Causas y consecuencias del trujillismo sin Trujillo: 1966-2024

Por Juan Carlos Espinal.

El histórico declive del sistema de partidos políticos de la democracia representativa de pos guerra, debilitado tanto por la depresión económica global como por la hostilidad de las élites de los gobiernos neo liberales aceleró este proceso socio cultural puesto que una de las funciones que más cuidaba era precisamente la repartición del presupuesto.

La economía mundial estaba en depresión pero el mecanismo automático de las altas tasas de interés, bajos salarios, privatización de la seguridad social, aumento de la extrema pobreza, mediante el cual el hundimiento del capitalismo fondomonetarista generaba desempleo masivo sin una formación especializada generó nuevos métodos fragmentarios de lucha de clases, inseguridad ciudadana y división sociopolítica.

Para plantearlo de otra manera , la contra Revolución agrícola hizo del campesinado, del que la mayoría de las personas formó parte a lo largo de la historia resultase innecesario pero los millones de personas que ya no se necesitaban en el campo fueron absorbidos por ocupaciones intensivas de tierras en el uso del trabajo que solo requeria una voluntad de trabajar, la adaptación de rutinas campesinas, como las de cavar o construir muros, o la capacidad de ascender social y económicamente insertandose en la política.

Aún cuando la mano de obra pudiese reciclarse para desempeñar los oficios especializados de otros sectores de mano de obra barata la mayoría desempleada continuaría expandiéndose, la mayoría de los cuales recibió una formación superior.

En la era pos COVID-19 no había puestos suficientes en los gobiernos para compensar las pérdidas del sector privado.

En los países desarrollados o muy ricos, el capitalismo neo liberal de ciclos globales tardíos, los desempleados tenían agencias asistencialistas de bienestar en los que apoyarse, aun cuando quienes dependían permanentemente de esos sistemas debían afrontar el resentimiento y el desprecio de quienes se veían a si mismos como gentes de clase media que se ganaban la vida con su trabajo.

En la República Dominicana pobre y analfabeta entraban a los partidos politicos o formaban parte de la amplia franja de la economía informal o paralela, en la cual hombres, mujeres y niños vivían en las cañadas, los callejones parte atrás y nadie sabía cómo.

Gracias a trabajos ocasionales, chapuzas, servicios compra de artículos usados de venta y hurto una gran franja social se desentendió del estado, la justicia, el congreso, los ayuntamientos, los gobiernos y los partidos.

En los países sub desarrollados empezaron a constituirse en una clase autónoma cada vez más segregada cuyos problemas se consideraban de facto insolubles pero secundarios, ya que formaban parte tan sólo de una mayoría dependiente.

El gueto de la población de los barrios de Santo Domingo se ha convertido en el ejemplo típico de este sub mundo social.

Ello no quiere decir que la economía subterránea en efectivo no exista en las clases más ricas o privilegiadas de la población.

Los investigadores más rigurosos e independientes se sorprendieron al descubrir que a principios de los noventa había más escape y dolo en cuanto al pago de impuestos, de parte de las diferentes capas sociales del país y por hogar, o sea, un promedio cuya cifra cuantía se justificaba por el hecho de que los grandes y pequeños negocios funcionaban por lo general en efectivo.

Evadiendo.

Esto último refleja nuestra incapacidad del concepto constitucional del estado social de derechos.

La combinación de estas malas prácticas , unidos a una depresión global con vínculos socio culturales locales y de una economía privada parasitaria estructuradas en bloques oligárquicos expulsó trabajo humano creando una sórdida inter dependencia en las instituciones de carácter público que impregnó la política dominicana en décadas de crisis.

Una generación política entera se acostumbró al fraude y al empleo público sin trabajar o a confiar en que pronto podría encontrar una botella adecuada en alguna parte.

Allí se inició el relajamiento de los partidos políticos.

Y aunque la recesión de principios de los ochentas trajo inseguridad a la vida de los trabajadores formales no fue sino hacia principios de la década de los noventa que amplios sectores de profesionales administrativos empezaron a sentir que ni su trabajo ni su futuro estaban asegurados e invadieron y secuestraron los partidos.

Casi la mitad de los habitantes de las zonas más prósperas del país temían a las élites políticas aunque hacían negocios con ellos y nunca han dudado de corromper la democracia.

Eso aceleró la destrucción de los partidos tal como se observa con la desaparición del PRSC y del PRD como partidos hegemónicos.

Los signos de decadencia de los últimos reductos del sector de la clase dirigente dominante pos Trujillo. Continuaremos…

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