RD recula frente a Haití, que persiste en su canal y rechaza la apertura unilateral de la frontera

Osvaldo Santana

Después del impresionante despliegue de fuerzas en la frontera con Haití desde el 15 de septiembre, como un acto punitivo por la construcción no consensuada de un canal sobre el río Masacre, el gobierno dominicano empezó a recular el pasado 6 de octubre, 21 días después, cuando anunció que el bloqueo por tierra, aire y mar sería “flexibilizado” con la apertura de los mercados, pero con restricciones migratorias.

Pese a ello, el gobierno haitiano anunció que los trabajos del canal no se detendrían, rechazó la flexibilización y cerró sus puertos al intercambio comercial.  Planteó además que la apertura tendría que ser discutida paritariamente, y, en todo caso, el tráfico transfronterizo debía restablecerse en las mismas condiciones en que operaba hasta el día que Republica Dominicana decretó el cierre.

Con su actitud, Haití le dio un portazo al presidente dominicano que se había levantado como el gran defensor de la soberanía, que tronó en reclamo conminatorio de que fuesen paralizados los trabajos del canal.

Pasada una semana del rechazo haitiano, ahora se busca la apertura de la frontera y se expresa conformidad con simplemente capturar las aguas en la toma del río Dajabón a través del canal La Vigía para disminuir el cauce aguas abajo, donde los haitianos capturarían aguas abajo. Pensándolo bien, para una respuesta tan simple, no parece necesario que se movilizaran tantas tropas y equipos militares y que se tendiera un bloqueo total contra Haití.

En términos simples, hasta ahora, el empobrecido Haití gana la batalla. Y de este lado, es inevitable preguntar hacia dónde girará el futuro de las relaciones entre las dos naciones que comparten la isla de Santo Domingo.

¿Qué cabe hacer? No se puede esperar que ahora el gobierno dominicano retome la escalada errónea del 15 de septiembre, porque ya bajó el tono, pese al paquete de medidas orientadas a pautar un orden normativo en la frontera. Las siete medidas.

Ahora, el gobierno dominicano luce a la defensiva, con un Haití henchido de orgullo patrio, después de sentirse humillado por el bloqueo de sus fronteras, unificado en torno a la búsqueda de oportunidades que atenúen la dependencia de una alta gama de productos para la alimentación, la industria, la salud, la construcción y otros sectores. Y se niega a abrir su frontera, bajo el entendido que en la isla hay dos fronteras, la dominicana y la haitiana, y que un presidente de un lado no puede decidir solo lo atinente al tráfico por la misma.

Bajo el discurso de que “la frontera dominicana nunca va a ser la misma”, el gobierno trata de racionalizar el desplante haitiano (cerrar su frontera) frente a un pueblo al que se le vendió la “causa justa” de la defensa de la soberanía bajo el predicamento de que no se permitiría la construcción del canal.

Pero las cosas no salieron como se había calculado y se trata de construir una narrativa que permita mantener la llama del potente discurso nacionalista frente a Haití y que la gente perciba la heroicidad del liderazgo nacional frente a los “incontrolables” haitianos que construían un canal ilegal.

Ahora, cuando Haití, parado en dos patas, con el orgullo herido, se resiste a abrir las fronteras, y trata de imponer los términos de la reapertura, es necesario preguntar de nuevo: ¿qué hacer?

Probablemente resultará difícil encontrar la vía de la sensatez para reencontrar el camino adecuado en el trato con Haití, después que la actual administración prefirió cabalgar el camino del “nacionalismo extremo” frente Haití, con énfasis, en la primera etapa, en la construcción de un muro fronterizo, la expulsión masiva de haitianos que a la postre tienden a retornar amparados en las corrupciones de los controles fronterizos.

El nacionalismo contra Haití de esta administración contradice la política histórica de los orígenes del partido de gobierno, que tienen sus raíces en el viejo Partido Revolucionario Dominicano (PRD), que fue víctima del antihaitianismo, y que siempre mantuvo una línea de comunicación con las tendencias democráticas haitianas.

De hecho, el PRD, bajo el liderazgo de José Francisco Peña Gómez, estimuló la democratización en la vecina nación en los foros de la Internacional Socialista y mediante el apadrinamiento del Movimiento Democrático por la Liberación de Haití (Modelh), liderado por Louis Eugene  Athis, asesinado por la dictadura de Jean Claude Duvalier, el 3 de agosto de 1988, en su intento de implantar un movimiento revolucionario en esa nación.

