatro meses, la resistencia armada palestina es el único medio de garantizar la justicia frente a un Estado de ocupación «protegido».

Traducción nuestra


*Mohamed  Hasan Sweidan es investigador de estudios estratégicos, escritor para diferentes plataformas mediáticas y autor de varios estudios en el campo de las relaciones internacionales. Mohamed se centra principalmente en los asuntos rusos, la política turca y la relación entre la seguridad energética y la geopolítica.

Fuente original: The Cradle

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