Bestiario político

Mario Vargas Llosa escribió La fiesta del chivo, refiriéndose a la muerte de Trujillo. El gallo fue en el pasado lejano, el símbolo político dominante desde cuando se enfrentaban los dos principales partidos políticos: “Bolos” y “Coludos”. Luego, Balaguer adoptó como símbolo de su partido el gallo colorao. Y, Bosch, con conforme con el “Jacho prendió”,identificó al PRD con el “Buey que más jala”. Hatuey De Camps siguió con esa misma simbología remozando al buey y colocando en su lugar a un toro bravo como emblema del Partido Revolucionario Social Demócrata, que fundó como resultado de un desprendimiento del PRD.

Quiterio Pérez, politólogo balaguerista, es quien me va narrando ese bestiario político. Es una extensa fábula que conoce al dedillo. En su memoria, el buey, el gallo, el chivo y el ovejo son los animales que en los últimos tiempos han dominado la política dominicana. El chivo es un animal que en el sur se deja sacrificar no sólo para alimentar y festejar los apetitos profanos, sino también para dignificar las celebraciones sagradas. En el sur no hay macho de cabrío, ni cabra ni cabrón; hay chivos y chivas. Como no hay carnero ni cordero, hay ovejos. Todas esas explicaciones me las va dando Quiterio sobre los animales del país profundo, para caer de repente en esa acusación: fue el Ovejo quien le llamó Chivo a Trujillo.
En la parte más visible de la sala de la casa hay un enorme retrato de Balaguer, en el mismo lugar en que antes del 30 de mayo del 61 estaba la foto de Trujillo ribeteada con la inscripción: En esta casa Trujillo es el Jefe. En el Partido Dominicano fue conserje, pero sus aspiraciones eran llegar a ser presidente del partido en Monteada Nueva. En esa época, la democracia para Quiterio era el partido de Trujillo. La palmita era el símbolo del país, pero quien gobernaba era el Chivo.
El Chivo ya sabía yo quién era, pero no el Ovejo. Y Quiterio se apresuró a descifrarme esa terminología animal a la que se reducen las más solemnes personalidades en el país profundo: Sí, fue ese Ovejo, Juan Bó, quien no sólo le puso Chivo al Jefe, sino que lo mató. Desde ese rencor animal datan los prejuicios de Quiterio contra Juan Bosch.
El genio de Quiterio había definido la democracia dominicana como “democracia de gallera”, mucho antes de que un importante político de allá, de la capital, tuviera el buen sentido de comparar las elecciones de presidenciales en nuestra media isla y un poco más, con una pelea de gallos. Me habla en el patio de su casa en el cruce de Monteada Nueva, convertido en una traba de gallos. Yo lo oigo discurrir sobre gallos, gallera, peleas y política, pensando en lo cerca que se encuentra la capital del país profundo.
Quiterio toma un gallo en la mano, y rociándole un buche de agua que larga de la boca me asegura: en una galera sólo un gallo gana, y en el país la suerte de la democracia está en la pata de este gallo colorao, que es Balaguer. Nuestra suerte está atada, como la suerte del coronel que no tiene quien le escriba, de la pata de un gallo. Sin embargo, no hay democracia ni hay progreso ni hay nada, porque después de Trujillo él es el padrote de este país. Los demás son gallinas, pollos manilos y gallos malogrados para sancocho.
Quiterio hace una pausa y reacciona ¡Que Quique Antún es un gran gallero! ¡Qué va! Ante Balaguer es solo un gallerito de gallos peludos y de espuelas botas. Llego ahí, al asiento de Balaguer en el partido porque el dueño de la gallera la había desmontado antes de irse. Hasta él pudo haber sido el sustituto del gallero mayor. El gran lamento de Quiterio es el haberse quedado como conserje del Partido Dominicano. No tuvo la suerte de otros correligionarios de entonces, hoy compatriotas: como ellos ocuparon los mejores puestos en aquel partido, hoy son altos dirigentes del Partido Reformista, comenzando por Balaguer. Hoy, desgraciadamente, no puede haber contribuido a la democracia del país tanto como los otros.
El gallo colorado es el dueño del patio de Quiterio. Las escasas gallinas son humilladas y abandonadas en pleno deseo sexual; los pollos tiernos son cosas de espoleo, que él va sangrando y derribando en cada traqueo. Quiterio observa al gallo colorado, ileso y más potente y agresivo después de seis lidias en la gallera: son ensayos para el ejercicio de su poder Así trataba Balaguer, el gallero mayor, a los políticos dominicanos, galleros de trabas de patio y de apuestas de mala muerte.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.