Distensión como bandera: La lección de Morales y Arce para la unidad política en Bolivia (y en la región)
Ociel Alí López
Las fotografías recogidas en un evento deportivo en Cochabamba a comienzos de mes, entre el actual presidente Luis Arce y el exmandatario Evo Morales, dirigentes del Movimiento Al Socialismo (MAS), en medio de rumores sobre una virtual ruptura entre ambos, tranquilizan no solo al progresismo boliviano sino a toda la izquierda latinoamericana.
Los últimos meses, la relación entre ambos, más que tirante, se había vuelto un motivo de preocupación sobre la unidad del movimiento popular boliviano, debido a los disparos mutuos entre el líder histórico sobre el gobierno actual, así como de varios dirigentes cercanos a Arce, sobre Morales.
Había vicios de que venía una ruptura interna de pronóstico reservado y con probables repercusiones telúricas.
La relación entre ambos se había vuelto un motivo de preocupación sobre la unidad del movimiento popular boliviano.
Ya a comienzos de abril, el propio Álvaro García Linera, exvicepresidente durante toda la gestión de Morales (2006-2019), lo había expresado de manera pública y visiblemente preocupado en el programa ‘Que No Me Pierda’ de la cadena Uno: «Hoy hay dos cabezas: una histórica-social y la otra más burocrática-administrativa, que lejos de encontrar mecanismos de acercamiento, cada vez se van distanciando y parece que ya se vuelven irreconciliables. Ojalá eso cambie, pero las posiciones de ambos liderazgos y ambas estructuras políticas están apostando a la división, ya que cada fuerza cree que puede ganar sola, lo que puede llevar a la división no solo en los liderazgos sino en las bases, lo que sería el peor resultado en estos enfrentamientos».
A las semanas, la situación escaló aun más.
El 27 de junio pasado, el ‘evismo’, como ahora se le llama al sector del Movimiento Al Socialismo que respalda al expresidente, agrupó sus votos en la Asamblea Legislativa Plurinacional junto con los partidos de derecha y derecha radical Comunidad Ciudadana, de Carlos Mesa, y Creemos, de Luis Fernando Camacho, para sumar 101 de los 144 senadores y diputados, y así ejecutar una moción de censura contra el ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, después de una interpelación por el tráfico de autos robados.
Cabe destacar que esta fue la cuarta comparecencia del ministro. Las anteriores, fueron por razones estrictamente políticas, debido a la importancia del funcionario en el gabinete de Arce.
El presidente Arce, por su parte, después de firmar el trámite legislativo de la moción, lo volvió a nombrar en el cargo y le tomó juramento, desafiando no solo a la Asamblea, sino sobre todo a Morales.
Cuando se suponía que iba a arder la pradera masista, la asistencia del presidente a un evento deportivo en el Trópico de Cochabamba, feudo de Morales, el 5 de julio, y por expresa invitación de este, parece haber relajado las tensiones y haber superado, por los momentos, el episodio rupturista.
Sin embargo, una resolución perenne del conflicto puede que aun no esté del todo sellada.
Una foto para atenuar el conflicto interno
Después de la foto de ambos líderes relajados y disfrutando juntos, la marea ha comenzado a descender.
La asistencia del presidente a un evento deportivo en el Trópico de Cochabamba, feudo de Morales, y por expresa invitación de este, parece haber relajado las tensiones y haber superado, por los momentos, el episodio rupturista.
Al momento del encuentro, Evo Morales tuiteó: «Inolvidables emociones en la clausura de los Juegos Estudiantiles Plurinacionales del Trópico de Cochabamba. Muy agradecidos por la presencia del presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, hermano @LuchoXBolivia [cuenta de Twitter de Luis Arce] que atendió nuestra invitación».
El reconocimiento no se quedó allí. Y a los pocos días, el 9 de julio, el mismo Evo publicó, con un tono muy diferente en relación a los mensajes críticos que solía escribir las semanas anteriores al suceso del legislativo, «reiteramos nuestra satisfacción al conocer que el gobierno nacional tiene previsto dar continuidad al proceso de industrialización del litioque iniciamos con la construcción de plantas procesadoras y formación tecnológica especializada de recursos humanos desde el año 2012″.
Ahora, esta relajación de las tensiones no resuelve aún el problema de fondo, que se ubica en la forma como se escogerá el candidato del MAS para las presidenciales de 2025 y si el partido puede conservar su unidad y escoger un solo candidato.
MAS: ¿cómo escapar de la división política?
En 2025 serán las presidenciales y parece, y es lógico, que ambos líderes quieran ser los candidatos presidenciales de su partido.
Una disputa entre dos líderes de un partido puede verse solo de dos maneras: o como una oportunidad para una profundización de la democracia interna y por ende una solidificación de las alianzas; o, por el contrario, como un asomo de división tajante y agónica que permitiría la virtual vuelta de la derecha al poder político.
La forma en la que se resuelva la diatriba interna en el MAS no solo va a impactar al movimiento boliviano, sino a todo el actual ciclo latinoamericano de gobiernos de izquierda.
Así las cosas, la manera de resolver la disputa no está clara.
El propio García Linera ha enunciado algunas opciones que tiene el movimiento político boliviano: «Es una alternativa las primarias, la otra alternativa es (lograr) acuerdos consensuados al interior del pacto de unidad y las organizaciones sociales que conforman nuestro instrumento; también un acuerdo político desde arriba que luego sea validado y enriquecido por las bases. Hay muchas salidas, lo importante es ponerse de acuerdo en torno a esas salidas, tiene que haber voluntad para la unidad».
La forma en la que se resuelva la diatriba interna en el MAS no solo va a impactar al movimiento boliviano, sino a todo el actual ciclo latinoamericano de gobiernos de izquierda, porque como resulta plausible, los movimientos que se catapultaron durante el primer ciclo progresista, ya van pasando de varios lustros en el poder político (en algunos casos incluyendo períodos en la oposición) y con certeza necesitarán no solo refrescamiento y renovación, sino también un relevo de liderazgo si quieren prolongarse en el tiempo, e, hipotéticamente, surfear nuevos ciclos en los gobiernos.
Así las cosas, la resolución del conflicto interno boliviano, independientemente de cual sea su destino, será una enseñanza para todo el mundo político latinoamericano. Su éxito o fracaso impactará en la trayectoria de la lucha contra el conservadurismo en la región.