BRICS post Kazán un laboratorio del futuro

Por Pepe Escobar.

 

Ilustración: The Cradle

La tan esperada reunión de jefes de Estado de los BRICS en la ciudad rusa de Kazán no decepcionó. La institución multilateral ha aportado por fin mordiente y sustancia a muchos de los enigmas financieros y políticos mundiales que llevan mucho tiempo desafiando una auténtica remodelación del orden mundial.

La presidencia rusa de BRICS 2024 no podía haber elegido un lugar más multicultural y multinodal para acoger una cumbre cargada de enormes expectativas por parte de la Mayoría Global. La ciudad suroccidental rusa de Kazán, a orillas de los ríos Volga y Kazanka, es la capital de la República semiautónoma de Tatarstán, famosa por su vibrante mezcla de culturas tártara y rusa.

 

Aunque la cumbre de los BRICS se celebró en la Expo de Kazán -una especie de estación a varios niveles conectada con el aeropuerto y el enlace aeroexprés con la ciudad-, fue el Kremlin de Kazán, una ciudadela fortificada de siglos de antigüedad y Patrimonio de la Humanidad, el que se impuso como imagen global de BRICS 2024.

 

Ello trazó, gráficamente, una continuidad desde el siglo X en adelante a través de la cultura búlgara, la Horda de Oro y el Janato de los siglos XV-XVI hasta el Tatarstán moderno.

 

El Kremlin de Kazán es la última fortaleza tártara de Rusia con restos de su urbanismo original. La Ummah musulmana mundial no dejó de observar que éste es el límite noroccidental de la expansión del Islam en Rusia.

 

De hecho, los minaretes de la mezquita de Kul Sharif, en el Kremlin, adquirieron una dimensión icónica, simbolizando un esfuerzo colectivo, transcultural y de civilización-estado para construir un mundo más equitativo y justo.

 

Ha sido una experiencia extraordinaria seguir a lo largo del año cómo la diplomacia rusa conseguía reunir con éxito en la cumbre de Kazán a delegaciones de 36 naciones -22 de ellas representadas por jefes de Estado-, además de seis organizaciones internacionales, incluidas las Naciones Unidas.

Estas delegaciones procedían de naciones que representaban casi la mitad del PIB mundial. La implicación es que el tsunami de miles de sanciones impuestas desde 2022, más los incesantes gritos sobre el ‘aislamiento’ de Rusia, simplemente desaparecieron en el vórtice de la irrelevancia.

 

Eso contribuyó a la inmensa irritación mostrada por el Occidente colectivo ante esta notable reunión. Subtexto clave: no hubo ni una sola presencia oficial de la organización de los Cinco Ojos en Kazán.

 

Los diversos demonios, por supuesto, siguen estando en los diversos detalles: cómo los BRICS -y el mecanismo de Alcance de los BRICS, que alberga a 13 nuevos socios- pasarán de la extremadamente educada y bastante detallada Declaración de Kazán -con más de 130 párrafos operativos- y otros varios libros blancos a poner en práctica una plataforma orientada a la Mayoría Global que abarca desde la seguridad colectiva hasta la conectividad generalizada, los acuerdos comerciales no armamentísticos y la primacía geopolítica. Será un camino largo, sinuoso y espinoso.

En marcha, de Asia al mundo musulmán

La sesión de acercamiento de los BRICS fue uno de los momentos más asombrosos de Kazán: una gran mesa redonda que recreaba el hito postcolonial de Bandung de 1955 con esteroides, con el presidente ruso Vladimir Putin inaugurando el acto y cediendo luego la palabra a los representantes de las otras 35 naciones, Palestina incluida.

 

La primera ronda de expansión de los BRICS el año pasado se centró en gran medida en Asia Occidental y África Nororiental (Irán, EAU, Egipto y Etiopía, con Arabia Saudí aun decidiendo su estatus final). Ahora, la nueva categoría de ‘socios’ -13 miembros- incluye, entre otros, cuatro potencias del sudeste asiático, incluidas Malasia e Indonesia, las dos principales potencias del Heartland, Kazajstán y Uzbekistán, y el miembro de la OTAN, Turquía.

