ANÁLISIS POLÍTICO DE CANDIDATOS PRESIDENCIALES DE COSTA RICA
Redacción. Perfil de los candidatos a la Presidencia de la República de Costa Rica, el 6 de febrero próximo.
1. José María Figueres: un político de natura que con sus actuaciones avergüenza al mejor juglar, un transformista que se desprende en segundos de un antifaz saturado de lágrimas para bailar un danzón o un tambito. Sólida experiencia nacional e internacional opacadas por un gobierno discreto en logros y una “comisión” tan jugosa que ni el mismo Elon Musk pagaría hoy. Líder disociativo de un partido histórico que no se reencuentra así mismo. La principal fuerza política del país -los indecisos- jugará en su contra en la agonía de la campaña electoral.
2. Lineth Saborío: una dama de la política, de voz bien timbrada, a tono con las reglas y los modales del buen estar. Depositaria de la herencia dicotómica de un partido que, por una parte, saneó las finanzas públicas (por un obscesivo control del gasto) mientras sus dirigentes se infectaban profuzamente con germen de la corrupción. A pesar de su vasta experiencia política, sus análisis son recatados, livianos y de muy corta elaboración intelectual. ¿Cómo se explica su relativo éxito en las encuestas? Posiblemente por al menos tres factores: la ausencia de candidaturas fuertes, el antecedente hacendario exitoso del PUSC y el fenómeno Juan Carlos Hidalgo (candidato a diputado por San José).
3. Eliécer Feinzaig: frontal, sincero y coherente; un liberal sin maquillaje a plena luz del día. De posturas claras y firmes, enfrenta el grave drama de la sociedad costarricense: el arte de patear al balón hacia adelante para no tomar ninguna desición trascendental. Oírle decir: “hay que cerrar RECOPE” puede resultar alucinante para ¾ partes del país. Su ausencia en los sondeos de opinión podría desfavorecerle por el viejo y trastocado síndrome del voto útil (para que le voto, sino tiene opción).
4. José María Villalta: agudo, incisivo y estudioso; probablemente el mejor diputado de la República en los últimos periodos legislativos. Heredero de una izquierda comprometida y ajada que lejos de volver los ojos al centro (como en apariencia ha hecho Gabriel Boric en Chile) se conserva bolcheviquista. Defensor omnímodo de los sindicatos y del sector público, obscenamente distante del emprendimiento privado y del sector empresarial.
5. Eduardo Cruickshank: fue el primer presidente de raza negra de la Asamblea Legislativa, pero sus posibilidades para alcanzar el Ejecutivo son exiguas. La fractura de Restauración Nacional en 2018, las lamentables actuaciones de algunos de sus cuadros (como el diputado Melvin Nuñez Piña, un negacionista ignorante) y el dudoso papel que juega la religión en el entramado partidario alejan a buena parte del electorado.
6. Fabricio Alvarado: las dudas sobre su idoneidad entregaron la estafeta presidencial a Carlos Alvarado. Hábil para hilar discursos superficiales que pudieran resultar atractivos para un electorado acrítico y lego en el ardid político. Responsable de entronizar en el Congreso a los peores diputados de la historia legislativa, entre ellos Nidia Céspedes, cuya nefasta protesta es ya la mayor ridiculez en los anales parlamentarios. Sus posiciones extremas en derechos humanos riñen con el sentido común y se fundamentan en el absolutismo religioso.
7. Natalia Díaz: una joven emprendedora y brillante, con un interés prístino por el desarrollo del país; pero sin la maquinaria electoral ni la estructura partidista que le permitan abandonar las sombras del anonimato. Una alianza partidaria (acaso con el Liberal Progresista) hubiese apuntalado mas su carrera política.
8. Rodrigo Chaves: el candidato mas estudioso, con una carrera internacional inigualable. Pero con tres lastres difíciles de soslayar: su poco visible gestión como Ministro de Hacienda (autocompetencia vs libertad para tomar desiciones); la acusación de conductas inapropiadas en en FMI (que le perseguirá hasta el final de sus días) y una labilidad emocional que ha puesto ya en congojas a algunos periodistas. Pilar Cisneros es la responsable de su aparición en las encuestas de opinión.
9. Rolando Araya: el mas curtido de los políticos, ahora en su fase de senectud. Excesivamente pausado, pintoresco, quijotesco. En su obsesión por la primera magistratura, fue víctima de un cálculo político errado: su caudal electoral en la convección liberacionista no es afín al arayismo (ni al dióxido de cloro), es sencillamente antifiguerista y antidesantista. La egolatría desplazó a la obviedad, y ahora en su partido taxi tendrá que pagar lo que dicte “la maría”.
