Circunstancias muy singulares llevaron a Senén Caba al ejercicio de la Medicina
Por LITO SANTANA
El presidente del Colegio Médico Dominicano, doctor Senén Caba exhortó a sus colegas a tener fe en la lucha que están llevando a cabo en busca de conquistas para su sector y el país.
“Los médicos dominicanos deben tener fe, pero no tener fe en que ellos van a vivir mejor. Debemos tener fe en que puede haber una sociedad más justa, donde los hijos de ellos y los hijos de los demás, tengan acceso a oportunidades para disfrutar estos 48,442 kilómetros cuadrados que nos legaron Duarte, Sánchez y Mella. Este territorio que nos legó Luperón, que nos legaron la Raza Inmortal, las Hermanas Mirabal, Francisco Alberto Caamaño y todos aquellos que han caído y han anegado con su sangre generosa la tierra que los vio nacer”, dijo el dirigente del gremio a pronosticamedia.com en una entrevista que publicamos a continuación.
Deben tener fe y esperanza de que puede haber una Patria mejor.
¿Doctor, cómo se siente?
Muy bien, optimista porque esa es una meta que todos debemos tener en medio de estas condiciones aciagas en las que nos ha tocado dirigir el gremio.
¿De dónde es usted doctor?
Nací en Bonao, en la comunidad de Masipedro, donde se instaló mi familia de Jánico. Mis padres tuvieron que emigrar desde La Sierra, hasta Bonao, Monseñor Nouel, por una situación familiar particular que le aconteció a mi madre y ahí nacimos los últimos hijos, nacimos cuatro.
¿Y cuántos hijos son ustedes?
Nueve y la última es capitaleña, nació aquí.
¿Cuántos varones y cuántas hembras?
Tres varones y 5 hembras, hubo un primer varón que murió temprano, pequeño.
Vivía en Jánico, se instalaron en Bonao, terminó viviendo en Santo Domingo ¿cómo se la hizo con los estudios?
Yo estudié con monjas y padres salesianos en el colegio de Cristo Rey desde la primaria. Cuando llegamos, Cristo Rey en ese entonces era un villorrio de casuchas o cualquier nombre que usted se pueda imaginar. Algunos le llamaban Corea, porque recién acabada la guerra de Corea en la postrimería de los años 50, pero habían otros nombres no tan afortunados, por ejemplo, había un pedazo de Cristo Rey que le decían “Jarro Sucio”, otro pedazo que le decía “Arrollo Salao”, bueno, ese pequeño terruño, que cuando llegamos era más bien un escenario bucólico, un medio campo, una media ciudad, porque fuimos personas desarraigadas, fundamentalmente en esa primera época del Cibao, y había una que otra persona que llegaba de la periferia del ensanche la Fe, del Hipódromo de la Antillana.
Allí había unas cuadras de los Trujillo, bueno, y ahí se fue formando un villorrio, luego un tugurio, con una dimensión más alta. Y ya a finales de los años 60 y los 70, el fallecido presidente de la República, Joaquín Balaguer, comenzó a construir muchos multifamiliares y llegó la explosión demográfica de Cristo Rey, que llegó a ser junto a Los Mina el segundo barrio más grande de la Capital.
¿Y los estudios universitarios ¿dónde los hizo?
Yo estudié secundaria en el Víctor Estrella Liz, que recién lo construían frente al Estadio Quisqueya y desde ahí me inscribí en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), como tenía que ser, en un muchacho de un barrio marginado. La universidad me marcó profundamente, ya la UASD no le era ajena a uno, yendo del barrio a buscar mangos. Eso era toda una aventura, sobre todo en vacaciones y los fines de semana. De manera que la UASD, así como la conocimos nosotros, abierta amplia, nos era familiar. Yo la visitaba desde una etapa muy temprana. La atravesaba, llegábamos a Güibia y cuando comienzo a estudiar ahí, era un sitio sociable, la conocía.