 

Las naciones de mayoría musulmana están por todas partes como parte del impulso de los BRICS; paralelamente, Asia en su conjunto se está convirtiendo rápidamente en territorio privilegiado de los BRICS.

 

El debate en profundidad sobre cómo desarrollar un nuevo sistema financiero y de pagos mundial prácticamente desde cero –un pilar clave de la desoccidentalización– ha sido incesante en toda la matriz de los BRICS desde febrero.

A principios de octubre, el Ministerio de Finanzas ruso anunció el lanzamiento del BRICS BRIDGE – inspirado en el Proyecto mBridge: una plataforma de pago digital para el comercio transfronterizo en monedas nacionales.

Los hegemones occidentales ya están asustados. El Banco de Pagos Internacionales (BPI), con sede en Suiza, está barajando la posibilidad de cerrar mBridge, respaldado, entre otros, por bancos comerciales de China y EAU, miembros del BRICS, Tailandia, socio del BRICS, Arabia Saudí, cuasi miembro del BRICS, y la Autoridad Monetaria de Hong Kong.

 

La excusa son los ‘riesgos geopolíticos’, un eufemismo para decir que mBridge dificulta la aplicación de sanciones unilaterales e ilegales de EEUU y la UE.

 

Eso enlaza, por ejemplo, con la adhesión oficial del gigante bancario mundial HSBC al sistema chino de pagos transfronterizos interbancarios (CHIPS), similar al SPFS ruso. De CHIPS/SPFS a BRICS Bridge sólo hay un paso.

La cuestión clave -que preocupa seriamente a la Mayoría Global– es cómo liquidar los superávits y déficits comerciales. Cuando se trata de iniciativas como BRICS Bridge y BRICS Pay -la prueba de la tarjeta BRICS Pay tuvo lugar una semana antes de Kazán-, no es una cuestión técnica.

 

Lo que importa no es tanto cómo enviar una moneda, sino qué hacer con esa moneda en el otro extremo. Es un asunto eminentemente político, pero hay formas de evitarlo, ya que el sistema SWIFT predominante, controlado por Occidente, es muy primitivo.

Los grupos de trabajo de los BRICS también prestaron mucha atención a facilitar la inversión; se trata de sistemas abiertos, buenos para los miembros y socios de los BRICS. Una vez que las empresas de cualquier latitud empiecen a unirse, la masa crítica para el crecimiento/inversión estará a tiro de piedra.

 

Todo lo anterior encarna el espíritu de que el BRICS empiece a funcionar en 2024 –impulsado por la presidencia rusa– como un laboratorio global, que ponga a prueba todos los modelos posibles, antiguos y nuevos, para aplicarlos de forma multinodal.

 

Desde el punto de vista diplomático, la Declaración de Kazán afirmaba que los nuevos enfoques deberían presentarse a la ONU y al G20; sin embargo, siendo realistas, no hay pruebas de que el bloque occidental colectivo vaya a recibirlos con los brazos abiertos.

 

El meollo de la desdolarización

Aparte de establecer los 13 nuevos socios –que constituyen una gran zona BRICS transcontinental de facto-, Kazán avanzó dos plataformas clave: BRICS Clear y la Compañía de (Re)Seguros BRICS.

BRICS Clear es un sistema multilateral de liquidación/compensación tanto para el comercio BRICS como para el comercio entre los BRICS y sus socios (en la actualidad, se aplica a 22 naciones). El objetivo clave, una vez más, es eludir el SWIFT.

 

BRICS Clear utilizará las monedas nacionales para el comercio internacional. Todo se tramitará a través de una stablecoin -una unidad de cuenta- gestionada por el NDB, el banco de los BRICS con sede en Shanghai.

 

Como ha señalado el prestigioso economista francés Jacques Sapir,

 

el comercio requiere servicios de seguro (tanto para el propio contrato como para el transporte); estos servicios de seguro implican actividades de reaseguro. Con la BRICS (Re)Insurance Company, el BRICS se está independizando de las compañías de seguros occidentales.

