China acelera su salida de bonos del Tesoro y desafía a EE UU

Por Gema Escribano

El varapalo judicial a la Administración Trump abre una nueva incertidumbre en el frente de la guerra comercial. Pero, mientras las Bolsas celebran con timidez la decisión del Tribunal de Internacional de Comercio, el mercado de deuda vigila de cerca las novedades en materia fiscal. La rebaja de impuestos aprobada por la Cámara de Representantes ha incrementado las preocupaciones acerca de la sostenibilidad de la deuda, una idea que comparten los inversores y las agencias de calificación.

La pérdida de confianza de los inversores coincide en el tiempo con el giro que está protagonizando China en su relación con el mercado de deuda estadounidense. Según datos de Bloomberg, a cierre de marzo el gigante asiático era el tercer tenedor extranjero de bonos estadounidenses, con 765.000 millones de dólares (673.940 millones de euros), frente a los 784.000 millones del mes anterior (690.5600 millones de euros).

Mientras Pekín ha ido bajando su exposición a la primera economía del mundo, Londres la ha aumentado. Tras la adquisición de bonos por valor de 56.500 millones de dólares (49.330 millones) en el primer trimestre, Reino Unido supera al gigante asiático con 779.300 millones (686.180 millones de euros) de deuda estadounidense en su poder. Por delante de estos, sigue estando Japón con 1,13 billones (1 billón de euros), 69.300 millones (61.053 millones de euros) más que a cierre de 2024.

El consenso de los analistas señala que la venta de bonos por parte de China no es una respuesta en exclusiva a la batería de aranceles. El gigante asiático ha ido rebajando su exposición a EE UU de manera paulatina como parte de su estrategia diversificación de sus reservas extranjeras. Una tendencia que ganó impulso con la primera legislatura de Trump, una etapa en la que las medidas proteccionistas tenía como objetivo a China.

En enero de 2016, meses antes del primer triunfo electoral del republicano, las tenencias de Pekín superaban los 1,23 billones (1,08 billones de euros), importe que llegó a alcanzar los 1,3 billones (1,15 billones de euros) en julio de 2011, máximo desde que hay registros. Hace 14 años, el gigante asiático era el principal tenedor extranjero de deuda estadounidense, un puesto que perdió en el verano de 2019, coincidiendo con los momentos de mayor tensión entre EE UU y China. A partir de ese ejercicio, Japón dio el sorpasso y, a día de hoy, se reafirma como el principal tenedor extranjero de deuda estadounidense.

La acumulación de bonos por parte de China es fruto del superávit comercial de varias décadas con EE UU, una situación de la que se ha quejado en reiteradas ocasiones el mandatario estadounidense y que pretende solventar a golpe de aranceles, una estrategia que es vista con preocupación por las firmas de análisis. Junto a los temores de recesión, que empiezan a coger fuerza hasta el seno de la Fed, los analistas miran con recelo a la posibilidad de que economías como la china o japonesa recurran a la venta de deuda como medida de presión para lograr mejores condiciones. En una entrevista con la televisión nacional TV Tokyo, el ministro de Finanzas japonés, Katsunobu Kato, dejó la puerta abierta a emplear esa estrategia: “Puede ser una carta sobre la mesa”.

En las jornadas previas a que Trump acordara una tregua de 90 días, empezó a coger fuerza la idea de que los inversores asiáticos estaban acelerando la venta de bonos. Sin embargo, el fuerte repunte de los rendimientos se explicó, principalmente, por las ventas forzosas de los hedge funds o fondos especulativos. La caída generalizada de los precios de los activos (deuda, acciones y divisas) desequilibró las apuestas de estos vehículos de inversión muy apalancados. Para cubrir garantías de determinados contratos financieros, así como para devolver el dinero a los clientes que pedía reembolsos, aceleraron la venta de bonos, el activo más líquido.

No obstante, los analistas recuerdan que los últimos datos son a cierre de marzo. Es decir, dos días antes de la andanada tarifaria y no reflejan aún la escalada arancelaria. Después de que EE UU anunciara los gravámenes recíprocos, Pekín respondió con tarifas del 34% y restricciones a la exportación de materiales críticos como las tierras raras. La discusión fue subiendo de tono hasta alcanzar tasas de hasta el 145% y 125%. En las negociaciones celebradas a mediados de mayo, Washington se comprometió a reducir las tarifas comerciales sobre los productos chinos al 30% y Pekín, al 10%. Pero los analistas avisan: la incertidumbre sigue siendo alta.

Como alternativa a los bonos de EE UU, China ve el oro como la opción más atractiva. “Este renovado apetito por el oro no es insignificante. Refleja un doble reto: protegerse de un sistema financiero mundial bajo presión y sacar provecho de un activo refugio cuyo potencial alcista sigue intacto”, sostiene John Plassard, analista de Mirabaud. “Países como China, India y Turquía han aumentado sus reservas de oro para diversificar activos en detrimento del dólar estadounidense″, añade Diego Franzin, director de estrategias de cartera Plenisfer Investments.
Las fuertes compras registradas en 2024 han continuado en el arranque de 2025. Según datos de la asociación comercial internacional para la industria del oro, World Gold Council, la demanda de lingotes y monedas se sitúa en 325 toneladas, un 15% por encima de la media trimestral de cinco años. “China impulsó gran parte de este aumento, registrando su segundo trimestre más alto de inversión minorista”, destacan.
CINCO DIAS, EL PAÍS

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