10. Welmer Ramos: el mas insulso de los candidatos. Un soñador que deposita en el doble “milagro” del PAC toda su esperanza electoral. Su militancia en el cuño mas izquierdista del partido y el desgaste de dos gobiernos consecutivos confabulan en su contra. Ni el avistamiento del cometa Halley le daría la preferencia del 10% del padrón electoral.
11. Federico Malavassi: un profesional distinguido con un inmenso caudal intelectual. Su pecado original no es ser liberal, es coligarse una y otra vez, primero en el Movimiento Libertario y ahora en Unión Liberal, con Otto Guevara.
12. Óscar López: su mayor logro en la Asamblea Legislativa fue aquella instantánea donde aparece en una butaca en decúbito lateral, y enhorabuena: ha resultado en un insumo insustituible para miles de memes. Nadie en los últimos decenios honra mas el célebre adagio: ¡vive de la política¡ La dispersión del voto podría inmunizarnos contra su tercer periodo parlamentario.
13. Christian Rivera: ¿Cuán diestro puede ser un presidente de la República con el bisturí? Lo mejor sería dejar que cada quien realice lo que aprendió en su formación académica: el político hábil en Zapote y el cirujano en el quirófano.
14. Greivin Moya: se puede hacer periodismo populista a gritos y trompicones, pero el arte de gobernar requiere de otros atributos.
15. John Vega: a la izquierda de la izquierda con un peligroso aditivo: el anarquismo. Amante de los piquetes y los bloqueos, de la “democracia” callejera; de un Estado elenfantiásico que decida cómo, cúando y dónde. Para él, el fin justifica los medios.
16. Luis Alberto Cordero: jugador emergente de último minuto. Un hombre “sano” en la divisa equivocada.
17. Rodolfo Hernández: un alma en pena, que vive en otras “latitudes” y cuyo único cargo administrativo (la dirección del Hospital de Niños) no le curtió ni para el andar de la política ni para ocupar un cargo de representación popular. Don Rodolfo, es hora de disfrutar a los nietos.
18. Rodolfo Piza: alquiló un partido taxi para retornar al deporte de la política, demasiado poco para un intelectual de su altura. El PUSC le condenó al ostracismo por su participación en el gobierno de unidad nacional, ni siquiera su destierro en Washington subsanó tanta vileza. Su promesa de realizar un referéndum para decidir los grandes temas nacionales es una simple quimera.
19. Roulan Jiménez: su paso por la presidencia del Colegio de Médicos fue caótica, abandonó la gestión con una impopularidad brutal. En la hoja de vida que remitió al TSE, el cierre del último párrafo es a la vez su epitafio político: “me niego a dejarle a mis descendientes un país donde solo pueden aspirar a ser esclavos”.
20. Sergio Mena: terceros comicios consecutivos en los que vierte sus aspiraciones. Hace ocho años, en pleno naufragio del bipartidismo, su lenguaje fresco y renovador resultó atractivo. Su genuflexión a Fabricio Alvarado hace cuatro años carmió su credibilidad.
21. Walter Muñoz: volvió a la Asamblea Legislativa con una matráfula rastrera utilizando hábilmente a Juan Diego Castro como candidato títere (impensable, ¿no?). De posiciones empíricas y ridículas, aliado de las acusaciones viciosas y sin sustento; fiel representante del populista de pasillo. Su único legado será la banalidad del olvido.
22. Maricela Morales: después de escuchar su descabezada propuesta de la “Sala Quinta”, el resto de sus vacuas intenciones circunda el precipicio de lo irrelevante.
23. Martín Chinchilla: uno de sus candidatos diputadiles (Roberto Celaya) proclamó en Nicaragua su apoyo a la dictadura Ortega-Murillo, un oprobio para Costa Rica, la democracia mas madura de la región. Si el líder del partido no se apresuró a desmentirle, deja patente que la vieja agrupación comunista sigue enquistada en la polución de los ideólogos del proletariado.
24. Óscar Campos: el oportunismo como divisa, el anarquismo como herramienta, el caos como objetivo. Se sirvió del Movimiento Rescate Nacional para volver a la escena pública, una estratagema antigua y ubicua en la política contemporánea. Su sombrero de paja no le acerca al campesinado costarricense, es sólo una manifestación mas de las “fisuras” de nuestra democracia, que posibilita que este tipo de “comediantes” pueda aspirar a la presidencia de la República.
25. Carmen Quesada: exPUSC y exdiputada por el Movimiento Libertario que, como tantos otros, se autoemancipó durante la legislatura. Una carrera poco trascendente para una candidata intrascendente