BRICS Clear y BRICS (Re)Insurance, a corto y medio plazo, tendrán enormes consecuencias para el comercio mundial y el uso de dólares estadounidenses y euros.

 

Los flujos comerciales, intra-BRICS y entre socios de los BRICS -que ya representan al menos el 40% del total mundial- pueden aumentar exponencialmente. Paralelamente, las compañías de seguros y reaseguros controladas por Occidente perderán negocio.

 

Eso es la desdolarización en la práctica, posiblemente el Santo Grial de los BRICS. Por supuesto, India y Brasil nunca se refieren a la desdolarización a la manera de Rusia, China e Irán, pero sí apoyan a los BRICS Clear.

 

Sapir predice que, hasta 2030, el efecto BRICS Clear puede hacer que la participación del dólar en las reservas de los bancos centrales caiga “del 58% a alrededor del 35-40%”.

 

Significativamente, eso implicaría

 

ventas masivas de bonos del Tesoro, provocando un colapso del mercado de bonos públicos y dificultades significativas para que el Tesoro estadounidense refinancie la deuda de Estados Unidos.

El Hegemón no se tomará eso a la ligera, por no decir otra cosa.

 

Experimentos de laboratorio contra la arrogancia

Estos avances geoeconómicos de los BRICS –llámalos experimentos de laboratorio– reflejan golpes diplomáticos como el que India y China, con la mediación de Rusia, anunciaran en vísperas de Kazán su empeño en resolver los problemas bilaterales en el Himalaya para impulsar la agenda unificadora y pancooperativa de los BRICS.

 

Resolver los problemas geopolíticos entre los países miembros es una prioridad clave de los BRICS. El ejemplo China-India debería trasladarse a Irán-Arabia Saudí en lo que respecta a su implicación en Yemen y a Egipto-Etiopía en lo relativo a la controvertida construcción de una gran presa en el Nilo.

 

Los sherpas del BRICS admiten abiertamente que el BRICS necesita un mecanismo institucional interno para resolver los problemas graves entre los Estados miembros y, con el tiempo, los socios.

 

Y eso nos lleva a la última tragedia incandescente: las ofensivas militares de Israel en Gaza, Palestina, Líbano, Yemen, Siria e Irán.

 

Los sherpas del BRICS revelaron que se estaban debatiendo activamente dos escenarios en las sesiones a puerta cerrada, así como en las reuniones bilaterales. El primero prevé una guerra caliente Irán-Israel, con el Líbano convertido en un importante campo de batalla, lo que provocaría una “reacción en cadena” que implicaría a varios actores árabes.

 

El segundo escenario prevé una crisis panasiática, en la que no sólo estarían implicadas las naciones vecinas, sino que se formarían coaliciones, una proárabe y otra proisraelí.

 

Uno se pregunta dónde encajarían actores dudosos como Egipto y Jordania. No está claro cómo reaccionaría el BRICS, como organización multilateral, ante ambos escenarios.

 

La espantosa realpolitik no se detuvo en seco para ver cómo el tren de alta velocidad del BRICS abandonaba la estación de Kazán. Israel organizó su insignificante ataque a Irán inmediatamente después, y el Occidente colectivo declaró nulas las elecciones en Georgia porque no le gustó el resultado, aunque la OSCE emitió un informe racional al respecto.

 

La incomprensión del Occidente colectivo de lo que ocurrió en tres días históricos en Kazán sólo puso de relieve su asombrosa arrogancia, estupidez y brutalidad.

 

Ésa es precisamente la razón por la que la matriz de los BRICS está trabajando tan duramente para elaborar los lineamientos de un nuevo orden internacional justo y, a pesar de toda una serie de desafíos, seguirá floreciendo.

 

Traducción nuestra

 

*Pepe Escobar es columnista de The Cradle, redactor jefe de Asia Times y analista geopolítico independiente centrado en Eurasia. Desde mediados de la década de 1980 ha vivido y trabajado como corresponsal extranjero en Londres, París, Milán, Los Ángeles, Singapur y Bangkok. Es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007), Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge, Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009), 2030 (Nimble Books, 2020). Su ultimo libro es Raging Twenties (Nimble, 2021).

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