Los estudios muestran que en el cerebro, en el área de Broca, “se genera la formulación verbal (morfosintaxis), la comprensión de estructuras sintácticas y cumple con el rol de procesamiento de los verbos” (González y Hornauer –Hughes, 2014).
Diversas teorías neurolingüísticas explican los mecanismos del origen y función del lenguaje a nivel cerebral y existen avances en cuanto a la llamada Programación Neurolingüística -PNL-, como metodología para tomar decisiones y modelar los rendimientos del individuo. Permite el cambio de los pensamientos, comportamientos y hábitos por medio de técnicas de comunicación, formas de actuar y percepción de la realidad. Varios de estos estudios tienen sus antecedentes en las metáforas que sobre el cerebro se han creado a lo largo de la historia como aquella que el cerebro era “un libro omniabarcante” o que era un “teatro en la cabeza” y hasta Descartes lo describió como “una máquina” (Beltrán de Heredia, 2019).
El cerebro en cuanto a la producción del lenguaje, visto como una “máquina algorítmica” donde tanto razones, como emociones y sentimientos generan complejas relaciones en ese mecanismo de la mente y el cuerpo. Tanto la selección del léxico, la estructuración de oraciones y la carga de la energía por el uso de ciertas palabras en la actividad cerebral podrían suponer dos cosas: un orden planificado o un brote intuitivo, este último que genere lo que llamó Spinoza “Conocimiento por experiencia vaga” (Propositio XXXIX. Escolium II) donde las percepciones se realizan por medio de los sentidos y se generan de forma mutilada, confusa y sin orden. Esto último puede suponer que no existe una actividad del todo consciente o sistemática en la generación del lenguaje, que se trata de un mecanismo lleno de azares e incertidumbres, por lo que no se garantiza la cohesión lingüística, la claridad de los conceptos en su campo semántico o simplemente se expresa un resultado donde no se garantiza la comunicación por los sentidos vagos, oscuros o absurdos.
Como se aprecia, el cerebro tiene sus propios mecanismos de creación y articulación del lenguaje en condiciones normales en la actividad neurobiológica. Pero dentro de toda esa actividad hay mucho por estudiar sobre las imágenes mentales, los conceptos abstractos y la capacidad para la producción de metáforas, que son aspectos básicos cuando se estudia el lenguaje de la producción artística y en el caso que damos seguimiento al de los poetas.
El poeta utiliza o debe utilizar una especie de metalenguaje, sin perder la conexión con lo real, con la realidad, con su realidad. Utiliza el lenguaje de lo concreto y abstracto para la creación literaria. Es la expresión de la conciencia del cuerpo, la mente y la razón. Es él quien articula la conciencia del lenguaje.
A pesar de todas las producciones y demostraciones científicas sobre el cerebro, lenguaje y creación poética, no se tiene la última palabra. Existen tantas experiencias diversas y emergencias en la praxis creativa que cada día nos asombran las nuevas vertientes expresadas por los creadores. Esos campos imaginativos, esas capacidades de desdoblamientos mentales, esas maneras de percepción de la realidad crean nuevos espacios de comunicación, nuevas posibilidades para el asombro y la conmoción.
El cerebro en su actividad mental puede generar estados de plenitud con la utilización del lenguaje; despachar con furores la poesía, con aquella blandura propia de un manejo efectivo de sus capacidades. Esa excitación del ser, liberador del desosiego y persecutor de la plenitud se expresará como un rayo creador. Esa “máquina cerebral” en plena capacidad articulará, vinculará, establecerá todas sus redes neuronales, todas las sustancias bioquímicas; activará cuerpo-mente y ser para construir estados poéticos, porque la poesía se crea en medio de esos estados, ya sea por medio de fulgores o dominio del rayo poético aludido por Hernández o cualquier otra cosa.
En fin, ¿qué decir si un cerebro no se encuentra en plenitud en cuanto al uso de sus capacidades? ¿Por qué tantos “cerebros enfermos” han producido obras de arte que son consideradas cumbres en la historia? ¿Será el pensamiento, las emociones y el sentimiento humano, el resultado de algoritmos? Esas son preguntas interesantes que podrían servir de base para otros estudios.
La capacidad de selección del cerebro de una palabra si y otra no, los atajos que debe tomar para la conformación de frases y oraciones, y la enmarcación del versos en una especie de estructura tanto de campos expresivos y rítmicos que permiten la composición poética, siguiendo rutas algorítmicas, nos hace pensar en un posible automatismo genético y en el trabajo de elaboración intelectual para producir una obra de arte.