El triste caso de Jacoba Petronila

Por Arismendi Díaz Santana. Con el costo mensual de una pensión graciosa e inmerecida es posible otorgar diez pensiones solidarias, como dispone la Ley de seguridad social, en un acto de justicia y como parte de la lucha contra la pobreza e indigencia.

Más que llamarme la atención, me ha dado mucha pena la situación de la enfermera Jacoba Petronila Crisóstomo Morillo quien, en forma dramática, le solicita al presidente Abinader una ayuda para cubrir una operación en los ojos y recuperar la vista “porque todavía puedo dar mucho y seguir aportando a la sociedad”.

Jacoba ha trabajado durante 30 años en el Hospital Toribio Bencosme de Salud Pública, por lo que debe estar en retiro, no solo por su edad sino, además, por su limitación visual para ejercer una profesión tan delicada como la enfermería. Es hipertensa, tiene 62 años y vive sola, por lo que apela a la ayuda del presidente y de la primera dama.

Ese perfil indica que Jacoba debe estar pensionada y con acceso garantizado al Seguro Familiar de Salud (SFS). Por esa razón, pensé que se trata de una intervención de alta complejidad, de esas que el pueblo conoce como “tratamientos catastróficos” por su alto costo, y asumí que ya ella había agotado el límite anual de ese tipo de servicio.

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