Contemplarlos como contaminantes peligrosos en la Ley de Residuos

Por Altagracia Paulino

Este año debió marcar el inicio del desmonte del plástico de un solo uso y del foam, como establece la Ley 225-20 de Gestión Integral y Coprocesamiento de Residuos Sólidos. Esta ley fue modificada de manera sorpresiva y, por suerte, observada por el presidente de la república.

La ley original otorgó un plazo de cinco años para el desmonte de esos residuos, los cuales son de los sólidos más contaminantes por su uso global y porque su degradación puede tardar entre 400 y 1,000 años. Además, se fragmentan en micro plásticos que entran en la cadena alimentaria y contaminan suelos, ríos y mares, afectando peces, aves y mamíferos.

Esta ley, en su artículo 11, contempla los residuos peligrosos, entre ellos los metales pesados como plomo, mercurio y cadmio; también incluye baterías, residuos electrónicos y los provenientes de electrodomésticos, que contienen metales pesados y liberan tóxicos al suelo si no se disponen correctamente.

Un mapeo sobre desechos sólidos contaminantes identificó al plástico de un solo uso y al foam como los más dañinos, debido a su prolongada descomposición. Por tanto, la ley —observada por el presidente— debe reconsiderar la clasificación de estos materiales y colocarlos como residuos peligrosos. De lo contrario, dicha ley perdería sentido.

Si bien los residuos peligrosos tienen un impacto severo en la salud por liberar tóxicos al suelo y al agua, también los micro plásticos y nanoplásticos afectan directamente la salud humana. Ya se han encontrado partículas en el cerebro y en otros órganos.

Según un estudio publicado en la revista Nature Medicine, los nano plásticos se acumulan con mayor concentración en el cerebro que en el hígado o los riñones, y sus niveles aumentaron en un 50?% entre 2016 y 2024.

La aparición de tumores cerebrales y el incremento de casos de demencia se están asociando a la presencia de micro y nanoplásticos en el cerebro. Un estudio independiente detectó polipropileno en el bulbo olfativo de cadáveres.

También se han encontrado estas partículas en múltiples órganos humanos: sangre, hígado, riñones, pulmones, placenta, leche materna y heces fecales.

Estudios en animales muestran que los microplásticos pueden causar inflamación, daño oxidativo y alteraciones en el ADN.

Los contaminantes del plástico pueden liberar aditivos tóxicos que afectan el sistema endocrino, la fertilidad y provocan trastornos metabólicos.

Por tanto, ante la creciente evidencia de la presencia de plástico en el cuerpo humano, y atendiendo al principio de precaución, el plástico de un solo uso —como fundas, sorbetes, cucharitas y envases— debe ser considerado como residuo peligroso, con una fecha cierta para su desmonte y compromiso firme en la ley.

Por su impacto y volumen, el plástico de un solo uso encabeza la lista de los residuos sólidos más contaminantes, ya que está presente en todos los ecosistemas.

Como las leyes miran hacia el futuro, sería un gran legado de este gobierno establecer una fecha definitiva para el desmonte del plástico de un solo uso y el foam, y trabajar con los sectores productivos en una alianza virtuosa que permita a todos contribuir a la preservación de la salud humana y ambiental.
Es necesario que el Estado establezca incentivos para acelerar la transición hacia alternativas biodegradables. La salud pública y la sostenibilidad no deben depender de decisiones aisladas, sino de una política coherente y valiente.

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