Esas caminatas lo convirtieron en atleta…
Sí señor. No había celulares. En mi casa hubo televisión ya yo bastante crecido, era un adolescente de unos 15 años cuando hubo televisión en mi casita. Antes se agrupaba todo el mundo en una vivienda para ver la única televisión del barrio. Entonces uno no desarrollo esa cultura de sedentarismo precoz que hay en los niños. Uno tenía que estar en constante movimiento, jugando como pudiera. Afortunadamente había un solar grande, un solar abierto que habían dejado Los Trujillo, que era una suerte de vivero donde el Ayuntamiento de aquella época, para aquella ciudad chica, sembró algunos árboles. Ese lugar fue abandonado después a la muerte de Trujillo y nosotros cogimos ese solar para jugar beisbol. De allí salieron peloteros con una carrera destacadísima como “Super Babe, César Cedeño” que se formó jugando y bateando ahí, entre otros.
Así crecimos hasta llegar a la universidad. A veces fueron tiempo muy difíciles políticamente. Cuando llegamos a la UASD ya la época de Balaguer estaba en decadencia. Era la postrimería del 1977. Mi matricula es 77-6254. Balaguer salió en mayo del 1978 y entonces recibimos el influjo de los gobiernos de Guzmán y de Salvador Jorge Blanco.
Pero ¿usted sufrió alguna situación de represión antes de Balaguer salir del gobierno?
Claro que sí. Una vez Roberto Santana, que era el líder estudiantil del momento, convocó a una movilización, eso es lo que recuerdo, porque él había estado preso, Roberto casi siempre estaba preso (risas) y le permitieron salir por poco tiempo y de inmediato se integró a la UASD e hicimos una movilización. Yo recuerdo que nos convocamos para los lados de Gazcue y en un momento se tiró la Policía, los Cascos Negros, yo le caí atrás a Roberto, porque era el líder. Yo pienso: por donde él se vaya me voy yo. Pero Roberto era un avión corriendo, una gacela (risas) Yo lo que vi fue un celaje cuando me rebasó a “todo meter” (risas) y más nunca lo vi. Cuando quise parpadear tenía una retahíla de Cascos Negros detrás de mí y en un santiamén me agarraron preso. De ahí me llevaron al destacamento de la Policía en la Rosa Duarte, a mí y a otros muchachos. Eso era pequeñito y se llenó. Luego nos trasladaron porque las luchas siguieron. Entonces nos llevaron a un destacamento, que era como un chequeo del Departamento de Tránsito de la PN, en la Autopista Las Américas. En el destacamento de la Rosa Duarte nos golpearon duro, con culatazos a todos los estudiantes presos. En Las Américas nos metieron a más de 25 jóvenes en un cuartucho. Duramos como cinco o seis días, sin bañarnos sin nada. Luego en los gobiernos de los fallecido presidentes Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco, del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) nos apresaban pegando uno que otro afiche o letreros en las calles, pero nos soltaban de una vez.
¿Usted tenía alguna militancia política?
Yo milité primero con un grupo que se estaba gestando, entre Fidelio Despradel, Roberto Duvergé y Nelson Moreno Ceballos. Estos dos últimos ya no nos acompañan, fallecieron, yo digo a destiempo, pero siempre me inclinaré reverente. A ese esfuerzo le decíamos “Nuevo Rumbo”, que después lo llamaron el “Movimiento Por el Socialismo” (MPS). En esos tiempos la izquierda era una sola, hasta a los perredeístas de abajo, Balaguer los consideraba de izquierda y a todos nos trataban igual, a culatazos y patadas.
Yo comencé los estudios políticos en ese grupo, que tenía un alto acervo con la lectura. Todos leíamos mucho. Luego se dividió entre aquellos que se inclinaron con la doctrina de Trotski y aquellos que se siguieron considerando Marxistas Leninistas, una más de esas atomizaciones proverbiales de nuestra izquierda que por cualquier cosa, se peleaban, no soportaban la diversidad en el interior de ellos. Después de eso duré buen tiempo fuera de esos afanes. Más tarde, tuve muy cerca de Narciso Isa Conde, sin llegar a militar en el Partido Comunista Dominicano (PCD), pero sí tuve muy cerca de él, soy su amigo, su admirador. Admiro la tenacidad y la coherencia de Narciso. En la actualidad estoy en el Movimiento de Patria Para Todos (MPT), del cual fui fundador y permanezco ahí y creo que ahí voy a morir.
¿Habla usted de lectura y casi siempre lo relaciona de su formación en el colegio, entonces por qué estudió medicina?
