Cacique Tamayo

Por Manuel Otilio Pérez P.

¿A cuál Tamayo honramos con el nombre del Municipio?

Cuando el genovés Cristóbal Colón y los españoles que lo acompañaban llegaron a nuestra isla el 5 de diciembre de 1492, su primer contacto con los nativos ocurrió en el territorio que luego sería conocido como el Cacicazgo de Marién. Ese fue, en orden de llegada y dominación, el Cacicazgo n.º 1. Siguiendo ese mismo orden vinieron Maguá (n.º 2), Maguana (n.º 3)…

Diez años después, en 1502, aún faltaban por conquistar los cacicazgos n.º 4 y n.º 5, Jaragua e Higüey. Ese mismo año, exactamente el 30 de junio, llegó a gobernar la isla Española el Comendador de Lares de la Orden de Alcántara, fray Nicolás de Ovando.

Los Cacicazgos

El Cacicazgo de Jaragua tenía los siguientes límites:
• Al Sur: el mar de las Antillas o mar Caribe.
• Al Norte: el Cacicazgo de Marién, separados por el río Artibonito.
• Al Este: el Cacicazgo de Maguana, con la Sierra de Neiba como frontera natural hasta la Punta de Martín García.
• Al Oeste: el Canal del Viento o de Jamaica, que separa la isla de Cuba.

El Cacicazgo de Maguá, n.º 2, estaba habitado en gran parte por la familia de los Ciguayos o Ciguayanos, cuyo jefe era Mayobanex.

En el Cacicazgo de Marién (n.º 1), Colón construyó el Fuerte de la Navidad con los restos de la carabela Santa María. Lo dejó guarnecido con 39 hombres bajo el mando de Diego de Arana, con el consentimiento del cacique Guacanagarix. Colón zarpó de allí el 4 de enero de 1493.

Fueron precisamente los Ciguayos quienes enfrentaron a Colón en lo que él llamó el Golfo de las Flechas, pues además de habitar en Maguá, dominaban parte del Cacicazgo de Higüey (n.º 5).

El nombre de Tamayo.

A principios de 1503 tuvo lugar la matanza de Jaragua, dirigida personalmente por Ovando. Después de este genocidio se inició el primer repartimiento de nativos, aunque ya habían existido encomiendas previas. La más importante para nuestro caso fue la llamada de Albuquerque (1514), porque allí aparece por primera vez el nombre Tamayo, ostentado por cuatro caciques cedidos a encomenderos.

Según Juan Francisco Martínez Almánzar, en Enriquillo, ídolo de barro (pág. 183), apoyándose en Fray Cipriano de Utrera, Luis Arranz Márquez y Emilio Rodríguez Demorizi (Los dominicos y las encomiendas de indios), en el repartimiento de Santo Domingo se entregaron indios de un cacique Tamayo a Juan de Sampecho y a Francisco de Tapia (alcalde).

En el reparto de San Juan de la Maguana, otro cacique Tamayo quedó bajo encomienda de Alonso Sotomayor.

En Puerto Plata, un Tamayo fue encomendado a Francisco Zaballos.

Un cuarto cacique Tamayo ya había muerto, y su viuda fue entregada al encomendero Pedro Gallego para que la instruyera en la fe.

El cacique de Puerto Plata

La primera referencia al cacique Tamayo la ofrece Fray Bartolomé de las Casas en Historia de las Indias (tomo III, pág. 267), donde lo describe como “valiente de cuerpo y de fuerzas”. En la página siguiente afirma que las acciones del cacique se dieron en Puerto Real y Lares de Guahaba (territorios del antiguo Cacicazgo de Marién). Lo confirman también Martínez Almánzar y Del Monte y Tejada.

Por su zona de operaciones, no se trataba del Tamayo encomendado en Santo Domingo ni en San Juan de la Maguana. Debía ser el del repartimiento de Puerto Plata: un ciguayo, pueblo con tradición de resistencia armada frente al español. Ese es el cacique al que honra nuestro municipio.

Testimonios posteriores

En Riqueza Mineral y Agrícola de Santo Domingo (pág. 33), Rodríguez Demorizi cita una carta del canónigo Álvaro Castro al emperador (27 de septiembre de 1522), donde informa de un camino seguro por la isla “sin temor a Enrique, ni a Tamayo, ni a otro indio ni negro alguno”.

Tamayo y Enriquillo se unirían hacia 1531. Enriquillo conocía de sus combates en Marién y Maguá. Tamayo, como cacique ciguayo, continuó luchando incluso después de la capitulación de Enriquillo en 1534. Ese mismo año, Enriquillo llegó a ofrecerse a los españoles para ayudar a capturarlo, prueba de que Tamayo mantuvo su resistencia.

Según Luis Padilla D’Onis (Historia de Santo Domingo, pág. 266), los ciguayos fueron la única etnia de la isla que se mantuvo sin mezclarse hasta su exterminio.

Finalmente, en una referencia indirecta, se menciona: “Y a causa de solo dos negros que andaban alzados, hicieron esto en casa de un cacique que se dice Tamayo”.

En otro registro, aparece el dominico Fray Juan Tamayo, quien abandonó la isla el 14 de diciembre de 1607 (Fray Cipriano de Utrera, Noticias Históricas de Santo Domingo, vol. IV, pág. 310).

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