En pocos segundos se dieron cuenta que muchas de las personas al interior del tráiler ya habían fallecido, en su mayoría, por asfixia. Algunos policías reportaron que los cuerpos estaban calientes, hirviendo al primer contacto. No se sabe cuánto tiempo los migrantes permanecieron encerrados y hacinados, pero el clima de esta zona sur de la Unión Americana es desértico.
«Este tipo de tragedias podrían evitarse si los Gobiernos de la región impulsaran políticas y acciones para garantizar a las personas migrantes un tránsito libre y sin violencia. Lo que sucedió en Texas es el resultado de tres décadas de políticas migratorias de contención que, por el simple de estar basadas en la contención del desplazamiento, no son protectoras de los derechos humanos. Además, en términos prácticos, tampoco funcionan para frenar la migración», dice la activista mexicana.
En un mundo con cada vez más desplazados a causa de la falta de oportunidades y la desigualdad social, la migración se convierte en una llaga muy difícil de sanar, porque no es otra cosa que el resultado de décadas de políticas económicas que excluyen a quienes menos tienen. «La solución a la migración es una deuda histórica que tienen los países desarrollados hacia los países que explotaron o colonizaron», considera Iliana Rodríguez, investigadora del Tec de Monterrey.
«Estamos ante la ausencia de una política regional en la que Estados Unidos ya se había comprometido a realizar una serie de préstamos [a México y los países subdesarrollados de Centroamérica] para aliviar la crisis migratoria. Sin embargo, en estos momentos están más preocupados por la guerra en Ucrania que por lo que sucede adentro», concluye la especialista.
Una deuda histórica
La economía capitalista basada en la explotación del trabajo y la acumulación de la riqueza es la verdadera causa de fondo del fenómeno migratorio en el mundo. De algún modo, los migrantes fungen actualmente como la mano de obra barata que, en su momento, fueron los esclavos para las potencias imperialistas.
«En el siglo XXI, donde la mayor parte de los países de corte democrático ha abolido la esclavitud [en términos jurídicos], nos encontramos con que, en los hechos, se sigue traficando con el trabajo de las personas que, en calidad de esclavos, son trasladados de un lugar a otro para generar riquezas a quienes ocupan esa mano de obra», apunta Iliana Rodríguez.
Tan sólo en abril de 2022 se registraron
234.088 aprehensiones de migrantes en suelo estadounidense, una récord nunca antes visto en ese país, de acuerdo con datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés). La cifra anterior indica que, todos los días de ese mes, la Patrulla Fronteriza detuvo en promedio a 7.802 personas en la frontera sur de Estados Unidos.
Al margen de esas detenciones oficiales y de los marcos legales de todos los países de Centroamérica y América del Norte, los grupos criminales han encontrado una forma de lucrar con el deseo de las personas por buscar una vida más digna. A través de su paso por México, la comunidad migrante se enfrenta a riesgos potenciales como la trata de personas, los secuestros, la extorsión, el robo y el narcotráfico. Las autoridades mexicanas han reconocido que los migrantes son otro de los negocios de los cárteles del crimen organizado.
«Y quien también gana con el fenómeno migratorio es el sistema que promueve y vive de los discursos y las políticas migratorias enfocadas en contener el desplazamiento de los más desprotegidos y en militarizar las fronteras. Recientemente escuchamos [al embajador estadounidense] Ken Salazar decir que las caravanas migrantes son impulsadas por los narcotraficantes», lamenta Miriam González, del Instituto para las Mujeres en la Migración (IMUMI).