Yo no quería, la medicina era un asegunda opción, porque yo creía que la carrera de Arquitectura era más barata. Entonces cuando voy a la Facultad de Arquitectura que pregunto por el precio de una “Regla de T”, me dicen que cuesta 40 pesos. Eso para ese tiempo era una fortuna para mí y mi familia. Entonces digo bueno, yo no puedo hacer esto.
Por coincidencia de la vida, no pensé en la Facultad de Medicina, porque Medicina también era medio cara y cogí para la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, porque ahí había un primo mío que me decía, si estudia jurídica yo te presto los libros. Pero cuando voy cruzando de Arquitectura hacia Jurídica eso fue finales del 1978 o inicio de 1979, me encuentro con un amigo de mi hermano que estudiaba medicina y estaba bastante adelantado y lo saludo y le explico la situación. Ese amigo de mi hermano es que me dice que la Facultad de Medicina no es tan cara. Me convence para que me inscriba en Medicina y que me iba a regalar o a prestar todos los libros que ya él había cursado y que no necesitaba. Así lo hice, pero al amigo de mi hermano no lo volví a ver jamás. (risas) Lo libros nunca llegaron.
Te cuento Lito que ya metido en Medicina no me iba a devolver. Para solventar los estudios tuve que hacer de todo. Cargué mezcla en la construcción. Pegué block con un primo mío que se defendía en eso y quién sabe cuántas cosas más.
Después vinieron el ciclón David y la tormenta Federico dos desgracias para el país, pero al ocuparse las escuelas por miles y miles de damnificados, una gran cantidad de la población estudiantil cogió a las escuelas privadas. Entonces, las escuelas se vieron desbordadas y abrieron cursos dobles y a mí me llamaron para dar clases, afortunadamente siempre me persiguieron las letras, porque allí no me pusieron a dar biología y nada de eso vinculado a la carrera de Medicina, sino a dar Lengua Española.
¿Pero usted era un muchachito cuando eso?
Tenía 18 años. Comencé a dar clases a adultos porque eran clases nocturnas. Tuve que comenzarle a dar letras, gramáticas, literatura de Añorga. Ahí continué incrementando mi adicción por las letras, por la lectura. Duré casi toda la carrera de Medicina dando clase de noche y asistiendo a la UASD de día.
¿Dónde usted dio clases?
Es una escuela muy conocida en Cristo Rey, Rosa de Sharon, lo que lean esta revista virtual y sean de Cristo Rey sabrán dónde está Rosa de Sharon, que todavía existe. Ahí duré como unos 5 o 6 años. Recuerdo que había otros colegios como el Pitágoras. Bueno, así me hice médico, siempre dentro de mi militancia política dirigencial. Dirigí en la UASD a los “Internos de Medicina”, luego llegué a la Asociación Médica Dominicana (AMD), que ahora es Colegio Médico a través de los pasantes. Luego dirigí a los médicos residentes. Fui tres veces presidente de la regional más importante del Colegio Médico que es la del Distrito Nacional, y dos veces presidente del Colegio Médico Dominicano y estoy desempeñando esa labor una vez más.
En el 1982 en el aspecto político, cuando ganó Salvador Jorge Blanco, fui candidato a diputado por una coalición del PCD-MPS, siendo un carajito, un mozalbete. No recuerdo bien si esa unión se llamaba Alianza Social, pero fui como diputado y luego en el 2016 fui como diputado de Alianza País que dirige Guillermo Moreno por la Circunscripción Dos en el Distrito Nacional.
¿En qué lugar del país hizo sus primeros pininos atendiendo pacientes?
Yo me fui cuando me hice pasante, para que usted vea que siempre he estado cerca de la Iglesia, y eso que soy un ateo, me declaro ateo, pero cuando estaba ya en los últimos semestres de la carrera de Medicina, las monjas me acogieron para que yo estuviera con ellas en los consultorios médicos en los barrios. Me gradué de médico y me fui a la frontera, a Montecristi, a un pueblito que le llaman Guayubín, que ya es un municipio y grandísimo. Guayubín tuvo una participación estelar en la Guerra de Restauración. Duarte llegó a pasar por ahí, incluso en un momento Máximo Gómez y Maceo estuvieron también y eso está escrito y hay una piedra conmemorativa que lo registra.
