Así no, mi querido doctor Espaillat

Luis Cordova

Recientemente circula en redes sociales un video en el cual El Cobrador cuestiona, por tercera o cuarta vez, la apertura de la sede diplomática y consular ante el Estado Plurinacional de Bolivia, la cual reduce a un mero cumplimiento electoral a uno de los principales aliados del partido de gobierno.

Si bien pudiera escribirle esto por whatsapp, a quien me une una amistad entrañable como a Roque (“el Doctor” como en el afecto me permito llamarle), prefiero ocupar estas líneas pues se trata, colateralmente, de una de las personas más cercanas a mí, el embajador en esa nación.

Lo que tristemente llama “un juguetico” es una de las más recientes aperturas diplomáticas en un país con el cual establecimos relaciones el 30 de enero de 1902, siendo aprobados los trámites de apertura en 2019 lo que hace décadas debimos tener.

Decir que sobra dinero allí y falta aquí, es y será la realidad aún gobierne el “Partido Socialista Cristiano”, pues el problema no es de intención sino sistémico.

Explicarlo así es un argumento Cum hoc ergo propter hoc.
¿Por qué la embajada de Bolivia? No sé. Lo que sé, porque consta en los registros de Cancillería, es el desempeño sobresaliente que ha tenido un santiaguero que inaugura su carrera diplomática (para la cual tiene el aval académico) con apertura de sede y cuyo desempeño fue reconocido por las demás delegaciones acreditadas en esa nación.

Lo que me consta es el ahorro y eficiencia administrativa que ha merecido el reconocimiento de sus superiores pues, como muy pocas en la historia, lejos de pedir más solicitó la reincorporación de fondos por el manejo eficiente, defendiendo cada peso dominicano.

El producto interno bruto (PIB) per cápita de Bolivia creció en más de un 50% en los últimos trece años, lo que equivale al doble de la tasa de crecimiento de la región de América Latina y el Caribe. Bolivia tiene un mundo de inversiones poco conocido, tiene la posibilidad de convertir en estrellas a nuestros atletas del fútbol, de darles oportunidades a nuestros cineastas, a la cultura nacional, a nuestros productos y a nuestros jóvenes universitarios.

Por estas y otras razones Bolivia es importante y, ante ella, los dominicanos estamos bien representados.

A la demostrada eficiencia del embajador se suma que su trabajo es discreto, apartado de la notoriedad, de la lisonja, del bullicio de las redes.
Ver la bandera dominicana, tan elevada como soñó el poeta Deligne (en el más alto punto de Las Américas, en la ciudad de El Alto), insufla nuevos aires con los que el incendio del amargo pesimismo dominicano.

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