‘Desde un costado de la (des)memoria’: Narrar del ahora y lo humano

Por Julio Cuevas

Al abrir el libro, me encuentro con una dedicatoria que prefigura el valor del paso por la vida: «A Girasol y Buhíto, por su auténtico amor, y a todo el que, como ellos, busca el sentido de su paso por la vida»

Al leer el segundo libro de cuentos de Gustavo Olivo Peña, titulado «Desde un costado de la (des)memoria» (Editorial Río de Oro Editores, S.R.L., Colección Logos, 93 págs., Santo Domingo, R.D., 2025), podemos apreciar su estructura temática. La obra, impresa en Editora Búho, S.R.L., fue editada y corregida por Rafael J. Rodríguez Pérez, con diagramación y diseño de Carlos H. Buzón. La fotografía del autor en la solapa es de Emil Socias.

El libro inicia con un escrito a modo de prólogo, de la autoría del académico, poeta y narrador Rafael Peralta Romero.

Al abrir el libro, me encuentro con una dedicatoria que prefigura el valor del paso por la vida: «A Girasol y Buhíto, por su auténtico amor, y a todo el que, como ellos, busca el sentido de su paso por la vida» (pág. 7).

Además, el libro contiene once cuentos extensos que, aunque con ambientes y personajes distintos, coinciden en su enfoque narrativo. Todos están ambientados en el pasado y destacan por las descripciones detalladas de los espacios y personajes que interactúan en las narraciones.

Aquí hay una abierta provocación para los lectores y lectoras de este país, lo que se constituye en un desafío. Desde su discurso narrativo, los sujetos narradores de cada cuento nos confrontan con nuestra propia realidad sociopolítica, cultural y cotidiana.

Ese desafío se hace evidente en cada escena, donde el vivir o el desvivir de nuestra sociedad se abre ante el espejo vivencial que refleja nuestro ayer, nuestro pasado y nuestro presente histórico, sin apartarse de su fundamento estético.

Se trata de narraciones que registran hechos o historias que, sean o no ficcionales, se mueven en espacios geográficos que forman parte del registro emocional y vivencial del sujeto-autor, buscando atraparnos como lectores a partir de un final sorpresa.

La experiencia del comunicador se transmuta en el relato de lo que ocurre; en este caso, sin importar «la verdad» o «la mentira» de los hechos. Lo que sucede queda a voluntad del narrador, quien no siempre es el autor, ya que el que dice o quien narra puede ser uno de los personajes que actúan dentro del ámbito de lo narrado.

Desde el panorama cotidiano de la política nacional hasta temas culinarios, podemos encontrar una variedad de asuntos propios de nuestro convivir, interactuando con conflictos y desenlaces sorpresivos en estas narraciones.

 

Las maniobras propias de nuestro ambiente en la Policía Nacional y la truculencia de nuestros políticos son temas abordados con astucia por el sujeto-autor. Así, las torturas, las persecuciones y la demagogia entran a formar parte del dramático panorama que se narra en el libro.

Al leer estas narraciones, como lector, llegan a mi memoria aquellas historias cotidianas que nos rodean, ya sea desde el barrio o desde la ciudad donde vivimos. Esto nos indica que el sujeto-autor ha centrado su atención y su oído en los latidos de la vida popular y barrial que nos sirve de plataforma vivencial, haciendo de su vida y de la nuestra un panorama de hechos que potencializan su valor al ser ficcionados, adquiriendo sentido a través del convivir de los personajes que transitan en cada escena.

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