Modernamente, el partido gobernante ha pasado de una pretendida solidaridad con Haití en los foros internacionales, incluso, mediante el reclamo de la presencia de tropas extranjeras en un territorio ajeno a los límites de la República Dominicana.

En fin, después de ver pasar tanta agua por el río Masacre, después de un altisonante discurso que llegó al extremo, el cierre y bloqueo de las fronteras, sin previamente agotar las vías dialogadas posibles en el plano binacional o a través de las Naciones Unidas, es necesario que se reconsidere la historia antigua, la republicana y la de estos días, para ver, con calidad e integridad, cómo restablecer los términos con una nación con la cual Republica Dominicana no tiene más alternativa que entenderse desde una perspectiva constructiva, colaborativa, amistosa, llena de buena voluntad, para trabajar juntos por contribuir a mejorar la vida de los habitantes del otro lado de la isla, bajo el estado consciente de que los haitianos serán por los siglos de los siglos, los compañeros de ruta, aunque por caminos distintos, pero de la mano.

PARA ENTENDER

Primero hay que hacer mutis. Reflexionar y replantearse la historia sin espectacularidad, con realismo. Es la mejor manera de empezar a entender y dejar que los actores protagonicen la escena.

LAS MEDIDAS ADICIONALES

Para racionalizar la desescalada y vender un discurso conveniente ante un manejo poco adecuado del diferendo con Haití, el gobierno anunció un paquete de medidas el pasado 9 de octubre, que difícilmente rendirán los efectos perseguidos.

Primera medida: ​A través del Bandex activaremos un fondo para financiar un amplio programa de mecanización agrícola para reducir la contratación de trabajadores inmigrantes indocumentados.

No hay que ser un experto que se trata de un anuncio, cuyos efectos, si se sigue un programa serio, podría llevar décadas de implantación. Sobre la mecanización agrícola se viene hablando desde el fin de la Era de Trujillo, desde cuando la dependencia de la mano de obra haitiana en la agricultura viene creciendo.

Segunda media: Reforzaremos la militarización de la frontera para hacer más difícil aún el acceso a nuestro territorio a los pandilleros que huyan de la fuerza multinacional.

Hasta donde se tiene noticias, no hay registros de que pandilleros haitianos estén moviéndose hacia la República Dominicana. Las bandas son un fenómeno urbano, con un amplio poder interno. Difícilmente huyan hacia el este de la isla, donde están muy persuadidos de que les irá muy mal. La historia de la presencia de fuerzas extranjeras en Haití no sugiere fugas masivas de delincuentes o incluso ciudadanos simples hacia el lado dominicano.

Tercera Medida: Mantendremos el cierre migratorio de la frontera, de manera indefinida, para impedir el tránsito de personas desde territorio haitiano.

Obvio. Si se mantiene el cierre migratorio, no se debe permitir el tránsito de personas. Más formalmente, podría decirse que la migración masiva se produce fuera de los controles fronterizos, monte adentro, ilegalmente.

Cuarta medida: Extenderemos indefinidamente la suspensión de la entrega de visas a ciudadanos haitianos.

Va de la mano de la tercera medida. No tiene sentido conceder visa si la frontera está cerrada.

Quinta medida:​ Prohibiremos la exportación de productos electrónicos, cemento, varillas y otros materiales de construcción para evitar que se construyan estructuras que amenacen nuestros activos medioambientales.

Interesante, sin embargo, contradice el anuncio en paralelo de la “flexibilización”. Además, cuando se habla de materiales de construcción estará referido al cemento, que por demás puede ser obtenido en cualquier mercado internacional cercano.

Sexta medida: ​Habilitaremos Corredores Comerciales Provisionales (CCP), con estrictas medidas de control militar y registro biométrico obligatorio, en las provincias de Dajabón, Elías Piña, Independencia y Pedernales para facilitar el comercio de productos esenciales dominicanos como alimentos y medicinas, especialmente para los infantes.

Es en la práctica la llamada “flexibilización”, pero no ha tenido ningún efecto porque el lado haitiano decidió mantener sus puertas cerradas. De modo que los corredores han sido boicoteados por los haitianos. Y siendo así, no ha sido posible celebrar ningún mercado. Tiene sentido el establecimiento del registro biométrico para el control fronterizo permanente. Incluso, para reducir la reincidencia de quienes han sido deportados, si es que llevan registro de estos.

Séptima medida:.​Instruimos a la Consultoría Jurídica la redacción urgente del reglamento operativo de la Ley 216-11 sobre mercados fronterizos, para garantizar elevados niveles de seguridad.

Sería interesante, pero habría que esperar la implantación del reglamento y que de verdad se le dé cumplimiento.

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