Egipto pasa de ayubí a mameluco
Por Joaquín Alberto Ramírez
El rey de Francia Luis IX zarpó desde su país hacia Egipto. Había condiciones favorables para el monarca, según Tyerman:
Los problemas más inmediatos del sultán [de Egipto] eran las tensiones internas entre su alto mando que su frágil estado de salud había creado y que habían sido exacerbadas por la invasión francesa. Pese a que había ejecutado a algunos miembros de la desmembrada guarnición de Damieta, pour encourager les autres, para alentar a los otros, no se sintió capaz de destituir a Fakhr al-Din. Cualquier repentino interregno necesitaría el apoyo de esta clase de veteranos leales al sultán a fin de mantener a raya tanto a los cruzados como a los desafíos internos planteados por la sucesión ayubí. No obstante, la desaparición inminente del sultán inquietaba a sus cada vez más poderosos y autoritarios mamelucos, los Bahriyya, que temían perder su posición, si no algo peor, bajo el gobierno de su heredero, al- Mu’azzam Turan Shah. Las rivalidades se complicaban todavía más a causa de las ambiciones de la esposa turca de al-Salih Ayyub, Shajar al-Durr, quien abrazaba con el mismo entusiasmo la posibilidad de convertirse en un poder en la sombra como, según cuenta la leyenda, a los cuerpos de algunos de los poderosos (Tyerman, 2010, pág. 1015)
Turanshah sucede a su padre Al Salih
En la resistencia local murió en Al Mansura el 22 de noviembre de 1249 el sultán Al Salih Ayub, pero este fallecimiento fue mantenido en secreto para no desmoralizar a las tropas, y su viuda Shajar al Dur, acompañada de los emires Faris ad-Din Aktay y Baibars al Bunduqdari (hasta que el heredero) Al Muazam Turanshah, se pusiera al frente.
Contó José Luis Corral que:
A finales de 1249 Luis IX decidió avanzar río arriba hacia la ciudad de Mansura; cuando llegaron ante ella, Baibars, el general del ejército egipcio, les tendió una trampa. Dejó abiertas las puertas y los cruzados, con trescientos templarios en vanguardia, entraron en la ciudad sin tomar precauciones. Cuando una buena parte de ellos estaba dentro, comenzaron a dispararles desde las azoteas, causando una gran matanza en los cristianos, que apenas podían maniobrar en las estrechas callejuelas, convertidas en una verdadera ratonera. Doscientos ochenta y cinco templarios murieron allí, y sólo escaparon cinco (Corral, 2006, pág. 56).
Baibars mata a Turanshah
Así fueron vencidas las tropas de Luis IX, y el monarca fue atrapado en Fariskur. Turanshah se estableció en Hisn Kayfa para gobernar. Actualmente este lugar corresponde a Hasankeyf en Turquía a 1200 kilómetros al noroeste de El Cairo, y cuando el nuevo sultán llegó a Al Salhiyah destituyó a altos militares mamelucos causándose una fuerte tensión.
Turanshah enfrentó al binomio de Shajar (su madrastra) y el emir Baibars. Ad Din había muerto en combate contra los cruzados, y el nuevo sultán sufrió un atentado que lo hizo trasladarse hacia el lugar de muerte de su padre, Al Mansura.
En la torre de madera de Fariskur, Baibars, más tarde, hirió gravemente a Turanshah. De modo que no pudo escapar, y el sultán fue rematado y quemado en abril de 1250.