Luego de Guayubín partí a hacia el municipio de Sánchez, en la provincia de Samaná, donde estuve de seis a siete meses. Fue de Sánchez que vine al Hospital Luis Eduardo Aybar, donde me hice especialista en Medicina Interna. Posteriormente viajé hasta Santiago Rodríguez en la Línea Noroeste y duré cuatro años trabajando con ellos, hasta que partí para Cuba dónde me hice médico intensivista.
Es mucha cosa en tan pocos años
Sí, pero cuando uno lleva este tipo de vida tan agitada, uno siempre cree que le falta. Yo creo como dice quien fuera vicepresidente de la República en el Gobierno de Evo Morales en Bolivia, don Álvaro García Linera, cuando explicaba que “la vida se trata de caminar, de caer, levantarte, volver a caer y caminar hasta que se nos vaya”. Esa es parte de mi filosofía. Así moriré “al pie del cañón”. Yo no contemplo un retiro de lo que yo he hecho toda mi vida, que es agitar, para que la población conquiste un escenario más auspicioso en términos de acceso, a todo aquello que aspiras para ti, como dice el cantautor cubano Pablo Milanés y que tú sientes que otro tiene ese mismo derecho.
Te ha tocado un momento muy estelar ahora, con una nueva lucha del Colegio Médico Dominicano siendo tú presidente de esa institución ¿cómo sientes que va esa lucha?
Estamos frente a una situación no tan difícil como antes, porque, quiérase o no, podríamos decir que este Gobierno, mientras tanto, porque así es que hay que hablar, es un Gobierno que le gusta parlar, mentalizar, no llega a los niveles de atropello que llegó Joaquín Balaguer, ni siquiera al expresidente Hipólito Mejía y mucho menos al exmandatario Leonel Fernández, este Gobierno conversa. Obviamente, está en reelección. Hay que entenderlo. Por ahí juega a veces entre el punto de vista político, con no concederte lo que tú le pides y entonces, llega la presión que es el rol que le toca jugar al Colegio Médico Dominicano, pero hasta el momento se ha mostrado accesible, conversador y estamos en la batalla.
¿Cómo crees usted que terminará esta lucha?
Yo siempre, como le dije al inicio de esta entrevista, soy optimista, yo soy un optimista permanente. No sé quién decía que “cuando usted deja de soñar deja de vivir” o algo así, pero yo, si no fuera comunista te dijera otra cosa, pero los comunistas tenemos que ser optimistas por necesidad y en este proceso, si hay que dejar la vida en el camino por un mundo mejor, no dudaría en dejarla.
Suena extraño en un pensador como usted participar en procesos electorales y esas cosas del sistema actual.
Es que yo creo que los tiempos de Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo) de “subir la escarpada montaña de Quisqueya” entraron en desfase. Ya lo había dicho Regis Debray, el foquismo fue efectivo en Cuba, por las condiciones particulares del momento. Luego todos los intentos, exceptuando el triunfo sandinista del 1979, fueron fugases. Los casos de Lucho Cabañas en México, la gente de Colombia con su Ejército Nacional de Liberación (ELN) o las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC), los del sacerdote Camilo Torres, los Montoneros o el Ernesto Che Guevara en Bolivia, entre otros retos y esfuerzos no prosperaron. Entonces aquí la izquierda se desgastó en un esfuerzo fútil de enfrentar las huestes balagueristas e imperialistas. Que no fue lo que pasó en América Latina donde los revolucionarios se desplegaron, se armaron y se fueron a los campos, pero se “armaron teóricamente”. Aquí nos desgastamos, nos atomizamos hasta los tiempos actuales, donde el caciquismo y entre la mala interpretación del marxismo, todavía sigue haciendo mella, en nuestro proceder cotidiano.
¿Algún mensaje a los médicos que están luchando junto a usted por mejoras para el sector y el país?
Que tengan fe. Los médicos dominicanos deben tener fe, pero no tener fe en que ellos van a vivir mejor. Debemos tener fe en que puede haber una sociedad más justa, donde los hijos de ellos y los hijos de los demás, tengan acceso a oportunidades para disfrutar estos 48,442 kilómetros cuadrados que nos legó Duarte, Sánchez y Mella. Este territorio que nos legó Luperón, que nos legaron la Raza Inmortal, las Hermanas Mirabal, Francisco Alberto Caamaño y todos aquellos que han caído y han anegado con su sangre generosa la tierra que los vio nacer.
Deben tener fe y esperanza de que puede haber una Patria mejor.
Muchas gracias.