¿Producción de alimentos en las provincias fronterizas para generar una cultura exportadora?
Por Juan Carlos Espinal.
La actual filosofía económica de las altas tasas de interés, del endeudamiento de más de 20 mil millones de dólares en 24 meses, la tasa cero, la dependencia petrolera, la inflación anualizada de más 9% y las importaciones masivas de alimentos nos merece atención dado el alto número de diabéticos, obesidad infantil, auge de las enfermedades catastróficas en jóvenes entre ellas las patologías neurológicas y cardiovasculares.
El alto consumo de refrescos de colores con azúcares, los expendios de frituras en las calles, los restaurantes sin control de calidad y la vida sedentaria esta produciendo muertes súbitas entre la población joven.
La poblacion dominicana ha comenzado a envejecer rápidamente consumiendo latas vencidas de supermercados, grasas saturadas, productos refrigerados, embutidos importados y todo tipo de productos con preservativos.
Somos un país eminentemente agrícola y en los liceos públicos aún se pueden observar contaminaciones de estudiantes a consecuencia de ingerir productos vencidos como el suero de leche o artículos comestibles en caducidad.
Ante la especulación del mercado y la facilidad que, por ejemplo, se venden medicinas vencidas o se permite la venta de frituras en la calle sin ningún dispositivo de seguridad para la población entraremos en una nueva etapa epidemiológica derivada del hacinamiento en el parte atrás, el callejón y las lluvias de verano dado el ciclo de hambruna, los efectos secundarios de la fiebre porcina, los elevados costos de las materias primas a nivel global, el costo de los fletes, la especulación y la inseguridad alimentaria afectará el mercado.
La cultura de consumo que nos vende la televisión y los publicistas de las grandes cadenas de distribucion, el auge del negocio de los permisos de importación presenta la ilusión de un consumo responsable mientras el sector privado continúa alterando los precios de los artículos de primera necesidad.
Protección al Consumidor, en su filosofia corporativista, advirtió hace años de la presencia de materia fecal en la fabricación del salami, de la alta contaminación ambiental en los mercados populares y de la alta presencia de contaminantes en los productos.
La Embajada de los Estados Unidos, por ejemplo, alertó sobre el consumo de Sinutab y otros productos y drogas medicinales consumidas por los dominicanos.
Tras el confinamiento de más 550 días, el envejecimiento acelerado de la población y las altas temperaturas derivadas del cambio climático, la sociedad Dominicana de Cardiología ha advertido a la población sobre la necesidad de hacer ejercicios para combatir el auge de los ataques al corazón.
Tenemos el Mar Caribe y el Océano Atlantico bordeando las costas de la Isla y carecemos de una política nacional de consumo de pesca de exportación hacia Haití y bajo consumo en frutos de mar entre la población Dominicana.
No entendemos la razón o la resistencia del Ministerio de Educación o los gobiernos dominicanos de evadir sembrar 1 millón de tareas de alimentos en las provincias fronterizas con Haití para suministrar viveres sancochados, vegetales y frutas a los estudiantes de los liceos públicos, transformar la economía local, asistiendo cientifica y tecnológicamente a las asociaciones de campesinos, facilitando financiamiento sin intereses creando una cultura exportadora.
Muchos miles de millardos de dólares nos ahorraríamos los consumidores si las autoridades decidieran aperturar Bancos de Alimentos en alianza con los micro y medianos productores agropecuarios para poner fin a los intermediarios, a los suplidores del desayuno escolar, a los precios abusivos en los supermercados y poner fin al abuso que significa la cadena de distribución.
No es verdad que un infante puede estudiar con un biscochito esponjoso azucarado, una leche que no es leche y al mismo tiempo desarrollarse.
Muchos artículos de primera necesidad han aumentado más de un 100% mientras el 76 % de los hogares reportan escasez de alimentos.
Al observar los carritos del supermercado entendemos la razón de la baja salud de los dominicanos residentes en las urbes rurales.
El alto consumo de embutidos, grasas sintéticas y el consumismo desproporcionado propician la aparicion temprana de cáncer entre niños y adolescentes.
Es indispensable que PROCONSUMIDOR pueda evaluar el impacto del consumo de cigarrillos y alcohol entre la poblacion joven regulando sus ventas a través de licencias especiales.
No se puede continuar expidiendo licencias a los colmados para vender alcoholes y cigarrillos y estos venderlos a menores.
En países desarrollados o con regulación estatal, la venta de cigarrillos o el alcohol, por ejemplo, se limita a los hoy populares Licour Store o Drinks, que operan con una licencia especial.
El consumismo, la cultura neoliberal de las ofertas de precios, la imprevisión presupuestaria para consolidar una cultura alimenticia sana y la visión capitalista de la pandemia COVID-19 impulsan niveles de hambruna entre los sectores más vulnerables de la población.