Quiero casarme contigo
Por Angel Gomera
Quiero casarme contigo entre palmeras y rayos de sol; entre el sonar de las campanas y el murmullo de las olas; vestido con el aroma del café en las montañas y con el toque tierno del aliento de tu boca. Y entonces navegar junto a ti, entre cielos, océanos, planetas y estrellas.
Quiero casarme contigo, para suspirar eternamente entre sábanas y almohadas; cosechar cada mañana el rocío de tu aroma en las praderas de mi alma desnuda; sumergirme con devoción en la profundidad de tus fragancias florales. Y recibir de ti en cada instante, entre aurora y crepúsculo; entre silencio y deseos, el dulce néctar de tus labios embriagadores.
Quiero casarme contigo, sin titubeos ni miedos a tormentas ni avatares, ya que tus alas de mariposas son refugios fortificados con diseños estratégicos de ternura, pasión y esperanza. Eres silueta seductora que cobija mis ansias y provoca mis sentidos; ahí quiero permanecer succionando el elixir de tu frescor envuelto en rosas.
Quiero casarme contigo, para nunca apartarme de tu mirada luminosa, que estremece y arrulla con devoción cada célula de mi ser; mirada que pone a flotar mis pensamientos y empapa mis sequías con delirios gratos y furtivos.
Quiero casarme contigo, para recorrer palmo a palmo toda tu geografía universal. Ser alpinista en cada una de tus voluptuosas colinas; para luego descender al cenote donde escondes lo más sublime y perfecto. Es que predestinadamente, la hondonada de tus bragaduras es manantial de versos, notas musicales, miel e ilusiones sempiternas y celestiales.
Quiero casarme contigo, y dejarme bañar por las olas de pétalos que van y viene al compás de un violín; mecerme en tu lecho de arenas blancas con la complicidad del calor de un sol tropical; y abandonarme a las delicias de la suave brisa que toca mi rostro enamorado.
En definitiva, quiero casarme contigo, entre mirra e incienso; entre oraciones y vítores; imbuido por un firme compromiso eterno, en el sagrado altar de lo divino; ambientado por dulce canción de amor que nunca se detenga y que agite mis palpitaciones de felicidad hasta la ancianidad.