La Bienal Nacional de Artes Visuales: La negación del presente
Por Raquel Paiewonsky
La reciente decisión del Ministerio de Cultura de retirar el premio otorgado al artista David Pérez (Karmadavis), reconocido por un jurado especializado durante la Bienal Nacional de Artes Visuales, marca un retroceso alarmante y sin precedentes en la historia del arte dominicano. Este acto supone una falta de respeto inadmisible hacia el jurado, cuya autonomía y criterio —pilares de cualquier proceso artístico serio— fueron descalificados pese a haber actuado con el rigor y la integridad que exige un evento de esta naturaleza. Desautorizar su decisión no solo vulnera su integridad profesional, sino que también quebranta la institucionalidad cultural del país.
Ante los ojos del mundo, la República Dominicana queda expuesta como una nación que desestima los procesos normativos que garantizan la autonomía del arte y sus manifestaciones. Proyectamos una imagen de fragilidad institucional e incapacidad para respetar los fundamentos de un ecosistema cultural saludable. Esta actitud, producto de un profundo desconocimiento sobre el lenguaje del arte actual, nos sitúa un siglo atrás en términos de gestión, legitimidad, criterio y visión cultural. El arte contemporáneo no existe para complacer gustos individuales ni prejuicios morales; existe para provocar reflexión, desafiar estructuras y ampliar nuestra conciencia. Desconocer esto es desconectarse del presente.
Lo ocurrido no afecta únicamente a un artista de trayectoria sólida, afecta la confianza de toda una comunidad creadora y erosiona la noción misma del derecho cultural. Instamos a que esta decisión sea revisada con urgencia y que se restituya el premio otorgado por el jurado, como primer paso para reparar el daño simbólico, ético e institucional cometido.
Centralizar el poder desarticulando las capacidades de la institucionalidad cultural dominicana es profundamente riesgoso. Cuando todo se decide desde unos pocos, es imposible asegurar procesos honestos y legítimos. La cultura no puede ser administrada desde una sola voz. Especialmente cuando esa voz carece de la preparación y las perspectivas necesarias para ejercer juicio y orientar con criterio los procesos que determinan su rumbo.
Hace aproximadamente una década, el grupo De Mano con la Bienal trabajó exhaustivamente junto a una comunidad amplia de artistas, curadores y gestores con el propósito de revisar y actualizar las bases de la Bienal Nacional. Se buscaba generar un modelo participativo y vivo, acorde con la realidad del arte dominicano y el mundo. Fue un proceso consensuado, riguroso y presentado formalmente al Ministerio de Cultura. Sin embargo, ese trabajo nunca fue implementado ni reconocido por la práctica institucional.
Al parecer, las visiones obsoletas de ciertos grupos de poder dentro de la institucionalidad del arte en la República Dominicana pesan más que los años de trabajo, experiencia y compromiso de quienes realmente impulsan su desarrollo.

