Huelga médica: crisis y oportunidad
Por Roberto Lafontaine
“La omisión no es neutral; es una manera cómoda de estar al lado del opresor.»
Frei Betto
La huelga médica convocada por el Colegio Médico Dominicano (CMD) ha dejado a la vista, una vez más, las grietas profundas del sistema público de servicios de salud. Pero más allá del legítimo reclamo gremial, la protesta desnuda una crisis estructural que, de no abordarse con responsabilidad política, continuará desangrando el precario sistema hospitalario público, especialmente en perjuicio de los sectores más pobres y excluidos.
Desde el enfoque crítico latinoamericano en salud, esta huelga es más que una disputa sectorial: es la manifestación dolorosa de un modelo de salud capturado por intereses mercantiles, financieramente asfixiado y con una gestión pública erosionada por el clientelismo, la opacidad y la falta de liderazgo (Laurell, 2003; Breilh, 2010).
El CMD ha paralizado los servicios regulares de salud en todos los hospitales, generando no solo caos y frustración, sino agravando la ya endeble situación financiera de los centros públicos, que dependen en un alto porcentaje de los ingresos generados por la facturación a la seguridad social. Esta medida profundiza el deterioro de la cadena de producción de servicios hospitalarios, afectando insumos, suplidores, mantenimiento y, sobre todo, la calidad y seguridad de los servicios brindados a una población empobrecida, que no accede al régimen contributivo de la seguridad social y queda atrapada en un sistema público crónicamente desfinanciado.
El gobierno, que debió prevenir el conflicto mediante un diálogo temprano y efectivo, ahora está obligado a evitar la extensión del paro convocando a una negociación inmediata antes de que concluyan las 48 horas iniciales, no solo para garantizar la paz laboral, sino para detener el deterioro acelerado de los hospitales y evitar que la población más vulnerable siga pagando los costos del conflicto.
Pero más allá de la coyuntura, la huelga abre la posibilidad de convocar a un diálogo nacional honesto, crítico y participativo que permita repensar el modelo de sistema de salud que necesita República Dominicana, basado en nuestra realidad social, nuestras inequidades históricas y nuestra aspiración de soberanía sanitaria (Basile, 2020; CLACSO, 2021).
Este momento puede ser aprovechado para que médicos, usuarios, movimientos sociales, sindicatos y actores políticos coloquen sobre la mesa la necesidad urgente de una refundación del sistema nacional de salud, que supere la lógica neoliberal de subsidiar la demanda en el sector privado mientras precariza la red pública.
Mientras eso no ocurra, las huelgas seguirán reproduciendo un escenario de desgaste, fragmentación y pérdida de legitimidad tanto del aparato estatal como de los propios gremios, atrapados en lógicas corporativas sin capacidad de articularse a los intereses populares.
En definitiva, como recordaba Frei Betto, la omisión no es neutral. Si el gobierno sigue postergando la discusión profunda sobre la salud como derecho y no como mercancía, no solo estará del lado del opresor, sino que se convertirá en su cómplice histórico ante el deterioro de la red pública de servicios de salud.
El autor es miembro del Núcleo República Dominicana – GT Salud Internacional CLACSO, profesor Universitario y exdirector de Hospitales.