Cambia, todo cambia

Jorge Elbaum.

La generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur, la división militar de Estados Unidos que pretende controlar a los países de América Latina y el Caribe ubicados al sur de México, visitó nuevamente la Argentina.

Vestida con su uniforme militar, se reunió con el ministro de Defensa Jorge Taiana, para verbalizar su preocupación por los vínculos que mantiene nuestro país con China y al mismo tiempo cuestionar la posición que mantiene el Gobierno en relación al conflicto en Ucrania.

La visita de Richardson coincidió con la presencia de la número dos del Departamento de Estado, Wendy Sherman y del titular de la Comisión Reguladora Nuclear del mismo país, Christopher Hanson. Los tres altos funcionarios arribaron con el objetivo explícito de controlar y/o limitar los lazos del Gobierno argentino con la República Popular China, con la que mantiene importantes acuerdos de cooperación en materia de infraestructura energética.

Entre los objetivos planteados por los enviados estadounidenses figura el de obstaculizar la concreción y puesta en funcionamiento de la Central Nuclear Atucha III, dotada de un reactor de tecnología china.

Durante el mismo lapso en que Richardson desfilaba por las oficinas locales, el matutino Clarín intentaba comprometer a Cristina Fernández de Kirchner al consignar que la militar iba a ser recibida en una reunión protocolar por la Vicepresidenta. La propia dirigente del peronismo desautorizó la propaganda de la corporación mediática al afirmar que dicha información era totalmente falsa.

La semana pasada el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, mantuvo una reunión con el mandatario chino Xi Jinping en Beijing y participó de la asunción de la nueva titular del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), Dilma Rousseff, quien dirigirá los destinos del órgano financiero y crediticio. El BND es una institución conformada por los socios del BRICS, la asociación de países que conforman Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Este colectivo concentra casi el 40 por ciento de la población mundial y produce más de un tercio del total de las materias primas alimenticias

En la última Cumbre de los BRICS, celebrada en julio de 2022, se debatió el posible ingreso de Argentina y la República Islámica de Irán y en los últimos meses se especuló con la incorporación de Túnez, Arabia Saudita, Turquía, Argelia, Indonesia, México, Nigeria, Siria, Pakistán, Venezuela, Egipto, Bangladesh y Emiratos Árabes Unidos

En su estancia en China, Lula cuestionó el monopolio del dólar y al día siguiente, su ministro de Hacienda, Fernando Haddad, adelantó que se estudia la ejecución de intercambios comerciales entre los integrantes del BRICS con monedas propias, ajenas al billete estadounidense.

La visita de Lula a Pekín fue criticada, como era de esperar, por medios oficiosos del Departamento de Estado. Sin embargo, el mandatario brasileño respondió de forma taxativa: “Nadie prohibirá a Brasil mejorar su relación con China”. Además cuestionó al Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras instituciones financieras tradicionales, por imponer sus reglas a los países en vías de desarrollo. “No le corresponde a un banco asfixiar la economía de una nación como lo está haciendo ahora el FMI con Argentina, como lo hizo con Brasil durante tanto tiempo, y como lo hizo con los países del tercer mundo”, denunció el ex dirigente metalúrgico paulista.

Esa realidad tiene en América Latina y el Caribe otros costos adicionales: el injerencismo de Washington utiliza el endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional y de otros organismos internacionales para limitar la soberanía de la región. En términos explícitos, Estados Unidos maneja esos organismos “dolarizados” con fines extorsivos para vulnerar la soberanía e impedir el desarrollo autónomo de lo que siguen considerando como su Patio Trasero.

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