Las pruebas PISA: una mirada crítica

Antonio Ciriaco Cruz

Las Pruebas del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) se han convertido en un poder simbólico y político.

 

A nivel simbólico, implica señalar “los mejores y los peores” a nivel mundial, y en lo político esta ha servido a la Organización para la Cooperación el Desarrollo (OCDE) para impulsar una “gobernanza hegemónica” sobre la política educativa internacional.

 

Las Pruebas PISA, que se organizan cada tres años, tienen un diseño competencial, que consiste, básicamente, en plantear ejercicios en los que no se pregunta por la “formulación teórica” de los conocimientos sino, siempre por aplicaciones prácticas concretas.

Los exámenes contienen textos que parecen tomados de la vida real. No preguntan directamente la “teoría”, sino que plantean problemas cuya resolución, con frecuencia, dependen de datos que aparecen en los propios textos y de la capacidad de inferencia del estudiante que razona para responder.

 

Luego, a partir de los resultados de la prueba, la OCDE identifica las políticas y prácticas educativas que parecen estar «funcionando» en los países y economías que obtienen los mejores resultados en términos del alto rendimiento y de sus estudiantes o aquellos que muestran evidencia de una mejora significativa con el tiempo en PISA.

Una vez identificado, informa sobre esos hallazgos y apoya a los países y economías que deseen investigar y explorar hasta qué punto se podrían beneficiar de programas similares.

 

Sin embargo, no existe una fórmula para un modelo educativo único y exitoso y por lo tanto no es posible ni apropiado «cortar y pegar» el sistema educativo de un país en otro país o economía. Hay que “endogenizar” los modelos educativos en función de los contextos nacionales.

Por eso, los resultados de PISA siempre hay que analizarlo y utilizarlo con cautela y nunca deben servir para orientar la educación dominicana hacia un entrenamiento práctico per se destinado a mejorar a toda costa los resultados. PISA excluye muchas cosas que son relevantes más allá del orden práctico y del mercado

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